Poesía en tiempos mezquinos

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Juan Gelman es un poeta argentino que mantiene en su rostro una mirada triste, como si un alud de penares le hubiera fracturado el alma.
Alto, delgado, de ojos oceánicos y colmados de 77 años de memoria, recuerda los asesinatos de su hijo y su nuera, en el tiempo de la dictadura argentina, y el encuentro con su nieta hace pocos años.
Con voz pausada y baja narró trozos de su vida en el exilio en Roma y México. Reveló que la poesía se le ha convertido en una necesidad.
Ganador del Premio Cervantes de literatura 2007 e invitado a la Cátedra latinoamericana Julio Cortázar para dictar la conferencia ¿Poetas? ¿Poetas para qué?, Gelman dijo: “en un mundo globalizado de actividades signadas por valores materiales y de inmediatez, se magnifica la ausencia de luz espiritual”. Aseveró que leemos poca poesía porque no tiene valor de mercado. “Saturno tampoco tiene valor de mercado”.
Los asistentes a la cátedra no generan ruido. Es posible oír hasta el roce de su ropa. El invitado habla de sus emociones y conocimientos.
“El poeta alemán Friedrich Hí¶lderlin ya lo había preguntado: ‘¿Para qué poetas en tiempos mezquinos, en tiempos de penuria?’ Me pregunto qué calificativo le pondría Hí¶lderlin a nuestro tiempo, en que cada tres segundos y medio muere en el mundo un niño menor de cinco años por enfermedades curables, por hambre, por pobreza.
“Es irónico hablar de postmodernidad cuando centenas de millones de personas en muchas partes del planeta carecen de un techo decoroso, de alimentos suficientes, de electricidad, de agua potable, de acceso a la educación, a la salud pública. Lejos están de los umbrales de la modernidad que conocemos.
“Son tiempos de penuria, porque ocultan la esencia del dolor, del amor y de la muerte. Pero los poetas siguen escribiendo, porque perseguir a la palabra poética es disparar contra la muerte. La poesía está cargada de vida, de claridad en estos tiempos de penuria. La condición de los poetas es frágil y ni siquiera encuentran abrigo en su obra.
“La poesía sabe más de nosotros, que nosotros mismos. Es empujada por un hambre feroz e inexplicable. Está en perpetuo movimiento. La poesía tiene confianza en la venida posible de lo humano y en mundos más bellos, más completos.
“Su creencia en el misterio del lenguaje la vuelve audible y su destino es dar nombre a lo que no tiene nombre todavía.
“La poesía es palabra calcinada, es resistencia contra estos tiempos mezquinos”.

En el exilio
Algunos oyentes siguen el discurrir del poeta Gelman con grabadora en mano, otros toman apuntes a cada rato.
“Se ha repetido que la lengua es una patria y esa patria contiene muchas otras. La infancia, la familia, la primicia de las preguntas y el asombro que causan las respuestas.
“Durante mis 14 años de exilio, los pasé en tierras donde no se habla nuestra lengua, el castellano, la lengua de versos de oro y de vibración marcial, dúctil como el metal y rica como el tesoro que dejó Boabdil el Moro, allá en su Alhambra oriental, como lo dijo el poeta argentino Leopoldo Díaz Vélez.
“La mayor parte de mi exilio fue cuando imperaba la dictadura argentina, el tiempo más sanguinario en su historia. Hubo compañeros asesinados, amigos desaparecidos y no tenía noticias de mis familiares secuestrados.
“En Roma vivía cargado de furia, dolor, impotencia y mi oído rechazaba la suave liquidez del italiano. Me parecía ofensiva en medio de tantas muertes durante el régimen militar.
“Sigo creyendo que cualquier poeta, latinoamericano o no, revolucionario o no, tiene más capacidad de sueño, de memoria sensible, de belleza y de imaginación, que cualquier regimen encabezado por Ronald Reagan, Stalin o Bush.
“Pretender que un régimen político puede inhibir al poeta, es atribuirle un poder del que carece totalmente, a menos que el régimen mate al poeta.
“El mundo es tan rico y profundo, que nunca faltan ocasiones para escribir poemas, pero deben ser poemas de circunstancia y la realidad ha de proporcionar el motivo y la materia para ello.
“Todos mis poemas se han inspirado en la realidad. No me interesan los poemas nacidos de la nada. La materia del poema es la palabra. En ella están inscritas las mil caras de la realidad que giran en su sonido y su silencio.
“La palabra nunca deja libre a quien quiere apresarla. Un poeta es hijo de lo que escribe y así crea su propia circunstancia. Sus poemas no son autobiografía. Crea su autobiografía, porque con cada poema da un espacio más a los laberintos de su subjetividad, al ahondamiento de sus inseguridades. Pero no teme descubrirse a sí mismo.
“La poesía interroga al misterio y encuentra al enigma. La palabra es el timón del universo. La gran poesía no es espejo de las épocas: tiene un contexto, pero no se limita a reflejar a la realidad de estos tiempos mezquinos. Anuncia lo que vendrá.
“El poeta es un transmisor del tiempo. Cuanto más se aleja de la noche que pasó, más se acerca a la que vendrá. ‘El poema es una botella al mar’, como supo decir Paul Celan. El poeta confía en que su palabra se recogerá en otra orilla, en la playa del corazón. Esa botella guarda un mensaje cifrado, hasta que otra mano, otra mirada, un escucha diferente, lo acoge y en ese acto digno, se transforma”.

