No es culpa del clima

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Nueve pesos kilo, advertía el cartel improvisado sobre una penca de plátanos. “Estaba a 10 pesos hace una semana y se va a poner más caro por lo de Tabasco”, explicaba el vendedor. Las consecuencias económicas de las inundaciones en el sureste se sienten en todo el país, ante el desabasto y encarecimiento de ciertos alimentos.
Este hecho podría ser sólo una muestra. Ciudadanos de países del norte de Europa sufrían también severas tormentas e inundaciones a inicios de este mes. El cambio climático, sumado a la indolencia y corrupción de los gobiernos en México y otros países, traerá serias consecuencias a la población, sobre todo a los más pobres y desprotegidos.
En el último lugar de la cadena de fenómenos que conlleva la mutación del planeta está la población. Los hombres, mujeres y niños de cualquier parte del mundo que sufrirán cada vez más desastres naturales, tendrán menos fuentes de alimento, más enfermedades y hambre.
En un reporte presentado en abril de este año, el Grupo de trabajo II del Panel intergubernamental de cambio climático de la ONU, conformado por especialistas de varios países, incluido México, estimó que el incremento de uno a tres grados en la temperatura media global en los próximos años, podría traer cambios en la salud y la seguridad alimentaria de la población, sin contar las consecuencias económicas.
Con un nivel de confianza de 80 por ciento, los especialistas concluyeron que, en las zonas costeras, millones de personas podrían experimentar inundaciones cada año, malnutrición, diarreas y enfermedades cardiorrespiratorias infecciosas, a causa de las temperaturas extremas.
Habría además una mayor morbilidad y mortalidad, como producto de las ondas de calor, inundaciones y sequías. Cientos de millones de personas estarían expuestos a la escasez de agua y la baja productividad de artículos agrícolas y pesqueros.
Países como México sentirán en mayor medida los efectos del calentamiento global. La pobreza que impera en casi la mitad de su población y la falta de estrategias de mitigación y adaptación, lo hacen vulnerable.
Carlos Gay, director del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, y miembro del grupo de trabajo de especialistas de la ONU, anticipaba en 2001 que la transformación del clima mundial, traería consecuencias sociales y económicas para el país.
La agricultura y el abastecimiento de agua son dos elementos que cambiarían drásticamente. Con base en el Estudio de país realizado en 1994 por diversos especialistas, Gay dice que “áreas que en la actualidad son medianamente aptas para el cultivo del maíz desaparecerían”, mientras que “la administración de los recursos hídricos se complicaría”, pues habría escasez de agua en el norte y exceso de este recurso en el sur.
Como consecuencia, “los asentamientos humanos serían vulnerables en cuanto a la satisfacción de sus requerimientos de agua y comida, además de requerir, posiblemente, un consumo mayor de energía para el control de la temperatura en casas e industrias. (…) Asimismo, la incidencia de algunas enfermedades transmitidas por vector (fiebre amarilla, dengue, malaria, además de las clásicas enfermedades gastrointestinales) se podría ver incrementada”.
A pesar de este escenario a todas luces preocupante, las autoridades mexicanas han hecho poco para amortiguar los efectos del cambio climático en el país.
Greenpeace dijo en un comunicado que la paulatina desaparición de ecosistemas en todo el territorio nacional, “ha aumentado significativamente la vulnerabilidad de amplias regiones del país a eventos climáticos”.
Las políticas públicas en los tres niveles de gobierno han permitido que México perdiera la mitad de sus bosques en los últimos 50 años, y que el Caribe registre la tasa anual de manglares más alta del país, “principalmente por la construcción de desarrollos turísticos”. Los manglares atenúan las inundaciones y minimizan los efectos del oleaje provocado por huracanes y tsunamis.
“En el corto plazo no hay acciones ni políticas con las que se busque analizar la vulnerabilidad y tomar las medidas necesarias para reducirla, o en su caso, adaptarse a los cambios en el patrón climático”, advierte el organismo internacional.
En el Reporte sobre las acciones de México en materia de acción climática (sic) entregado a la Cámara de diputados, la Comisión intersecretarial de cambio climático, del gobierno federal, hace un recuento de “importantes esfuerzos del gobierno mexicano” para mitigar este fenómeno.
Destaca programas de las comisiones nacionales Forestal y de íreas Naturales Protegidas, y las unidades de Manejo sustentable de vida silvestre, así como “acciones desplegadas junto con la PROFEPA, el ejército mexicano y las autoridades locales para evitar la tala clandestina y los incendios forestales”.
Dicho documento, presentado el 17 de septiembre de este año, enfatiza que México está entre los países en desarrollo que más esfuerzos institucionales han invertido en la adaptación al cambio climático, “para desarrollar capacidades y mejorar su desempeño en la gestión integrada de zonas costeras, recursos hídricos y combate a la degradación de tierras”

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