Resignificar la religión

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En medio del descrédito de las instituciones, las iglesias no se salvan. Los jóvenes o dejan de creer en esas organizaciones que consideran arcaicas, o continúan creyendo, pero no desde los dogmas. Dentro de ese proceso de secularización, las religiones no han sabido renovarse, afirma Juan Diego Ortiz Acosta, investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, quien cuenta con una investigación sobre el tema.

Para los jóvenes, se puede en creer en Dios y al mismo tiempo sepultar prohibiciones como la abstinencia de relaciones sexuales antes del matrimonio. O más aún, la mayoría ya no ve a Dios como un ente creador o un padre amoroso o castigador, sino como una energía universal, de acuerdo con los cuestionarios que dentro de la investigación fueron aplicados a alumnos de universidades públicas y privadas de Jalisco.

“Este cambio cultural, todo este fenómeno de la información, reafirma el proceso de secularización de la sociedad y, por otro lado, se está pasando a nuevos procesos de resignificación de lo religioso. Aquellos jóvenes que si bien no han renunciado a su creencia religiosa, lo que si están haciendo resignificar.

Creen, pero no desde los dogmas, sino a su manera. El otro campo más extremo es el de la increencia, en el que muchos jóvenes se están alejando de manera radical de las religiones”, especifica el también coordinador de la maestría en estudios filosóficos.

Las preguntas relacionadas con el dogma, dentro de esta investigación, van en sentido distinto al de generaciones previas. La idea es que con esta información sea publicado en agosto un libro sobre cómo los jóvenes universitarios ven la religiosidad.

Las iglesias —no sólo católicas— se ven cada vez más vacías, mientras que los jóvenes se ven atraídos por todos los aparatos que tengan pantalla (smarthpones, laptops o televisiones inteligentes). La población mayor de 40 años, que creció y se educó en la religiosidad, sigue fiel, pero no así los adolescentes de 14 años hasta jóvenes de 30 años.

“Es una coyuntura histórica para la creencia religiosa. Para la fe misma. Si las iglesias no logran cambiar sus discursos o sus propias prácticas, no podrán atrapar a los jóvenes. Hay una enorme diferencia cultural en cómo se perciben las religiones hoy en el mundo”, reflexiona el especialista.

Dentro de esta coyuntura, personajes como el papa Francisco abren cuentas de Twitter o las religiones intentan emprender propaganda dentro de diferentes redes sociales.

Son “esfuerzos del Papa y de otras religiones, porque saben que ahí están los jóvenes. Porque saben que aquí fluye con mayor rapidez la información. Pero no basta con meterse al circuito de las redes o al circuito de internet, si no renuevas tu discurso. Y eso es lo más complicado”.

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