El vate y su poesía
En los momentos en que el poeta Juan Gelman hace alguna pausa, los escuchas conocidos entre sí, se envían miradas de complacencia.
“Desciendo de una familia ucraniana que tenía la obligación de hablar ruso. Mi hermano mayor, Boris, recitaba en ruso. Yo tenía cinco años y no entendía ni una palabra, pero me fascinaba su música y su ritmo. Me transportaba a otro espacio y pedía una y otra vez que volviera a recitar.
“Desde entonces quise la poesía en mí. ¿Cómo y cuándo sabe el poeta qué cuenta? ¿Cómo y cuándo lo acepta y qué sabe él de sus poemas?.
“La poesía abandona al poeta y el poema ahí se queda. El intento de violar ese abandono es una mala costumbre.
“La poesía ha atravesado sin interrupciones todos los tiempos, a pesar de las guerras, catástrofes naturales y las provocadas por el hombre. Es posible una historia de la poesía. Esa historia no sería una historia del ser. Se habla de poesía clásica, neoclásica, modernista, realista, socialista, social, política. Estas definiciones poco tienen que ver con el organismo vivo de la poesía, con su manera de crecer.
“Nadie sabe lo que es la poesía. Nace en otra realidad, con palabras desnudas y arranca de las entrañas de la vida su significado.
“Para José Emilio Pacheco es la sombra de la memoria. Para mí es un árbol sin hojas que da sombra. La poesía crea un campo tan poderoso entre la imaginación y la experiencia, que inventa otra memoria.
“El poema es un sueño posible, para una humanidad posible”.
En el paraninfo de la Universidad de Guadalajara y custodiado por los murales de Orozco, Gelman terminó su intervención en la Cátedra latinoamericana Julio Cortázar y recibió una parvada de aplausos de un auditorio que optó por la poesía.

Un gaucho insufrible

El escritor Juan Gelman es considerado uno de los más grandes poetas contemporáneos. Fue galardonado con el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, en la FIL 2000; recibió el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2005 y este año el Cervantes.
Hijo en tercer grado (el único nacido en Argentina) de un matrimonio de inmigrantes judíos ucranianos: José Gelman y Paulina Burichson. Aprendió a leer a los tres años y pasó su infancia en bicicleta, tras un balón de futbol y de los libros.
Desde niño es simpatizante del Atlanta, club de futbol de su barrio, donde años después le pondrían su nombre a la biblioteca, algo que él considera “el homenaje más grande de su vida”.
Comenzó a escribir poemas de amor cuando tenía ocho años y publicó el primero a los 11 (1941), en la revista Rojo y negro.
Realizó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires. A los 15 años ingresó a la Federación Juvenil Comunista. En 1948 ingresó a la Universidad de Buenos Aires, para estudiar química. Poco después la abandonó para dedicarse plenamente a la poesía.
En 1975 fue enviado por Montoneros al exterior para hacer relaciones públicas y denunciar internacionalmente la violación de derechos humanos en la Argentina, durante el gobierno de Isabel Perón. Después se produjo el golpe de estado en marzo de 1976 que inició la dictadura militar autonominada Proceso de Reorganización Nacional e impuso un régimen de terrorismo de estado que causó la desaparición de 30 mil personas.
El 26 de agosto de 1976 fueron secuestrados sus hijos Nora Eva (19) y Marcelo Ariel (20), junto a su nuera María Claudia Iruretagoyena (19), quien se encontraba embarazada de siete meses. Su hijo y su nuera desaparecieron, junto a su nieta nacida en cautiverio. En 1990 fueron hallados los restos de su hijo. Gelman averiguó a través de la iglesia católica que su nuera había dado a luz, sin poder precisar dónde ni el sexo. La investigación sobre la suerte de su nuera y su nieta fue bloqueada, hasta la asunción del presidente Jorge Batlle, en 2000, año en el cual se reunió con su nieta. Actualmente Gelman radica en la ciudad de México.

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