María Azucena Ocampo Guzmán

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A la tendencia de los estudiantes de dejar las tareas hasta el último momento, se le conoce como “procastinación académica”. El análisis de esta conducta en su tesis de maestría en Investigación Educativa del CUCSH, le permitió a María Azucena Ocampo Guzmán ganar el Premio ANUIES 2019 por el trabajo “Participación de las percepciones de la evolución del aprendizaje y las emociones de logro en la procrastinación académica universitaria”.

“El proyecto tiene como tema central el hecho de la procastinación académica. El término es poco conocido pero muy común. Se trata de dejar todo al final. Es común decir que es parte de la cultura, decimos la frase: ‘A la mexicana’. Pero estudiada desde la psicología, pues la procastinación académica va más allá de un simple acto de flojera. Hay muchas teorías que lo explican, una de éstas la concibe como acto de delegar para evitar cierto tipo de emociones. Cuando relegamos queremos evitar una sensación negativa, como el miedo a la evaluación, porque en nuestra cultura se percibe a la evaluación como un juicio y no como proceso de mejora. Es lo que estudié en mi tesis”.

¿Qué podría hacerse para evitar esa procastinación?
Ante una evaluación de carácter positivo los estudiantes no dilatarían tanto sus actividades, al contrario que ante una evaluacíon destinada a recibir una calificación. Otras veces dejamos de lado que el estudiante no es consciente de su proceso. Decimos que es por su carácter de joven, que prefiere hacer sus actividades personales o sociales. Y sí, los jóvenes no sólo dan prioridad a la vida personal sino a lo que es nuevo para ellos. La parte universitaria no es la única, sino también la personal. Los alumnos son pragmáticos, no eligen algo que les molesta: hacen lo que les va a traer mayores beneficios, personales o de aprendizaje, algún tipo de recompensa particular. Se trata de empezar a repensar en los estudiantes como personas que comparten diferentes experiencias.

¿En qué consiste este premio que has ganado?
El 30 de septiembre, la ANUIES lo otorgó a quienes hayan presentado una tesis de maestría enfocada a la población de educación superior. La participación es voluntaria, y me escribí por recomendación de mi directora, la doctora Verónica Ortiz, quien en su momento fue premiada y veía características y fortalezas en mi trabajo. Elaboré el resumen ejecutivo, limpié la tesis, sin nombre de autor ni de directores, para que haya imparcialidad en el concurso. Y se envió y afortunadamente salió premiada.

¿Cuál es tu sentimiento por haber obtenido este premio?
Es una gran alegría y me siento orgullosa y más que nada honrada, porque se empiezan a escuchar este tipo de temáticas, que aparentemente son más cuantitativas y precisas. Es como empezar a mirar a los estudiantes más allá de calificaciones e indicadores y como personas que son, más allá de regímenes establecidos y procesos protocolarios teóricos que, si bien sirven, hay que empezar a aplicarlos con el enfoque humanista. Todos somos personas que participamos en la sociedad y todos sentimos. Todos nos manejamos a partir de las emociones en grados diferentes, pero todos somos humanos. Recibir este premio es el orgullo de que ellos consideren que mi trabajo contribuyó de una forma importante y lo siento como verdadera compensación a toda la labor que conllevó. Sé todo lo que tuve que vencer en el tema teórico, las barreras mentales y conceptuales y todo lo que tuve que leer, el tiempo que se invirtió, el apoyo de mis profesores y de ir a un lugar a otro. El trabajo de campo y todo lo que queda ahí es la parte fundamental de que este pequeño conocimiento se haya logrado.

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