Promesas griegas

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¿Logrará la Coalición de Izquierda Radical cumplir las promesas que la llevaron al triunfo electoral en Grecia? Esa es la pregunta que hace la comunidad internacional, luego de la victoria el pasado 25 de enero de Siryza y su carismático líder Alexis Tsipras, un ingeniero curtido en el seno del Partido Comunista, quien propuso, entre otras cuestiones, restituir el salario mínimo de 751 euros, la creación de 300 mil empleos y la entrega de cupones de alimentos.

Este triunfo ha sido interpretado por el líder opositor de España, Pablo Iglesias, como el fracaso de las políticas de austeridad europeas. “En Grecia ha vuelto a salir el sol”, declaró el secretario general de Podemos, fuerza que amenaza con romper el bipartidismo en la nación ibérica.

No obstante, la victoria de Siryza en Grecia, el ascenso del partido Podemos en España  y la prematura popularidad del presidente francés Francois Hollande (emanado del Partido Socialista), hablan de que un regreso de la izquierda en Europa es todavía prematuro, considera la directora del Centro de Estudios Europeos, de la Universidad de Guadalajara, Laura Ibarra García, quien recuerda que en Inglaterra y en Alemania persisten gobiernos conservadores, y en este último país, Merkel arrasó el año pasado.

El voto de la desesperación
Con la proclama de terminar con el “círculo vicioso de la austeridad”, tras “cinco años de humillación”, Siryza triunfó de la mano del ahora primer ministro Alexis Tsipras. Lo hizo gracias a sus atrevidas propuestas, que para sus rivales parecen utópicas, pero que resultaron ser una señal de luz para un pueblo desesperado.

“El triunfo de Tsipras es una respuesta a la política de austeridad que el gobierno griego ha impuesto en los últimos meses, obligado por el enorme desequilibrio en sus finanzas. El resultado en las urnas favoreció a Tsipras, quien en la campaña electoral prometió, además, el corte del pago de las deudas (sus principales acreedores son la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional), reducción de impuestos a la clase media y otras facilidades. Pero, no hay que perder de vista que estas promesas fueron hechas cuando las arcas gubernamentales se encuentran vacías”, afirma Laura Ibarra.

La especialista se hace tres preguntas: ¿Cómo llegó Grecia a esta situación?, ¿Qué tan realistas son estas promesas?, y ¿Cómo reaccionarán los socios europeos de Grecia en la Unión Europea?
“Con la entrada de Grecia a la Unión Europea, el gobierno griego pudo obtener créditos baratos, que utilizó para ejecutar obras suntuarias, que en realidad poco beneficiaron a la población y no dieron ningún impulso a la economía. Entre éstas hay que mencionar la infraestructura de los Juegos Olímpicos de Atenas.

Los griegos, gracias al dinero proveniente de préstamos, vivieron una época de derroche. La edad de jubilación bajó, por ejemplo, a los 58 años. Además, hay que mencionar que la corrupción tuvo un papel importante en el escaso beneficio que tuvieron los créditos, explica la especialista.

Ese dinero provocó que Grecia fuera flexible en su recaudación fiscal, y cuando el dinero empezó a escasear, el presupuesto no alcanzó para cubrir gastos de Estado y al no poder devaluar la moneda —por ser parte de la eurozona— ni imprimir más dinero, el único camino fue pedir créditos. Los socios europeos condicionaron los préstamos a que el país optara por una política de austeridad.

Tres escenarios
Ibarra García indica que un análisis de la situación permite bosquejar tres escenarios posibles para saber si las promesas son realistas y cuál será la reacción de los socios europeos.

“El primer escenario posible es optimista. El año anterior la economía griega empezó a recuperarse, después de seis años volvió a crecer. El Estado logró un ligero superávit. Sin embargo, para que Tsipras pueda cumplir sus promesas requiere de un crecimiento económico sostenido, pero éste difícilmente podrá ser alcanzado: los inversionistas han empezado a sacar sus capitales del país. En las primeras semanas de enero la suma ya ascendía a 5 mil millones de euros. Aunado a los 3 mil millones de euros que salieron a finales de 2014, podemos hablar de una enorme fuga de capital”.

Otro escenario podría ser que la recaudación fiscal disminuya drásticamente. Existe un hoyo de más de 2.3 mil millones de euros en el presupuesto para 2015.

“El segundo escenario sería bastante negativo: Tsipras mantiene sus promesas, hay un aumento considerable de empleos gracias a la creación de puestos burocráticos, una disminución de impuestos a la clase media, inversiones gubernamentales y un aumento en las ayudas sociales. La reacción de los acreedores sería la de exigir los pagos de la deuda y la negativa a renegociarla. El Banco Central Europeo pondría fin al financiamiento de los bancos griegos y Grecia se vería obligada a abandonar la eurozona”.

En el tercer escenario, todo seguiría igual. Tsipras mantendría conversaciones con los líderes europeos, asegurando una reestructuración de la deuda griega. Los acreedores darían muestras de flexibilidad, otorgarían disminuciones en los intereses y alargarían los plazos de los pagos .

“Tsipras realiza algunas de sus promesas de campaña por algunas semanas, para evitar perder la figura ante su electorado. Los griegos siguen pensando que los culpables de su tragedia son el Banco Mundial, la señora Merkel, los alemanes, pero de ninguna manera las políticas de derroche comunes en los gobiernos latinos y mediterráneos. Esta situación, por cierto, nos es bien conocida por los mexicanos. Antes del gobierno de Ernesto Zedillo era la constante en las finanzas”, concluye la especialista.

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