Manchester por una noche

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Evocación a The Haí§ienda. Noche cubierta por espesas bocanadas, entre el paisaje industrial y los vestigios de una tormenta. Los sonidos de Factory Records se alzan para invocar la memoria de Tony Wilson. Sahumerio de anarquía. Es la segunda ocasión para Peter Hook en esta ciudad, pero esta vez el motivo es distinto. La música no proviene de tornamesas, es una sesión en directo. Momento de homenaje, instante que simboliza un preciado regalo para los prosélitos de Joy Division.
“Deep ocean, vast sea”, de Peter Murphy, da la bienvenida a los secuaces. Música proveniente del underground inglés. En las alturas del escenario puede observarse el retrato de frecuencias deformadas, alteradas, una imagen conocida. Peter Hook fija su mirada en el horizonte, cruza los brazos y observa la escena. Es la noche de Unknown Pleasures, punto de partida para una historia con aroma a Manchester, álbum que selló el destino de una agrupación. Es la noche de tributo a la música, palabras y visiones de Ian Curtis.
Peter Hook toma su bajo, la leyenda en su camisa es inquietante: “Love will tear us apart”. El comienzo: rabia, melodía y distorsión, percusiones sofisticadas que recuerdan aquella legendaria transmisión al lado de Tony Wilson. “Disorder” es el llamado para la insurrección. Peter Hook en la voz. Un tono profundo acompaña el recorrido musical. La música es cruda, primitiva y perfecta. Sucesión y entonación de himnos. “Insight” señala el abandono de temores y los susurros de Ian Curtis recorren los oídos. Claroscuros, maldiciones, anhelos acompañados de seductoras armonías, siempre entre un juego de sombras. “She’s lost control” se escucha como nunca, es la inspección de los deseos y las traiciones, es Joy Division.
La danza y los saltos otorgan vida a la vieja fabrica, incendio entre la oscuridad. “Day of the lords” sacude la razón para continuar con “New dawn fades”, raíz de un sonido sombrío y fascinante. “Digital” provoca un temblor. Peter Hook celebra y canta, la noche crece y la banda suena precisa. Manchester, fría y secreta, arquitectura ligada íntimamente a la obra de Joy Division, así arrolla “Transmission”. Los primeros rasgueos de una guitarra avisan a la batería que es momento de marcar la entrada para una penetrante melodía, un canto que mezcla dolor y euforia: “Love will tear us apart”. Gritos, baile y un canto que acompaña a un sintetizador dulce y perverso. Ya nada es igual.
El homenaje final es demoledor. Asalto a las conciencias. El blanco y el negro a través de “Atmosphere”, música que encarna belleza y caos. Esencia de una agrupación que no se diluye con el tiempo. Obra que es un recordatorio: “No camines en silencio”. Una noche con Peter Hook y una historia llamada Joy Division. Todo está consumado.

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