Los niños problema piden ayuda

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Son etiquetados como niños problema, rechazados por sus compañeros y los profesores; incluso incomprendidos por su propia familia.
Son niños que presentan problemas de conducta o de comportamiento, que pasan parte del tiempo escolar en la dirección, que siempre están metidos en algún lío, que no cumplen con sus trabajos, porque no ponen atención, por no obedecer a los maestros o agredir al resto de los compañeros, entre otros motivos.
Fabián Hernández, de 12 años, encajaba con este perfil. Estudiante del 6º grado en una primaria de Zapopan, desde la edad preescolar (cuatro o cinco años) tenía problemas para relacionarse con sus compañeros. Los maestros decían que era un niño incontrolable.
Al ingresar a la primaria sus problemas se hicieron más evidentes, además, Fabián era incapaz de terminar una de tantas actividades que sus maestros le asignaban. Siempre estaba de pie cuando los otros permanecían sentados o hablaba cuando los demás callaban.
“Desde que recuerdo, los maestros siempre me mandaban llamar por algún problema que mi hijo había provocado”, afirmó Rebeca Solís, madre de Fabián, quien lleva a su hijo a terapia psicológica desde hace dos años.
Como este caso, la Dirección de Psicopedagogía, de la Secretaría de Educación Pública de Jalisco, dependencia encargada de atenderlos, recibió el año pasado más de 380 solicitudes para evaluar situaciones de niños con algún problema de comportamiento o aprendizaje, además de los atendidos por 70 grupos multidisciplinarios ubicados en diferentes escuelas de la Zona Metropolitana de Guadalajara y un grupo por cada municipio del resto del estado.
La mayoría de los casos de conducta que presentan estos niños van más allá de la falta de límites o simple desobediencia. Pues predominan los trastornos conductuales como el de Fabián Hernández, quien presenta el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
El panorama se complica al tomar en cuenta la falta de información de los profesores y padres de familia, pues tanto el docente como el tutor, carecen de los conocimientos necesarios para identificar a un niño que presenta algún síndrome conductual.
“La SEP está tratando de que el docente transforme su práctica, que sea un docente que atienda a los alumnos, en todos sus ámbitos: prevenir problemas de salud, promover conductas alimentarias, prevenir la violencia y propiciar situaciones de convivencia escolar”, comentó la psicóloga Gabriela María del Rosario Hernández Arthur, encargada de la Dirección de Psicopedagogía.
En esto coincide la coordinadora del Centro de Educación Especial y Rehabilitación de la UdeG, doctora María de los Dolores Valadez Sierra, pues considera que los profesores deben tener las bases para atender a niños con estos problemas, ya que en ocasiones son ellos quienes contribuyen a una mala conducción del caso.
“Son dados a decir que un niño tiene problemas de conducta o diagnosticarlos con TDAH. Es mejor decirle que su hijo no termina las tareas que se le asignan, trabaja con periodos cortos de atención, pasa de un trabajo a otro sin terminar el anterior, pelea o dice groserías. Eso le da más información al papá, que decirle que tiene un trastorno”.
No hay un manual que diga a los profesores cómo actuar ante una situación de un “niño problema” –como se les etiqueta–. Se basan en su propia experiencia. Lo primero es mandar llamar a los padres de familia para que intente corregir el problema. Si éste persiste, entonces recomendar al padre de familia que acuda con un psicólogo, ya sea al DIF, en caso de que el municipio cuente con un especialista, o bien derivarlos a alguna clínica de conducta, como la del DIF Jalisco o de la Universidad de Guadalajara.
“La mayor parte de los que se atienden, son niños que vienen derivados de las escuelas por problemas de conducta. Casi el 95 por ciento. En algunos casos las escuelas nos envían algún oficio, en otros, nada más le recomiendan al papá que lo traiga a la clínica. Los niños muchas veces vienen condicionados, suspendidos o expulsados. Aquí les damos una constancia de que están en terapia, para que puedan llevarla a la escuela”, dijo el director de la Clínica de Conducta del DIF Jalisco, Juan Miguel Fernando Ruelas Aguilar.
Tanto las instituciones como los grupos multidisciplinarios de psicopedagogía, de la SEP, se encargan de valorar si el niño requiere o no atención psicológica o incluso psiquiátrica, en caso de algún trastorno. Pero ocurre también que los padres de familia se niegan a que su hijo reciba estas terapias.
“Muchos papás se niegan a aceptar que su hijo tiene un problema. Decimos que es el entorno, que son los maestros, que son los demás. Sobre todo cuando se les dice que hay que medicarlos”, aseguró la psicóloga del DIF Jalisco, Emma Leticia Ortiz.
Añadió que mucho tiene que ver el fracaso escolar o reprobación del niño para que decidan llevarlo a terapia. Es poco el porcentaje que acude a la primera llamada. Casi siempre es cuando ya reprobaron primer grado o cuando llevan dos, tres años con las mismas quejas o incluso van visitando escuela por escuela y no los aceptan.
Al respecto, la psicóloga Gabriela María del Rosario Hernández Arthur, afirmó que no está permitido expulsar a un niño por estos motivos o que se le niegue la inscripción.
“Hay ocasiones en las que se hacen traslados, que no es una expulsión. Se realizan por motivos de seguridad, porque el niño está etiquetado con los maestros y los compañeros. No es un contexto que le esté favoreciendo. Para eso se hace una evaluación psicopedagógica”.

