Los peligros de meterse en Honduras

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El hombre extiende los brazos, se tira a tierra y exclama: “¡Gracias Dios por salvarnos de estas honduras!” No fue Manuel Zelaya, presidente depuesto de Honduras a su arribo forzado a Costa Rica, sino Cristóbal Colón al llegar a las costas de lo que hoy es un país vital para Centroamérica: la República de Honduras.
Honduras comparte, junto con México, historia y vicisitudes hasta la promulgación de su independencia. Formó parte del territorio mexicano durante el breve imperio de Agustín de Iturbide. Hoy se encuentra en medio de una disputa interna con impacto externo. Unos hablan de golpe de Estado. Las autoridades de facto en estos momentos lo denominan conflicto entre poderes y destitución legal del presidente en funciones.
Para el doctor en estudios latinoamericanos, Jaime Preciado Coronado, lo sucedido en Honduras se añade al historial de golpes de Estado en la región: “Los elementos que llevan a apresar al presidente constitucional y expulsarlo a Costa Rica, me parece que son típicos de un golpe de Estado. Hay elementos con los que se quiso tergiversar el hecho de que lo hayan llevado en pijama y sin zapatos fuera del país. O inventar una renuncia (a la presidencia) mediante una firma apócrifa presentada ante el Congreso, tratando de legitimar la medida. Ahí tenemos un primer ingrediente típico de los golpes de Estado, en los que con recursos ilegales se toma el poder, tratando después de establecer un clima de disputa constitucional”.
La foto de la reunión que sostuvo el presidente depuesto Manuel Zelaya con los líderes de la llamada Alternativa Bolivariana para América Latina (ALBA), es elocuente. Flanqueado por Hugo Chávez (que trató de tomar el poder por primera vez en 1992 con un golpe de Estado contra el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez) y por Daniel Ortega (quien formó parte de la Junta de Reconstrucción Nacional, órgano de gobierno del triunfante Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1978), el presidente Manuel Zelaya, militante del centrista Partido Liberal, era el más reciente socio del ALBA y también el más raro.
Con un declive en la actividad productiva y una crisis económica que se agudizaba, los apoyos internos del presidente se tambaleaban. Proveniente de una familia acomodada, recientemente había dado un giro a su política pública, como lo define el columnista Miguel íngel Bastenier: “Zelaya experimentó una conversión de instantaneidad paulina: a medio mandato decidió pasarse al socialismo del siglo XXI, y el 25 de agosto pasado firmaba el ingreso de su país en el ALBA (…) Sin que eso tenga que desmentir la preocupación social del presidente, únicamente un viraje de este calibre podía facilitarle un nuevo libreto que interpretar; como si fuera un personaje en busca de autor”.
Después de casi 25 años de sucesiones presidenciales pacíficas, ¿qué sucedió en Honduras? Jaime Preciado Coronado, experto en América Latina, señala: “Existen dos pistas de explicación. Por un lado la dependencia de la ayuda petrolera del programa de Petrocaribe del gobierno de Venezuela, que le aseguró la entrada de Honduras al ALBA. Pero también una pista política, en la que Zelaya se fue decantando de su propio partido por las presiones internas que se fueron acumulando en un país donde los índices de pobreza son de los más elevados, donde las demandas de esa población fueron imponiendo la discusión de un cambio a una constitución que se ve como obsoleta”.
Para muchos hondureños, los medios de comunicación internacionales han fallado en representar justamente lo sucedido: “No he escuchado a ningún medio de comunicación tomando con seriedad la soberanía del pueblo de Honduras. No dejan de referirse al cambio de gobierno como ‘golpe de Estado’. Esto denota absoluta parcialidad”, explican en el blog Libertad Latinoamericana dos ciudadanos hondureños que tratan de explicar en otro texto del mismo sitio porqué no se violentó el derecho constitucional en su país.
Lo sucedido en Honduras, más allá de la definición que cada bando le dé y de la solución que los estados americanos encuentren en el marco de los organismos multilaterales, demuestra las condicionantes que impiden el desarrollo de la región: democracias débiles, alta representación del ejército en la gobernabilidad, desigualdad en la distribución de la riqueza y graves atrasos sociales.

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