Noventa minutos de delirio

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Gustavo Domínguez buscó ser fiel a la mirada del mundo de Alejandro Colunga en Fogonero del delirio (2011), película que será exhibida en el Cineforo de la Universidad de Guadalajara, del 13 al 19 de julio. Para el cineasta la obra del pintor es inspiradora y detonadora de otras mentes, incluso la propia.
Esta pieza cinematográfica, de 90 minutos, es un recorrido visual, exploratorio y curatorial por la vida y obra de Alejandro Colunga, uno de los artistas más emblemáticos, contradictorios y sorpresivos de las últimas décadas del arte mexicano. Familiares y amigos cuentan sus anécdotas con el artista, construyendo con sus testimonios su historia. Uno de éstos lo da su hermano. Cuando él se enteró de que Alejandro Colunga abandonaba la carrera de arquitectura con la intención de convertirse en pintor, le dijo, sin adivinar lo alto que llegaría: “Uno de mil pintores, uno se mantiene más o menos y de un millón de pintores, uno sale genial”.
En una de las secuencias, personas invidentes tocan las obras de Alejandro Colunga y narran sus sensaciones al tacto. “Eso sorprendió mucho al pintor. Incluso confiesa que derramó lágrimas de emoción”, contó el director del largometraje en rueda de prensa organizada por TV Abierta Universidad de Guadalajara.
Para hacer realidad el cortometraje “fue necesario partir de la investigación hemerográfica, de conversaciones con Alejandro, así como con su familia y amigos”, señaló Gustavo Domínguez.
La investigación fue convertida en imágenes y en escenas, con filmaciones en Guadalajara, Puerto Vallarta, Puerto Escondido y La Habana, Cuba. El rodaje duró siete semanas. El guión es de Dante Medina, con las adaptaciones del director y Jorge de la Cueva Vergara. La película no es biográfica. El director recrea e interpreta la visión del mundo de Alejandro Colunga.
El largometraje ha sido clasificado dentro del documental. Sin embargo, no lo es en el sentido riguroso de su término, ya que está mezclada la ficción, la dirección de arte a cargo de Sofía Carrillo y en la animación, bajo la dirección de Rita Basulto, aparecen personajes sacados de la obra del pintor tapatío.

El paraíso infantil
Gustavo Domínguez conocía a Alejandro Colunga por relaciones de trabajo. Los acercamientos con el pintor fueron breves. También apreciaba su obra. Cuando le tocó tratarlo para hacer el largometraje, descubrió que Colunga “no ha perdido ese paraíso infantil que potencia la imaginación. Incluso, me encontré en ese reflejo yo también”.
La película fue hecha a raíz de una convocatoria lanzada por Cinefusión para hacer un filme basado en la figura del pintor Alejandro Colunga. El ganador fue Gustavo Domínguez.
Fogonero del delirio es una producción de la Universidad de Guadalajara, con apoyo de Eficine 226, estímulo fiscal a la producción cinematográfica en México. El proyecto implicó un costo de alrededor de tres millones de pesos y reúne a creadores locales, así como a técnicos experimentados. El equipo de producción fue formado por alrededor de 40 personas y cerca de 200 personajes intervinieron en el filme.
La cinta incluye un sound track, el primero de una película tapatía, con la producción de Música UdeG, de 46 minutos.
Los temas musicales evocan atmósferas, lugares y tiempos. Hay géneros y ritmos diversos, como el danzón, bolero, música religiosa, jazz, rock, mariachi, de circo, contemporánea y ritmos caribeños, bajo la dirección de Mario Osuna Tamayo. Participaron los compositores Troker, Radaid, Jaramar, Gerardo Enciso, Marcos García, Héctor Aguilar, Roberto Santana, Alfredo Sánchez y el mismo Osuna.
A Gustavo Domínguez le tomó dos años y medio realizar el proyecto, desde la concepción de la idea hasta la finalización de la película. El trabajo fue placentero y obtuvo grandes recompensas. La cinta ha sido acreedora a dos premios: Al mejor largometraje por la Academia Jalisciense de Cinematrografía, dentro del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG 26), y Mejor documental de la sección arte del V Festival de la Memoria. Documental Iberoamericano.
Una buena filmación para Gustavo Domínguez debe ser expresiva, atraer estéticamente al espectador, tanto con su imagen y sonido. En lo narrativo tiene que ser clara, evocar situaciones, emocionar, reflejar al personaje, a su obra y a su ciudad. Todas estás características cumple Fogonero del delirio.
El largometraje será exhibido, además, en Monterrey, en agosto y en el Distrito Federal, en septiembre.

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