Reforma electoral sin mujeres

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En México, según cifras del INEGI, las mujeres conformaban el 51.8 por ciento  de electores en la lista nominal de 2006; y en el estado de Jalisco el 52.09 por ciento, según cálculos registrados en la Memoria Electoral 2006 del IEEJ. Es decir, más del 50 por ciento conforman el padrón electoral, lo que no se ve reflejado en los órganos de representación política tanto en el Congreso del Estado como en los municipios.
Esta no correspondencia fue la motivación para que Diana Melchor Barrera, maestra en Ciencias Sociales con especialidad en estudios sociopolíticos y alumna del Doctorado en Ciencias Sociales en la especialidad de Sociología Política de la Universidad de Guadalajara, investigara el tema sobre el bajo porcentaje de la representación de la mujer en cargos de elección popular, delimitándose en tiempo entre 1979 y 2007, lo que corresponde  a la legislatura  de XLVIII a la LVIII.
Tras la incorporación de la cuota de género incluida en la reforma de la Ley Electoral del Estado de Jalisco en 2002, el porcentaje de curules ocupados por mujeres ha disminuido. De la legislatura LVI a la LVII aumenta la proporción de diputadas de 7.5 por ciento a 15 por ciento, sin embargo, en la LVIII baja a 10 por ciento.
Refiere Melchor Barrera que del total de los ayuntamientos del país, un 96.17 por ciento son presididos hombres y 3.83 por ciento por mujeres. Siendo las entidades Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Durango, y Querétaro, entidades que no cuentan con ninguna presidenta municipal.
Jalisco tiene dos en sus 125 municipios, lo que representa 1.6 por ciento de presidentas municipales.
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Filtros partidistas
Destaca Melchor Barrera que si bien es cierto que se ha dado un incremento de candidaturas femeninas en las últimas elecciones, se evidencia “la incongruencia en las proporciones de candidatos y legisladores”. Predominan las candidaturas de mujeres con carácter de suplentes.
En situaciones extraordinarias suplen la ausencia del propietario el cual generalmente es un hombre, tipos de prácticas principalmente efectuadas por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN).  Además los partidos registran a los hombres en distritos en donde tienen un triunfo seguro y a las mujeres en aquellos en que se tiene pocas posibilidades de ganar.
También aquellos partidos políticos con pocas posibilidades de triunfo electoral como el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Nueva Alianza (PNA), postulan regularmente una mayor proporción de mujeres que los partidos con mejores posibilidades de acceder a las curules.
En lo que se refiere a la percepción de las legisladoras, Melchor señala que se pueden apreciar dos posturas: por un lado la que sigue reproduciendo una cultura que asegura la supremacía de los hombres sobre las mujeres, lo cual se basa en la construcción de identidades diferenciales de acuerdo al sexo.
Por otro lado, aquellas que se empeñan en contraponerse a estas estructuras institucionalizadas, aprendidas a través del proceso de socialización, y que a pesar de que se encuentran inmersas en este orden social son capaces de incorporar un nuevo discurso social de equidad de género,  piensan que algunas mujeres carecen de interés en participar en los cargos de elección y se evidencia la falta de solidaridad.Â
En entrevista con las diputadas, la maestra observó que a ellas les parece un logro importante la cuota de género, fue una lucha interna en sus propios partidos. Muchas deben pasar por varios filtros: primero la autoselección, valorar los recursos políticos y económicos con los que cuento, luego el partido la debe postular, sigue el del elector. Cuando llegan al cargo de elección popular, se enfrentan a la discriminación en los órganos de representación política, y además el ejercer diversos roles de género como son los de madre o esposa.
Concluye que la subrepresentación femenina en el Congreso del Estado de Jalisco es un fenómeno que ha prevalecido desde que las mujeres tuvieron acceso a estos cargos de elección por medio del reconocimiento de su ciudadanía, y que incluso ha continuado a pesar de la reforma electoral que incorporó la cuota de género.
“Los partidos políticos han encontrado las formas de cumplir con sus estatutos y con la propia legislación electoral y, al mismo tiempo, eludir una distribución más equitativa de postulaciones para las mujeres militantes”.
Finalmente, sostiene que el cambio para una mayor representación femenina tendrá que surgir en el interior de los partidos, en donde seguramente las mujeres serán el mejor apoyo para la postulación de sus congéneres.
Queda la utopía de las legisladoras entrevistadas para la investigación de la especialista en ciencias sociales, Diana Melchor Barrera, “ellas (las legisladoras) piensan en su ideal de representación en el Congreso del Estado sería del 50 por ciento  para ambos sexos,  pero esperan el día que lleguen a ser el 70 por ciento y no el 30 por ciento que de manera casi automática se adjudica a las mujeres”.

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