Reforma energética

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Normas sin perspectivas jurídico ambientales, que no son congruentes con lo que en el ámbito mundial se está haciendo, y el debilitamiento de Pemex, esbozan el verdadero rostro de la reforma energética.

“Basta que el sexenio termine con dinero para consumo inmediato, aunque a nivel crónico seamos cada día más pobres en nuestros capitales humano, social y natural. El largo plazo no existe en esta reforma, porque la centra en un petróleo que no tendríamos, en dado caso. Un largo plazo que no está en la racionalidad, ni en los intereses de los particulares”, dijo el investigador de la UdeG, Arturo Curiel Ballesteros.

La investigadora Carla Aceves Ávila expuso que ésta no considera medidas para abatir el cambio climático ni para reducir emisiones de carbono, y peor aún, abre la puerta al fracking (fracturación hidráulica). “Se promueve la inversión extranjera, pero no necesariamente se antepone la necesidad de la protección del patrimonio natural mexicano. Y menos en un sentido ambiental amplio, lo que menoscaba el alcance de la responsabilidad jurídica ambiental”.

Basilio Verduzco Chávez afirmó que la reforma es caldo de cultivo para los conflictos sociales, pues complejiza la visión del juego: “El sector privado se pulveriza y aparecen otros actores involucrados que no sabíamos que existían”.

Fluvio Ruiz Alarcón, especialista en economía del petróleo, consideró que no queda claro cuál será el papel de Pemex. En otros países donde emprendieron reformas de este tipo, el operador nacional continúa siendo el dominante, como Noruega, con el 89 por ciento del mercado o en Brasil, con Petrobras, que controla el 93 por ciento: “Aquí todo apunta al debilitamiento del operador nacional”.

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