Orlandoto

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Sus gafas de pasta y la delgada trenza que salía de su nuca hacían pensar que se trataba de un habitante más de la colonia Americana. Su moderna indumentaria aparentemente casual, dejaba ver que, muy al contrario, ésta había sido elegida con cuidado. Así conocí a Orlandoto hace ya varios años.

Si bien su imagen nos remite a un prejuicioso espacio de la taxonomía social local, basta escucharlo y ver la facilidad con la que sonríe, hace bromas y se sacude con inteligencia los embates de la burocracia administrativa para borrar las etiquetas que, quienes convivimos con él, le colocábamos. Diseñador gráfico y fotógrafo, Orlando Tonatiuh López, mejor conocido como Orlandoto, se ha formado en el vertiginoso universo de la publicidad, el diseño editorial y el periodismo cultural, mundos que le han ampliado exponencialmente sus intereses y han enriquecido su imaginación para crear dentro y fuera del mundo binario.

Cero pixel da nombre a la exposición que se inauguró el pasado viernes en el Salón LARVA en el que Orlandoto inicia su propio viaje a la semilla, una especie de aventura carpenteriana en la que como ocurre con los ascetas, que tras renunciar al alimento y pasar largos periodos de silencio esperan la iluminación, Orlandoto por vez primera hace un ayuno voluntario de las matrices numéricas y sus bits para recuperar  herramientas tan primitivas como la tinta y el papel.

Para Orlandoto más que un salto cuántico, este trabajo es un regreso a su historia: “Desde niño he dibujado y pintado, sólo que las circunstancias me llevaron a los medios digitales. Llevo nueve años conviviendo estrechamente con el mouse, las tabletas y con el monitor. Los resultados de toda ilustración terminaban en una serie de resoluciones y pixeles para que después fueran reproducidas sin límite. En este proceso me di cuenta que  el uso de layers, efectos y vectores, no remplazaron el boceto, el trazo a mano, las manchas y el sabor de la tinta, las morusas de borrador, el grafito, la libertad de las hojas sueltas y el error. Pensar en una pieza que ya no será modificada y que así quedará para siempre me hizo cambiar los clics por la tinta y así vivir una desintoxicación digital”.

El ojo, la única anatomía
Tensos músculos sostienen un ojo que sólo está conectado con el corazón, perfecto resumen de la anatomía según el artista. Hay en las veintitrés piezas que expone Orlandoto un viaje circular y obsesivo por la mirada humana y sus dispositivos, tanto fisiológicos como artificiales. La limpieza de su trazo dibuja una cámara análoga como la extensión de un cuerpo que privilegia el cerebro y el ojo, mientras el resto: brazos, torso y piernas, son apenas una armazón que sirve de trípode a la mirada, misión privilegiada del ser humano. Las experiencias que Orlandoto ha tenido en ámbitos como la fotografía, la publicidad y las artes se suman en cada pieza de Cero Pixel. Para el autor, se trata de su propia condición física, pues esta muestra está formada por “la geometría, la composición, el color, la imagen, el trazo y la luz, todas ellas las tengo tatuadas en la retina. Las ilustraciones están cargadas de literatura, trabajar para el periodismo cultural me enriqueció, la disciplina, la fantasía y el humor son los ingredientes extras”.

El cielo, un abismo
Cada artista construye en su trayectoria su propio observatorio, un mirador hecho de sus filias y sus fobias, de sueños, recuerdos y pesadillas. Orlandoto tiene clara esa visión original: “De niño disfrutaba pasar horas volteado de cabeza imaginando un mundo al revés, en donde el fondo o el abismo era el cielo”. Y ese lienzo lo ha ido poblando con sus creaciones, los personajes de su bestiario personal: “Siempre me han atraído los insectos y sus formas imposibles, los pollos, la anatomía humana y animal, las arterias, los miedos, las máquina, la muerte, el amor, el humor y la fantasía. En Cero Pixel comparto un pedazo de mí, de mis pupilas. Esta experiencia frente al papel y la tinta me hace más humano, menos máquina”.

Cero Pixel permanecerá abierta de lunes a viernes de 10 a 19 horas; y sábados de 10 a 15 horas, en Salón Larva.

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