Pioneras en la investigación de microbiota en colibríes

Investigadoras del CUCBA y CUCEI identifican bacterias benéficas y potencialmente peligrosas en estas aves. Advierten sobre impacto de alimentarlas con néctares comerciales

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Colibrí en el Parque Metropolitano, en Zapopan. Fotografía: Fernanda Velázquez

Mucho se ha estudiado sobre los colibríes, pero poco se sabe acerca de los microorganismos que viven al exterior e interior de sus cuerpos. Esta información es importante no sólo para conocer las bacterias que les podrían generar una enfermedad, sino para saber cuáles benefician a estas aves.

Por ello, investigadoras del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) son pioneras en esta materia, a partir de estudios que realizaron en varios puntos de Jalisco: en Zapopan, Tecolotlán y Tepatitlán.

Como parte de su investigación para la maestría en Ciencias Biosistemática y Manejo en Recursos Naturales y Agrícolas del CUCBA, Diana Vega Montes de Oca y Lizeth Noemí Raygoza Alcantar, analizaron ejemplares de la especie corona violeta (Leucolia violiceps), que a decir de las especialistas es la más común en Guadalajara.

Esto, a partir de trampas de red de niebla con las que capturaron momentáneamente varios ejemplares y tomaron muestras bacterianas de su plumaje y sus heces.

Fue toda una estrategia llevar a cabo este análisis, pues a decir de las jóvenes investigadoras había que identificar la zona de flores de donde se alimentan los colibríes y montar las trampas antes de que amaneciera, para no asustarlos.

Colibrí corona violeta («Leucolia violiceps») atrapado en la red de niebla para ser posteriormente procesado. Foto: Luis Ramírez

«Estuvimos al pendiente cada 20 minutos de las redes, para que no duraran más de ese tiempo en la red y que al extraerlos no los dañemos. En el Parque Metropolitano nos llegaron como 30 ejemplares de varias especies», dijo Lizeth Noemí Raygoza Alcantar.

Una vez capturados se les tomaba con guantes y se colocaban en una bolsita de manta para evitar que los ejemplares se estresaran. Después se les pasó un hisopo estéril por las plumas y su excremento, para después poner a las aves en libertad.

Ese proceso, que duraba hasta 15 minutos, se repitió en la zona agrícola agavera de la localidad de San José del Gracia, en el municipio de Tepatitlán, en la región Altos Sur de Jalisco; así como en el área natural de la Sierra de Quila, en el municipio de Tecolotlán, región Sierra de Amula del estado.

La intención fue conocer si los distintos entornos (urbano, bosque tropical y agrícola) influía en el tipo de bacterias que poseían.

«Los colibríes son importantes por su función ecológica, debido a que en todos los tipos de ambiente se han desarrollado con la estrategia de consumir néctar, que implica la polinización de las flores», detalló Diana Vega Montes de Oca.

Después del procesamiento de las aves, las muestras bacterianas se llevaron al laboratorio, donde se hicieron descubrimientos de gran aportación a la ciencia animal e incluso humana.

Investigadoras del CUCBA estudian microbiota de colibríes. Fotografía: Fernanda Velázquez

Bacterias para descomponer los azúcares

La dieta del colibrí se basa en insectos, de donde obtiene proteínas, y de consumir la mitad de su peso en néctar a diario.

Esto les da energía para abastecer un cuerpo de 3 a 6 gramos de peso que alcanza los 41 grados centígrados y que tiene un corazón que late mil 200 veces por minuto.

En ese proceso de asimilación es importante conocer las bacterias del tracto digestivo, una rama de la fisiología del colibrí que Diana Vega Montes de Oca investiga y del que poco se ha documentado.

«En el caso de los colibríes las bacterias son importantes para su rápido metabolismo, pues éstas tienen una función de absorber la enorme cantidad de energía que necesitan y obtienen de los azúcares», compartió.

«Encontramos bacterias degradadoras de azúcares en gran cantidad, en su corto tracto intestinal».

«Esto en un futuro podría servir como base para estudios de degradación de azúcar en la salud humana o la alimentación de cualquier otro tipo de animales».

Lizeth y Diana procesando al colibrí Corona violeta («Leucolia violiceps») en el Parque Metropolitano de Guadalajara. Foto: Hector Leal Aguayo

Identifican bacterias potencialmente peligrosas

El estudio que emprendió Lizeth Noemí Raygoza Alcantar tiene que ver con identificar los microorganismos que viven en las plumas de los colibríes y tras hacer un análisis en los tres puntos de Jalisco antes mencionados se llegó a importantes descubrimientos.

«Encontré la presencia del Acinetobacter baumannii, que es un patógeno que se ha registrado en aves en Nueva Zelanda que provoca enfermedad, mas no se sabe bien si en Jalisco ocasiona algún daño».

Ese hallazgo, dijo, se hizo en ejemplares de colibríes en la Sierra de Quila, donde existen zonas de ganado alrededor.

Ella asegura que se seguirá estudiando dicha bacteria, para conocer si sí puede perjudicar la salud de estas aves o si es inofensiva.

«De lo más interesante fue que también encontramos bacterias que son benéficas y que matan a otras cepas que viven en el plumaje».

«Había una mayoría del género Bacillus. Son simbiontes benéficos que producen compuestos antimicrobianos para matar otras cepas bacterianas, manteniendo el equilibrio en las comunidades bacterianas del plumaje del hospedero», externó.

Las investigadoras Lizeth Raygoza Alcantar y Diana Vega Montes de Oca del CUCBA, con su mentora Flor Rodríguez Gómez del CUCEI. Fotografía: Fernanda Velázquez

Detalló que las cepas se aislaron y se identificaron a partir de la secuenciación del gen ARNr 16S.

La investigadora recalcó que es importante estudiar las bacterias de los colibríes, porque entre más benéficas se identifiquen «es un indicador de que todo marcha bien o que no ha nada que altere su microbiota».

«Si encontramos especies que probablemente pueden ser patógenas es un indicador de que hay una alteración en el ambiente que esté beneficiando la exposición a este tipo de bacterias».

En este estudio, también participaron Leopoldo Díaz Pérez, Fabián Rodríguez Zaragoza, Verónica Rosas Espinoza y María E. Macías-Rodríguez, junto con la doctora Flor del Carmen Rodríguez Gómez, del CUCEI.

Néctares comerciales ponen en riesgo a colibríes

Durante la investigación de la microbiota, enfocada en colibríes de la ciudad, las investigadoras notaron que en muchos de los ejemplares sus heces eran de color rojo.

«Cuando esperábamos a que hicieran popó encontramos que era rojiza y eso era por el néctar comercial», dijo Lizeth Noemí Raygoza, sobre las muestras tomadas en el Parque Metropolitano.

«Nos preocupamos porque el néctar de las flores no nos había dado ese color, nos llamó mucho la atención e indagamos que podría ser por los colorantes en casas de las colonias aledañas«, manifestó.

Aseguraron que en las muestras de heces obtenidas de Sierra de Quila también hubo materia rojiza, pero era diferente pues ésta contaba con semillas que apuntaban a una dieta de pitayas, frutas que proliferan en la zona sur de Jalisco.

Colibrí corona violeta (Leucolia violiceps) adulto. Fotografía: Diana Vega

Flor del Carmen Rodríguez Gómez, profesora investigadora del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI) y quien asesoró a las investigadoras del CUCBA en sus estudios, advirtió sobre los peligros que se han documentado en investigaciones internacionales acerca de los néctares rojos.

«Se sabe que los néctares comerciales para colibrí, que tienen una composición de agua con azúcar y colorantes, afectan de cierta forma a la morfología de los colibríes«.

«Debido a éstas se han encontrado malformaciones en pollos al estar ingiriendo este néctar con colorante rojo 40«.

Ante dicho peligro, exhortó a la población a que no pongan bebederos con esta sustancia que se venden sin regulación y que, de lo contrario, si quieren atraer a colibríes a los hogares que planten flores, que es la comida natural de esta ave endémica del continente americano.

Recomendaron que si se desea poner bebederos, que éstos tengan sólo agua con azúcar y que estén a la sombra, pues si hace mucho calor o están expuestos al sol dicha mezcla se fermenta y convierte en alcohol.

De igual forma, esos recipientes deben lavarse a diario si hace calor o cada tercer día cuando es temporada fría o fresca.

«En Jalisco tenemos 25 especies colibrí de las 58 que hay en México, entonces tenemos prácticamente la mitad», recalcó la investigadora sobre la importancia de dichas aves en la entidad.

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