Mercedes Sosa cantora de todos

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Las peñas eran locales íntimos donde se congregaban los jóvenes de hace tres, cuatro décadas, con un escenario nutrido por los propios asistentes y sus guitarras; era el tiempo de la trova, y la “nueva canción”, de la reivindicación de los sonidos folclóricos, de la búsqueda de una identidad americana, del sueño bolivariano, de las canciones de protesta y sus letras peligrosas para las dictaduras que en esos tiempos regían a América Latina: Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Brasil, Colombia, Panamá, Nicaragua, Honduras, Guatemala, Haití y República Dominicana.
En esas mesas iluminadas por una vela se oía con frecuencia una voz femenina potente y de magníficos tonos graves, diciendo letras llenas de poesía, esperanza, compromiso social, amor por el pueblo, las minorías, los marginados, los reprimidos, llenas de igualdad, libertad y fraternidad… la voz de Mercedes Sosa.

“La voz de Sudamérica”
Nacida en el 9 de julio de 1935 en la provincia más pequeña de Argentina, Tucumán, “La Negra” grabó su primer disco a los 28 años, La voz de la zafra; pero no fue sino hasta tres años después, en 1965, que adquirió notoriedad nacional, cuando Jorge Cafrune la subió al escenario del Festival Folclórico de Cosquín a pesar de la oposición de los organizadores.
El éxito fue tal que inmediatamente la contrató el sello PolyGram para grabar su tercer disco, Yo no canto por cantar, que ya desde el título anunciaba su fidelidad al manifiesto del Movimiento del Nuevo Cancionero, que había firmado en el 1963 junto con músicos de fuerte raíz folclórica radicados en Mendoza, donde ella vivía por entonces.
El manifiesto declaraba la necesidad y la búsqueda de “una música nacional de contenido popular”, como parte de una toma de conciencia del pueblo argentino en general. Entre los objetivos de este “movimiento literario-musical” se contaba estimular el espíritu crítico así como alentar la creación de nuevas formas interpretativos que enriquecieran la sensibilidad y cultura del pueblo, y por último afirmar que “el arte, como la vida, debe estar en permanente transformación y, por eso, buscar integrar el cancionero popular al desarrollo creador del pueblo todo para acompañarlo en sus sueños, sus alegrías, sus luchas y sus esperanzas”.
La popularidad que alcanzó a partir de entonces pronto trasgredió las fronteras llevando no sólo sus canciones, sino las de otros cantautores que admiraba (Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui) por toda América Latina, España y Francia. En estos últimos dos países, además, porque pasó en ellos los años de su exilio, durante el mandato militar de Rafael Videla en la Casa Rosada.
Entonces estaban prohibidas varias de sus canciones que, sin embargo, ella insistió en seguir cantando. Arrestada en pleno concierto en 1978, la escena no puedes ser más explícita y directa sobre el peso y el significado de su canto, un canto por oficio y no por profesión, por convicción y no por remuneración.
También en Chile fue considerada persona non grata bajo la dictadura de Augusto Pinochet: en 1988 se le prohibió la entrada por un decreto que también señalaba a la cantante estadounidense Joan Baez, y como ya se había hecho con Joan Manuel Serrat. Uno de los responsables de esta censura, Alberto Cardemil, entonces subsecretario del interior y actual senador chileno, calificó recientemente a Mercedes Sosa de “activista política ligada a la extrema izquierda” y dijo que “si en ese momento se dictó esa orden, por algo será. Precisamente medidas de excepción como esa hicieron que el país […] recuperara la democracia en que ahora estamos”, según informa el diario en línea www.cambio21.cl. Esta declaración ha sido recibida con repudio por los admiradores de Sosa, y fue rápidamente agregada al artículo de Wikipedia de su biografía, que desde su muerte ha crecido de manera descomunal.

Si se calla el cantor…
Mercedes Sosa falleció este 4 de octubre, a los 74 años de edad. Su canto se ha callado, y como bien vaticinaba su canción, murió la vida: “Porque la vida, la vida misma es todo un canto”.
Pero la esperanza, la luz y la alegría no se quedaron solos, como reza la misma letra: los humildes gorriones de los diarios, los obreros del puerto, y el pueblo argentino entero mostró su dolor en un funeral masivo que gritaba a todo pulmón “¡No se va, ‘La Negra’ no se va!”, y que atestó los alrededores del Congreso de la Nación en Buenos Aires, donde se velaron sus restos con los más altos honores y un decreto de cuatro días de luto nacional.
En su página oficial, un desplegado de sus familiares habla a los seguidores “desde ese lugar íntimo, lejos de la severidad y la dureza de los comunicados oficiales: porque sabemos que también la quisieron y la siguen queriendo”; más de tres mil comentarios de todas partes del mundo y de personas de todas las edades que no hallan mejor forma de decirle a Mercedes hasta qué punto los ha conmovido y acompañado a lo largo de su vida; en Tucumán se organizó un concierto en su homenaje en el que cantó León Gieco, la prensa no deja de publicar opiniones y reportajes, y Joaquín Sabina ha publicado un poema para ella, “Violetas para Mercedes Sosa”. todo son mil y un formas de decir “Chau, ‘Negra’. Y gracias”.

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