Malú Huacuja del Toro

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El suicidio y otros cuentos es una compilación de historias “para después de suicidarse”. De acuerdo con la escritora mexicana Malú Huacuja del Toro, quien actualmente vive en Nueva York —y desde donde responde a estas preguntas—, “este libro es una colección de textos que abordan el sentido de la vida en sociedades donde impera la cultura de la satisfacción instantánea”.

¿Cuáles fueron las razones que te llevaron a dedicarte a escribir?
Como mujer nacida en el eje de nuestra centralizada cultura, y feminista, de la generación posterior a la omnipresencia de los líderes del ‘68, escribo para que me odien. En mis tiempos de juventud estaba de moda la “literatura de mujeres”, una apología de la cursilería para trivializar las verdaderas diferencias de género y defender las desigualdades sociales. En aquel entonces no existían las escuelas de escritores ni los talleres del Fonca; lo cual, a la postre, creo que fue una gran ventaja para mi generación, pues dudo que pueda enseñarse a escribir, lo que no quiere decir que no haya que estudiar, y mucho.

Ya era yo una novelista premiada y me ganaba la vida escribiendo guiones. Solamente Vicente Leñero, José Revueltas y algunos otros pocos lo habían hecho, y aun así en ciertos círculos se juzgaban “menores” a esos grandes autores que no estudiaron en ninguna escuela. En esas circunstancias todavía no se consideraba “literatura” al guionismo, incluso un afamado literato me dijo que yo jamás iba a llegar a ningún lado escribiendo guiones. Dos años después él formaba parte del Consejo Consultivo de Guionismo del IMCINE y otorgaba financiamientos a los guiones de su esposa. Algo que para mí simplemente quiso decir: “No vas a llegar a ningún lado con el guionismo… si no eres la esposa de alguien”. Y no, nunca fui “la esposa de”. Mi trabajo se recomendó solo, hasta donde se pudo siendo mujer en esos tiempos. Fui la creadora de una antitelenovela paródica: Amor por televisión, producida por la ahora inexistente Imevisión y bajo la dirección de Alejandro Gamboa. Así que algo habré hecho bien a pesar de escribir para que me odien.

¿Cómo concibes la escritura en tu vida?
De alguna forma me sucede lo que a Bárbara, el personaje de la primera historia de El suicidio y otros cuentos: ambas crecimos en un mundo con una semántica desquiciada, con leyes que existen sólo para desobedecerse, ladrones que son policías, gobiernos que desgobiernan, amas de casa que hacen las labores del Ministerio Público para encontrar a los asesinos de sus hijas a causa de jueces que no hacen justicia. Eso ha ocurrido también con escritores que sólo buscan poder, aunque no el de nombrar el mundo; como algunos con quienes estudié y trabajé que se veían a sí mismos dando conferencias o sentados en un bohemio lugar, tomando vino y escribiendo. Pero pensarse a sí mismo escribiendo algo grandioso, no es lo mismo que sentarse a escribirlo.

¿Por qué has elegido la narrativa y la dramaturgia, dos expresiones literarias con marcadas diferencias?
Por sus diferencias, precisamente. Me ha apasionado desde muy pequeña el estudio de los distintos lenguajes: ¿en qué se diferencia el dramatúrgico del novelístico, o del cinematográfico, o del radial? La escritura de teatro requiere habilidades muy diferentes que reconozco en los escritores mexicanos que fueron a la vez novelistas y dramaturgos, como Jorge Ibargüengoitia o Elena Garro. Me encanta esbozar y tratar de resolver ese misterio. Así lo hice en Un dios para Cordelia: me planteé qué es lo exclusivamente novelístico; qué historia podía no ser cine, tampoco teatro. Y diez años después que me propusieron convertirla en película me encantó el reto por tener que adaptarla.

Háblanos sobre el libro que estás por presentar en FIL, El suicidio y otros cuentos.
En términos formales es para mí un experimento de cinematografía sin guión, pues está contado como una película que comienza y termina con la misma pregunta, pero con otros personajes y en otro tiempo. Los cuentos para después de suicidarse versan en torno a tres facultades que el cine permite disfrutar de manera inmediata: la lengua hablada, la vista y el oído. La idea es que el público virtualmente asista a ver cualquiera de estas historias sin tener que comprar un DVD pirata. Cabe añadir que el libro incluye una selección de algunas de las Crónicas anticonceptivas que se habían publicado previamente en una edición muy limitada y que mucha gente no pudo leer.

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