Luis G. Abbadie

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Hay distintas definiciones de lo que es el terror en la literatura que ofrecen variantes de acuerdo a las épocas y posturas de algunos escritores. La afirmación es de Luis G. Abbadie, quien es experto en el tema y es autor entre otros libros de: El último relato de Ambrose Bierce (1995), El grito de la máscara (1998), Códice Otarolense (2002) y Noches Paganas. Cuentos narrados junto al fuego del Sabbath (2008).
“La idea de H. P. Lovecraft de que el terror más intenso es el miedo a lo desconocido, creo que es lo más básico —dice Abbadie—, pero es engañoso, porque muchos dicen que las cosas más familiares y ya conocidas también nos asustan: el dolor, el sufrimiento, la pérdida… y la muerte no propia, sino la ajena. En ese caso, el temor a esas experiencias es lo que se puede reflejar en la literatura también. La literatura es un tanto catastrofista cuando se trata del terror, a causa de que muchas veces nos encontramos con situaciones más dramáticas de las que nos hallamos en la vida real, donde se puede poner en riesgo familias enteras, ciudades y mundos completos…”

¿Hay diferencia entre terror y horror?
Sí, existen. Hay dos posturas imperantes. Una define al terror como aquel que se produce por lo psicológico, basado en posibilidades potencialmente reales; el horror tiene elementos sobrenaturales. Yo me inclino por la versión de Stephen King: ‘El terror es la emoción más sutil, la que se sugiere y se implica y de esto se produce el miedo; el horror es lo que alcanza a mostrar aquello que es horrible y produce miedo’.
Lo siguiente es donde se produce literalmente el asco: y es en donde se origina la confusión entre estos términos, debido a lo mostrado por el cine. Cuando ruedan las vísceras y brota la sangre no es ni terror ni horror, es el asco.

¿Hay algún fundador del terror en la literatura?
Es difícil señalar a uno. Tenemos a Horace Walpole, autor de El castillo de Otranto (1764), como fundador de la época gótica del terror, pero no fue el primero, pues ya existía el poema La novia de Corinto (1797), de Goethe, y se pueden señalar textos antiguos de los babilonios, El descenso de Inanna, que tendrá cinco o seis mil años de haberse escrito en Sumeria.
A Edgar Allan Poe se le señala como un parteaguas, pero él no fue el inicio de algo, sino el final de la época gótica del terror. Es el momento en el cual pasamos del escenario exótico al horror más cercano de la experiencia inmediata que uno vive. Poe comenzó a apartarse en algunos casos del castillo gótico, y a traer el horror al ambiente que vivía en su tiempo, que fue la época moderna.
A Stephen King se le puede colocar como un hito también, pues definió el concepto de la novela de terror; antes hubo este tipo de novelas, pero fueron completamente experimentales. King abrió, en todo caso, nuevas posibilidades para la novela de terror como se le conoce ahora…

¿Actualmente es posible la literatura de terror y de horror?
Es tan posible como que en los últimos años se vive un renacimiento del género en la literatura.

¿Qué tan distantes están el terror y lo fantástico?
Se entrelazan. Se entremezclan. Se traslapan. No es exclusivo el terror de lo fantástico, ya que la mayoría de la literatura de terror tiene elementos fantásticos; sin embargo, hay un punto en el cual si se utiliza una fantasía demasiado explícita puede perderse el terror…

Eres de los pocos escritores dedicado casi exclusivamente a la literatura del terror, ¿qué tan sencillo es para un autor de Guadalajara, en unas circunstancias político-sociales particulares y definidas, escribir literatura de este género?
Creo que es fácil, pues no faltan posibilidades. Las épocas de angustia social han sido los momentos en los que más ha proliferado la literatura del terror. La excepción podría ser al final de la Segunda Guerra Mundial, por haber sido un caso distinto a casi todos, debido a que en ese caso no había un momento de angustia, sino la opresión de la Guerra Fría. Pero cuando existe la crisis, la inseguridad, y cuando lo cierto o establecido se tambalea, es cuando aparece la necesidad de la literatura del terror. Y es una especie de catalizador de las emociones que se viven a través del arte y, en este caso, la literatura del género.
En una ciudad donde la gente se siente insegura, y existe una enorme confusión tanto en el gobierno como en la propia sociedad, con una violencia creciente que le impide salir a la calle totalmente a salvo, se gesta la angustia de la que nace el terror —el terror literario en particular, claro—; es la representación ideal en la cual puede inscribirse la ilustración de una novela de este género: en ésta circunstancia sitúas a un habitante promedio de nuestra sociedad y sus experiencias se transforman en una metáfora, podríamos decir, universal.

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