Repensar la investigación en el posgrado

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Desde los años sesenta del siglo XX, Thomas Kunh (1962) señaló que la ciencia no progresaba por acumulación, sino por la constante contrastación de teorías y derrumbamientos (revoluciones), de tal forma que una teoría o paradigma entraba en crisis ante la presencia de evidencias y nuevos resultados de investigación. Es decir, el método científico es eminentemente falsacionista y es a través de este proceso de falsación como avanza el conocimiento científico (Popper, 1991).

Esta introducción nos sirve para tratar de enmarcar el análisis del trabajo que realizan los directores de tesis de muchas universidades, como es el caso de muchas tesis de posgrado en la Universidad de Guadalajara, en la que para que los alumnos puedan recibir la aprobación de su director, el tema, contenido, método, estructura, hipótesis y resultados de investigación deben ser coincidentes con las formas de pensar y trabajar de sus respectivos tutores, generando con esto una especie de parálisis paradigmática, en la que los alumnos aprobados son mayoritariamente quienes apoyan y siguen el paradigma y la metodología preferida de los directores. Aquellos que difieren de la forma de pensar, plantear el problema y/o trabajar, generalmente tienen dificultades para presentar su examen profesional y poder graduarse.

A pesar de que la ciencia implica una revolución permanente en la que la innovación, la creatividad, las interpretaciones alternativas y la construcción de nuevos conocimientos son el sustento de su desarrollo, muchos de los investigadores universitarios prefieren el confort y la certeza de los conocimientos o teorías ya probadas, que la construcción de alternativas disidentes o discrepantes a su paradigma.

A este problema, que es común en muchas universidades y centros de educación superior, le denominaremos la “hemiplejía creativa e innovadora”, entendida como la incapacidad de los científicos e investigadores para aceptar diferentes formas de pensar o métodos alternativos para estudiar y entender los fenómenos o problemas estudiados.

La ciencia como creación 
En la ciencia no hay verdades ni principios innegables, ni métodos únicos de investigación. En la ciencia todo puede ser refutado. Incluso el conocimiento y los métodos de los científicos ya “consagrados”.

De ahí que el papel principal de los directores de tesis sea sólo orientar, desde la perspectiva del área cognitiva o metodológica, las investigaciones para la obtención del grado académico y no encasillar a los alumnos bajo el paradigma, la zona de confort o el dogma “científico” de su director.

No sólo se debe permitir, sino también estimular a los alumnos para que sus investigaciones se orienten a demoler los edificios sólidos de las certezas y puedan superar los estereotipos metodológicos, incluso disintiendo de sus propios profesores o directores de tesis de posgrado.

La ciencia no admite dogmas. Sin embargo, los científicos e investigadores con facilidad aceptan los paradigmas y marcos teóricos y metodológicos como dogmas y pretenden que sus estudiantes simplemente se instruyan y eduquen bajo el paradigma que el investigador ha asumido como suyo. De esta forma los alumnos, con el fin de sobrevivir el posgrado, se educan bajo una estela conformista, evitando disentir o contradecir a los profesores, a pesar de que puedan tener lecturas diferentes o deseen emplear metodologías distintas en sus estudios e indagaciones.

En este sentido, puede decirse que la ciencia no es dogmática, pero los “científicos” sí lo son, generando un efecto paralizador a la disciplina y, sobre todo, castrando las potencialidades creativas e innovadoras de las nuevas generaciones de “científicos”. Es decir, se genera el problema que hemos denominado más arriba de la “hemiplejia creativa e innovadora”, como parte de un círculo vicioso que propicia que la ciencia quede estancada y sólo se difunda el conocimiento, pero no haya nuevos conocimientos, logros, innovaciones teóricas y metodológicas.

Las tesis como confirmación
El camino del éxito es relativamente fácil para los posgraduados. Asentir, apoyar y coincidir con los métodos, las enseñanzas y los postulados teóricos y metodológicos de sus profesores. Sin embargo, este tipo de práctica o inercia educativa genera usualmente posgraduados poco creativos e innovadores, profesionales conformistas, con posturas generalmente monolíticas y con concepciones homogéneas o autoritarias.

El dogmatismo y los fundamentalismos son el resultado de este tipo de prácticas educativas, ya que los alumnos fueron educados para obedecer y seguir patrones de conducta en sus investigaciones académicas. Ni pensar en cuestionar, menos enfrentar la postura de sus profesores o directores, aun cuando lo estudiado sea evidentemente obsoleto. Tampoco pensar en la multidisciplinariedad o la inter o transdisciplinariedad.

De esta forma la “hemiplejia creativa e innovadora” que hemos comentado, se instaura como credo y práctica cotidiana en las instituciones educativas. De hecho, una parte de los problemas de investigación que entorpecen el avance de los alumnos de posgrado en muchas de las universidades es el dogma y la resistencia al cambio de paradigma de sus asesores o tutores de tesis, ya que es premiada la coincidencia y castigada la disidencia.

Ruptura y creación
Las posibilidades de avance de la ciencia y del crecimiento no puede seguir un camino único o lineal. Las resistencias, fanatismos y dogmas de los investigadores deben dar lugar a marcos de entendimiento y conducta más tolerantes, plurales y abiertos hacia ideas, métodos y concepciones sobre los fenómenos y problemas de la vida.

Las universidades deben ver en los posgraduados una oportunidad para el crecimiento y el desarrollo de la investigación científica, permitiendo e incluso estimulando proyectos innovadores y creativos que trasciendan los paradigmas tradicionales y los esquemas habituales de hacer investigación.

Los directores de tesis de posgrado o directivos universitarios deben convertir la hemiplejia en displacía creativa, en área de oportunidad para transformarla en una dinámica innovadora y transformadora, a pesar de que esto rompa con la rigidez, los dogmas y los fundamentalismos del sistema. Sólo así lograremos construir una nueva política de investigación y únicamente así podremos pensar en la formación de semilleros universitarios que puedan convertirse en el futuro en una nueva generación de científicos.

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