Inatención, hiperactividad, impulsividad
El trastorno por déficit de atención es considerado por la Dirección de Psicopedagogía de Jalisco, como un problema de salud mental, más del 60 por ciento de los casos que atienden son diagnosticados con este trastorno. Diversas instituciones reportan que entre el 3 y el 7 por ciento del total de la población infantil tiene TDAH.
Este trastorno es considerado una enfermedad de tipo neurobiológico, transmitida genéticamente, es decir, por herencia. Sus síntomas principales son tres: la inatención, la hiperactividad y la impulsividad.
Sin embargo, según explicó la doctora Irma Gabriela Navarro, del servicio de Paidopsiquiatría del Hospital Civil Fray Antonio Alcalde, no es necesario que los tres síntomas estén presentes, pero sí que aparezcan en más de un entorno.
“Aquí lo que habría que ver es en qué ambientes se suscita, si nada más es en casa, en el contexto familiar y no se da en otros, como en la escuela”.
Quizá uno de los mayores temores a los que se enfrentan los padres de familia es al hecho de que en algunos casos, el paciente con TDAH tiene que tomar medicamentos para controlarse, pues es un trastorno que no se cura por completo, pero que puede alcanzar buena calidad de vida si es atendido adecuadamente.
“Realmente no es que todos los niños o niñas que lleguen a consulta reciban medicamento. De 150 niños que nos llegan mensualmente, posiblemente cinco recibirán medicamento. Los demás mejoran con una estrategia psicológica o pedagógica, o lo que nosotros llamamos, factores protectores del infante, como el deporte, el arte y juegos de mesa en casa”, aseguró el doctor Miguel íngel Flores Tinajero, especialista en Psiquiatría Infantil, del Hospital Civil.
Los medicamentos que utilizan son diversos para cada caso. Incluso usan mezclas de estabilizadores, antidepresivos, antipsicóticos, etc.
“Cuando vemos niños que por impulsividad ponen en riesgo su vida, el medicamento es una necesidad y viéndolo desde otra perspectiva, sería negligencia no darlo, porque este niño puede perder la vida o por la impulsividad que tiene, no logra parar”.
Los expertos recomiendan hacer caso a los síntomas y no dejarlos pasar, ya que además de que en algunos casos se pone en riesgo su vida, en otros son propensos a caer en las drogas, a abandonar los estudios o terminar en una instancia tutelar, pues la impulsividad los lleva a cometer delitos.
“Antes que un niño sea diagnosticado con el trastorno por déficit, es una persona. Entonces la persona tratada como persona, aunque tenga trastorno TDAH, bipolar o de ansiedad, lo lleva a autoorganizarse si la familia le va ayudando”, afirmó el doctor Miguel íngel.
El TDAH se detecta mediante un diagnóstico clínico, hecho por un psiquiatra infantil, psicólogo pediatra o un neuro pediatra.

Evaluación y atención
Dolores Díaz
Otro grupo de niños etiquetado como problema son los infantes con sordera, debilidad visual, ceguera, hipocausia o cualquier otra discapacidad.Cada caso es distinto, y en algunos la mejor opción es que el niño acuda a una escuela de educación especial o Centro de Atención Múltiple (CAM). Otros necesitan una evaluación para determinar la posibilidad de incluirlos en clases regulares. Este es uno de los objetivos de las Unidades de Servicio de Apoyo a la Educación Regular (USAER), adscritas a la Dirección de Educación Especial, de la SEP, que cuentan en su equipo con profesionales en pedagogía, psicología, trabajo social y terapista del lenguaje. Éstos, además de evaluar y atender al niño, recomiendan metodologías a los docentes, para enfrentar casos. Un ejemplo es propiciar que el alumno aprenda mejor, cambiándolo de lugar o que trabaje con otros niños. “Sólo entonces el infante empieza a reportar cambios en su aprendizaje, pero en ocasiones no es suficiente”, dijo Hermelinda Margarita Aguirre, especialista en grupos de atención para niños con capacidades educativas especiales.

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