Rita Laura Segato

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Existen algunos equívocos cuando pensamos que el mundo de la civilización trae necesariamente derechos y una vida más pacífica y más habitable para las mujeres. Pienso que no es la realidad ni lo que los números están mostrando. Pienso que la situación que las mujeres vivimos es cada vez más violenta, a pesar de que hay cada vez más leyes”.
Afirmó la doctora Rita Laura Segato, profesora del Departamento de Antropología y de la Cátedra UNESCO de Bioética de la Universidad de Brasilia, quien visitó Guadalajara para dictar la conferencia “Sujecciones de Género ¿Norma jerárquica o ley igualitaria?”, invitada por el Centro de Estudios de Género, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.

¿Es verdad que es en la actualidad cuando la mujer es más violentada?
Yo creo que sí. Vengo ahora de Buenos Aires y, en este año solamente, hay ocho casos de mujeres que fueron quemadas con alcohol por sus esposos. Son novedades, destructividad, agresividad, violencia, y los datos para Centroamérica también son impresionantes. El aumento de la violencia contra la mujer en todos los campos y la transformación de esa violencia son impresionantes. Todo eso viene junto con esta modernidad avanzada que estamos viviendo.

¿Es la era del feminicidio?
La misoginia, el desprecio hacia a la mujer, eso existe y es mucho más antiguo que este tipo de crímenes de feminicidio. Son crímenes producidos por un tipo de estructura bélica, la transformación de las formas de la guerra que se ha dado en los últimos años. La guerra se va volviendo más informal, algunos le llaman de tercera o cuarta generación: ponen el cuerpo de la mujer como significante de otro tipo. Hay una transformación del mundo y de la escena bélica que produce este tipo de crímenes que llamamos feminicidio como una nueva práctica.

Un tema permanente en sus trabajos es la afinidad que existe entre el cuerpo de la mujer y el territorio, ¿a qué se refiere concretamente?
La mujer siempre sufrió en las guerras, siempre cuando se invadió un territorio, siempre se invadió el cuerpo de la mujer como un territorio y se las inseminó, se las conquistó así, como territorio, con violaciones masivas. Pero hoy lo que tenemos es un fenómeno de otro tipo que es la destrucción del cuerpo de la mujer, no es su apropiación, que ya era terrible, pero hoy tenemos la sexualidad como tortura, no como apropiación, son transformaciones contemporáneas.

¿Qué nos ha llevado a esto?
Justamente esa transformación; las guerras de tipo mafiosas, son nuevas organizaciones bélicas, grupos armados de otro tipo. Antes la guerra era una situación convencional, tenía una historia propia, hoy no hay un vocabulario para hablar de qué guerra estamos viviendo. México es un país en guerra, por ejemplo, pero no se le llama guerra y, sin embargo, es guerra.

¿Qué opinión le merecen los estados y las naciones donde se rechaza la legalización del aborto, como es el caso de Jalisco?
Me parece que es una lucha política. La lucha pro aborto y antiaborto es una lucha que nada tiene que ver con la defensa de la vida; tiene que ver con el pugilismo, el forcejeo entre dos grupos o dos grandes sectores políticos, uno conservador y otro crítico. Pero, entonces, lo que se confronta ahí es la fuerza, la capacidad de tener control sobre la legislación de dos grandes grupos sociales que son casi como dos civilizaciones que tienen que convivir en nuestros países. Nada tiene que ver con el derecho a la vida, tiene que ver con la afirmación de la dominación del poder.
¿Por qué cree que la Iglesia se opone con tanta vehemencia a su legalización?
La Iglesia está en una gran decadencia. Lo que le queda es intentar afirmar justamente el control sobre los cuerpos. La mujer tiene el control sobre ese ser que no es autónomo, no es un ser con personalidad, no tiene persona humana, no está ni siquiera en construcción porque es orgánicamente dependiente, pero entonces se coloca (la Iglesia), se sacrifica a la mujer y a ese ser que vendrá, si se convierte en un ser nacido, en un ser cuidado, y se apodera de estos sujetos: uno embrionario incompleto y una mujer completa, para afirmar que controla el Estado mexicano o el Estado argentino, para afirmar que le resta un poder, un control sobre los legisladores, sobre los espacios públicos, es lo que le resta a la Iglesia, realmente muy poco, pero muy atroz; porque va a causar todavía mucha muerte, o sea, va desapareciendo y dejando un reguero de muerte tras de sí.

¿Ve cercano el día en que la Iglesia cederá?
Sí, porque en este camino no hay futuro para ninguna institución humana de esta forma ciega y autoritaria de existir, o sea, solamente basando su poderío en su capacidad de dominar, en su capacidad autoritaria, no hay esperanza para una institución así, no lo creo, y qué pena, porque tenía algunos buenos aspectos esa institución. Lo más triste es que va librando su última batalla usando a la mujer de escudo, usándola de rehén.

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