¿Qué le está haciendo internet a nuestro cerebro?

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Estamos frente a un fenómeno relativamente nuevo. Sólo a aquellos con menos de 20 años les tocó tener televisión de 24 horas al día, internet y celulares. Muchos de ellos raramente entran a una librería o a una biblioteca y ya no consultan las tradicionales enciclopedias, sino que buscan la información por Google.
Un estudio de 2007, de la Universidad de Texas, en Austin, encontró que de mil niños, 75 por ciento veían televisión o películas en DVD por un total de una hora y 20 minutos al día. Además, muchos de estos niños se pasaban unos 50 minutos adicionales frente a la computadora.
La fundación familiar Kaiser realizó un estudio en que reportó que lo que hacen los niños y jóvenes entre 8 y 18 años es asumir una actitud pasiva (ver la tele u oír música), mientras que a jugar video juegos o usar la computadora le dedican menos tiempo (una hora solamente, comparados con dos de ver la tele).

Superficiales
El escritor Nicholas Carr, en su libro The shallows. What the intertnet is doing to our brains, recuerda una anécdota conocida sobre la desconfianza de Platón hacia la escritura. Para él, una persona que leía y escribía dejaba de ejercer su memoria, algo que el filósofo consideraba importante. De la misma manera en que nuestra mente se modificó con la adopción de la lectura y la escritura, la memoria también se está modificando con el uso de internet.
El primer estudio que mostró que nuestro cerebro cambia en respuesta al uso de internet, fue publicado en 2008 (Small y colaboradores, 2008). En esa investigación se trabajó con voluntarios expertos y novatos en navegar en internet, para realizarles una resonancia magnética mientras estaban buscando información en Google. Se encontró que los expertos en la utilización de internet habían tenido una activación cerebral más amplia que los neófitos. De parecida forma, se les había activado una región cerebral conocida como corteza prefrontal dorsolateral del hemisferio izquierdo, una región que poco o nada se había activado en los que no eran expertos en la navegación en internet. Para hacer más interesantes las cosas, los investigadores les pidieron a ambos grupos de sujetos que leyeran un libro mientras les volvían a escanear el cerebro, y no hallaron diferencias significativas en la activación cerebral entre ellos.
Seis días después volvieron a repetir todo el experimento, pero en ese tiempo se pidió a los novicios en el uso de internet, que se entrenaran en su uso. El nuevo escaneo mostró que ahora sí la región dorsolateral se estaba activando casi de la misma manera como lo hizo el cerebro de los expertos. Es decir, con tan sólo unos días de práctica, sus cerebros se igualaron. La conclusión es que a la larga nuestro cerebro se modifica por el uso intenso de internet.
Un aspecto que los mismos investigadores destacaron de su trabajo fue que cuando la gente busca información en la red, exhibe un patrón de actividad cerebral diferente a cuando está leyendo un libro. Al leer un libro se activan regiones cerebrales involucradas con el lenguaje, mientras que al buscar información utilizan partes del cerebro asociadas a la toma de decisiones y la solución de problemas (las llamadas regiones prefrontales).
Desde finales de los años ochenta se han realizado investigaciones para comparar la comprensión de los lectores de textos en línea e impresos, y se encontró que los lectores de hipertextos frecuentemente no son capaces de recordar si había leído un escrito o no. En general se ha encontrado que los que leen textos lineares comprenden, recuerdan y aprenden más que los lectores de hipertextos.
No todo es color negro. Hay compensaciones por el uso de internet. Evaluar repetidamente ligas, títulos e imágenes lleva a distinguir si la información presentada tiene beneficios prácticos para la meta que estamos persiguiendo. Un estudio británico sobre la manera en que se busca información médica indica que la velocidad en la que es evaluado el valor de una página web aumenta conforme se gana familiaridad con la red (Sillence y colaboradores, 2007).

Hacia dónde va internet
Unos estudios dicen que el uso de internet modifica nuestro cerebro, para hacernos más capaces de buscar y encontrar información a costa de tener problemas de concentración, de comprender menos (en una relación proporcional de entre más hipertextos menos comprensión), dedicarle poco tiempo a la lectura de los documentos y sólo mover los ojos por encima del texto para encontrar la información que se busca, pero sin asimilarla, haciendo sólo una lectura superficial.
También hay otras investigaciones que señalan que el uso continuado de internet mejora nuestra habilidad de evaluar el valor de las páginas para ver si tienen la información que nos interesa; aumenta nuestra capacidad de examinar grandes cantidades de información e incrementa la habilidad de realizar varias cosas al mismo tiempo, y también se ha visto que mejora nuestro desempeño cognitivo general (en cosas que van desde la memoria y la visión periférica, hasta el razonamiento).
Para subsanar los problemas asociados a internet se deben modificar las páginas para que no se presente el fenómeno de la saturación de la memoria de trabajo. Si se es capaz de poner mucha información y llenarla de hipervínculos en una página, esto distrae y redunda en una búsqueda superficial de información, por lo que se debe eliminar esa recarga. Esto lo considero especialmente importante si estamos hablando de una página con fines educativos o académicos.
Faltaría hacer más investigación en esta área, porque la utilización de internet como un espacio para la educación se está incrementando.

* Departamento de Neurociencias, Universidad de Guadalajara.

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