Los jóvenes nuevos pobres

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A Iván no le quedó de otra. Los estudios universitarios no representan para él mejores oportunidades en el mercado laboral, por eso se insertó en la economía informal. Vender juguetes en la calle ahora es lo suyo.
“Tengo 22 años. Hace ocho meses egresé de la licenciatura en administración de empresas, pero cuando pido trabajo me señalan que no tengo experiencia. Son muchos los requisitos que piden y no dan oportunidades a los recién egresados, además cuando voy a las entrevistas hay como 50 personas que van por el mismo puesto. A veces pienso que de nada sirvió haber estudiado.
”No pierdo la esperanza, sigo buscando. También he solicitado trabajo de cajero, pero lo irónico es que no me lo dan porque tengo estudios a nivel licenciatura… Es desesperante. A veces gano de 200 a 350 pesos diarios. No puedo decir que me vaya de todo mal, pero la ventaja de trabajar en una empresa es que se cuenta con un trabajo seguro, hay mayor estabilidad, posibilidades de ascenso y desarrollo”.
Carlos es otra cara de un mismo problema. Los principales obstáculos que enfrenta para insertarse en la economía formal son ausencia de estudios (todavía no termina la secundaria) y el ser menor de edad. Él trabaja como vendedor ambulante. Chicles y dulces son la mercancía que ofrece. “Estudio la secundaria y también hago deporte. Necesito trabajar para ayudar a mi familia a salir adelante. Chambié un tiempo en una empresa que polarizaba vidrios, pero me despidieron por no contar con la edad suficiente, me sustituyeron por un chavo mayor que yo. Tengo 17 años. Busco trabajo, pero me dicen que no pueden contratarme ya que no tengo preparatoria y no soy mayor de edad”.

Los que carecen de estudios
La falta de oportunidades, la situación económica prevaleciente en el país, las necesidades de consumo que crea una economía de mercado son algunos factores que orillan a muchos jóvenes a insertarse en la economía informal, afirmó Ricardo Fletes Corona, profesor investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, adscrito a El Colegio de Jalisco.
La economía informal abarca exclusivamente las actividades económicas que no son registradas o lo son parcialmente en las cuentas nacionales y el sistema fiscal. “Cuando hay necesidades de consumo creadas y cierta presión de la sociedad para satisfacerlas, pero sin generar las condiciones adecuadas para tal fin, como un medio laboral donde las personas ganen lo suficiente para cubrir dichas necesidades, entonces esto contribuye a generar condiciones que propician el florecimiento de la economía informal”.
Los jóvenes son uno de los sectores más vulnerables desde el punto de vista económico. “En México, el grupo que tiene de 16 a 25 años de edad triplica o cuadruplica el índice de desempleo. Sufren más desempleo que la población en general”, indicó el especialista universitario.
A simple vista esto es lo adecuado, ya que supuestamente muchos estudian, pero no trabajan. Sin embargo, las estadísticas indican otra realidad no menos cruda que el empleo informal: la deserción escolar y el hecho de que algunos opten por buscar un empleo.
El análisis Perspectivas de la Infancia en Jalisco, México 2007, realizado con datos del DIF y la Unicef, la población inscrita en las escuelas empieza a decaer a partir del nivel medio superior. Hasta los 12 años más del 96 por ciento acude a las escuelas. A partir de los 13 el porcentaje cae a 88.49 por ciento y a los 17 años hasta el 39.10 por ciento. “Algunas de las opciones de los chavos que no tienen preparación adecuada y no cuentan con capacitación es buscar trabajo dentro de la economía informal o insertarse dentro de la formalidad con trabajos precarios y mal pagados. Muchas veces dentro de la primera opción tienen oportunidad de ganar más”.
Los datos del investigador no se contradicen con los que arroja INEGI. De acuerdo a la Encuesta nacional de ocupación y empleo de los 290 mil 570 jóvenes de 14 a 19 años que forman parte de la población ocupada de Jalisco, sólo el 8.6 por ciento cuenta con estudios a nivel superior y medio superior, el 85.66 por ciento cuenta con primaria completa y secundaria completa.
En el segundo grupo, los que tienen de 20 a 29 años (760 mil 109), el 53.72 por ciento estudió la primaria y secundaria completa, mientras que sólo el 40.57 por ciento cuenta con estudios a nivel medio superior y superior.
Dentro del primer grupo alrededor de 92 mil jóvenes están insertos en el sector informal. En el segundo, son 155 mil 898.

Los profesionistas “informales”
El problema es que los muchachos corren muchos riesgos al trabajar en la informalidad. No cuentan con Seguro Social, constantemente son revisados o acosados por inspectores, corren el riesgo de que les confisque la mercancía.
El investigador criticó el hecho de que en México no haya un sistema de aprendices para formar a los jóvenes en un oficio. Con el afán de evitar la explotación de los menores de edad este sistema se suprimió. Otra estrategia que podría apoyar el gobierno es un sistema de becas para niveles técnicos profesionales, de manera que los jóvenes pudieran capacitarse mientras hay posibilidades de generar fuentes de trabajo más competitivas.
Señaló, además, que no sólo los jóvenes que carecen de estudios a nivel medio superior y superior están insertos en la economía informal. También los hay profesionistas. “Lo que pasa es que no se crean los suficientes puestos de empleo para ellos y tampoco las condiciones económicas del país están como para generar los suficientes empleos”.
Para absorber laboralmente a los jóvenes que llegan a la mayoría de edad, en México deberían generarse un millón de empleos por año, y no se crean ni 500 mil. