Orozco fuego expresivo

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080216 arte y gente fotos del instituto cultural caba–as, en el centro de la ciudad. foto giorgio viera.

El fuego es uno de los elementos más importantes en la obra del muralista jalisciense José Clemente Orozco. Las llamaradas están siempre presentes en su trabajo plástico. Orozco dominaba el color de ese elemento cautivador, inasible, energético, purificador, benéfico y destructor.
Sofía Anaya Witmman, catedrática de la Universidad de Guadalajara, explicó en el I Coloquio internacional Teoría e historia del arte, arquitectura y diseño que organizó el CUAAD, que Orozco plasma con trascendencia la mágica significación del fuego.
El color que representa a este elemento es el rojo, para muchos pueblos el primero de los colores, porque está ligado a la vida.
En la tradición griega el fuego tiene un origen divino, entregado por el dios Prometeo a los hombres. El mito refleja simbólicamente las etapas de desarrollo de la civilización humana.
“El expresionismo, estética de la negación moderna, le sirve a Orozco para pintar iconos en continua combustión. La llama se vuelve escultura y cada una de sus creaciones termina en un incendio que destruye a sus criaturas”, escribía Octavio Paz en Los privilegios de la vista II.
En 1925, Francisco Iturbe encarga a Clemente Orozco un mural para la Casa de los Azulejos en la ciudad de México, “Omnisciencia”, donde unas manos entregan una llama a otras manos. A partir de ese momento el fuego será un elemento recurrente en la obra orozquiana.
El fuego en Orozco es telón de fondo realzando las figuras a partir de sus contornos incendiados, como lo es en los murales “Cristo destruye su cruz”, “Catarsis”, “Los falsos líderes”, “La falsa justicia”, “El caballo bicéfalo” o “La rueda del tiempo”.
A veces, el fuego es antorcha humana: los grabados a punta seca y los grabados a caballete, y al Prometeo mexicano que es “El portentoso Hidalgo” de la escalera de Palacio de Gobierno de Guadalajara y “El hombre de fuego”, pintado en el Instituto Cultural Cabañas, ya que a partir de un gesto superior se entrega a los hombres incendiados.
Para críticos de arte como Raquel Tibol, “El hombre de fuego” es un poseído por las llamas de los ideales. Para Antonio Rodríguez significa la libertad. Juan José Bremen lo propone como un autorretrato: el Prometeo incendiado por su propia antorcha, como Orozco vivió y pintó la vida.
Para Sofía Anaya, “El hombre de fuego” tiene como origen la imagen de Dionisio, dios del trueno y del rayo. Dionisio no sólo está en la obra del Cabañas, sino en forma secuencial en sus diversas máscaras, desde los primeros murales del pintor hasta su muerte.

Dionisio en Orozco
La obra tiene tres velos trágicos: mitológico, esotérico y la filosofía de Nietzsche, que contrapone dos conceptos mitológicos: lo “apolíneo” (orden, equilibro, simetría, razón) y lo “dionisíaco” (desorden, desequilibrio, lo irracional, lo pasional, la exaltación de los sentidos).
Nietzsche decía que Dionisio es el héroe sufriente de los misterios de la osadía. Siendo niño fue despedazado por los titanes, siendo transformado en aire, agua, tierra y fuego. Lo cual lleva a considerar la osadía como la fuente de todo sufrimiento.
La tragedia griega tenía como objetivo evidenciar el sufrimiento de Dionisio, por ello, todas las figuras de la escena griega son tan sólo máscaras de aquel héroe imaginario.
De acuerdo a Sofía Anaya, “El hombre de fuego” es Dionisio (dios de las máscaras y transformaciones) en una de sus múltiples fases; aquí, el que nace después del descuartizamiento.
En la cúpula del Hospicio Cabañas se observa el viento en el cabello despeinado del hombre; la tierra es un ser que solamente muestra la espalda y el brazo; al agua se encuentra en los trazos azules, y en un hombre barbado que representa al el Doctor Atl, amigo de Orozco,.
“Orozco se las ingenió para representar en un único cuadro, los aspectos esotéricos del mito. Prometeo es una máscara más de Dionisio, creada por Orozco de una forma inolvidable”.
A Orozco le molestaba que interpretaran sus obras, el muralista prefería que el espectador llegara a sus propias conclusiones. Sin embargo, la fuerza que proyecta el hombre incendiado en el Cabañas, ha llevado a críticos de arte como Raquel Tibol o Sofía Anaya a querer interpretarlo.
Lo que sí es una verdad… Orozco nació en otoño, un 23 de noviembre de 1883, en Zapotlán el Grande. Según su horóscopo era Sagitario, y tenía al fuego como elemento.

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