De acuerdo con el darwinismo oficial, la competencia es un comportamiento universal del que los seres vivos se valen para luchar por su supervivencia. Esta competencia se origina por el pretendido desequilibrio entre el crecimiento exponencial de las poblaciones y el crecimiento lineal de los recursos para la supervivencia. El resultado es que sobrevive el más apto.
La microbióloga y evolucionista de nuestro tiempo, Lyn Margulis, rechazó la existencia de la competencia como forma universal de relación entre los organismos. En cambio, enfatizó el papel central que juega o puede jugar la cooperación entre individuos, incluso de especies diferentes, tanto en los procesos micro como macroevolutivos.
Fue una visión pluralista. Junto con otros evolucionistas, como Stephen Jay Gould, Richard Lewontin, Richard Levins y Susan Oyama, o filósofos de la biología, como John Dupré.
Margulis explica la evolución de las especies como un proceso que tiene numerosas dimensiones y aspectos ontológicos y explicativos, desde el molecular hasta el de los ecosistemas y la biósfera toda, pasando por los niveles celular, tisular, individual y poblacional, cuando menos.
Ella sostuvo que dentro de cada uno de esos grados ocurren interacciones que se proyectan a los demás niveles, y todos estos contribuyen a producir la evolución de las especies. Este es un modelo enriquecedor e integrador que rechaza la pobreza de la explicación genocéntrica, que insatisfactoriamente explica las características de los seres vivos únicamente como resultado de la simple transmisión de información desde los genes y la mutación en éstos como el único mecanismo de la evolución.
Estas contribuciones por sí solas hacen de Lynn Margulis una de las figuras centrales en la biología evolutiva desde la segunda mitad del siglo XX. Mucha de su prolífica producción está redactada en un lenguaje sencillo, accesible a un amplio público y de un estilo apasionado y apasionante, cargada siempre con fascinantes y sólidos argumentos filosóficos holistas y dialécticos. Hay quienes consideran que sentó las bases de la biología moderna con esta teoría.
En 1971 publicó en la revista Scientific American un histórico artículo en el que resumía el resultado de sus investigaciones hasta ese momento. Su planteamiento era innovador: las células llamadas eucariontes (las que tienen núcleo, mitocondrias, cloroplastos) se habrían originado a partir de un proceso de simbiosis entre distintas especies de procariontes, las cuales, a lo largo de millones de años, desarrollaron su capacidad para cohabitar en el interior de otras, otorgando y recibiendo beneficios entre sí.
El tiempo hizo que su teoría fuera reconocida con el nombre de teoría de la endosimbiosis seriada. Esta teoría aporta buena cantidad de elementos que enriquecen la teoría evolucionista, paradójicamente por medio de la refutación de algunos de los postulados del darwinismo aceptado por todos.
Según los seguidores de la maestra, lo anterior ocurre en los siguientes aspectos: la concepción del organismo como agente activo de su propia evolución; el darwinismo ortodoxo expresa que los organismos se adaptan siempre a las condiciones de su medio, y la selección natural asigna un papel de adaptación pasiva a los organismos.
Margulis, con su modelo, renuncia a aceptar que los organismos jueguen ese papel pasivo de la evolución. Sin descartar la selección natural como mecanismo de ésta, implícitamente manifiesta que toda la evolución es lo contrario de la pasividad. Ella afirma que los organismos se encuentran en constante actividad, que son capaces de construir sus propias condiciones de supervivencia, y de señalar las líneas de su propio cambio. Así, toda la naturaleza es un ente dinámico e interactuante en todas sus expresiones.
El ámbito de la biología evolutiva y de la ciencia en general se encuentra de luto por el fallecimiento de esta microbióloga estadounidense que murió sin ver el reconocimiento internacional a su avanzada teoría, el 22 de noviembre de 2011, a la edad de 73 años.
Lynn Margulis estudió en la Universidad de Chicago y su vertiente de estudios fueron las cuestiones de genética y biología celular. Estudió durante muchos años diversos problemas de las interacciones y procesos hereditarios dentro de las células.
En su intensa actividad no desaprovechó la oportunidad de hacer divulgación de la ciencia. En ese nivel estuvo como invitada de la Universidad de Guadalajara por lo menos en tres ocasiones. Los que tuvieron la fortuna de escucharla, la recordarán como una persona apasionada y combativa, dispuesta a defender la verdad científica en todo momento.
*Divulgación científica. Unidad de Vinculación y Difusión.
Coordinación de Vinculación y Servicio Social.
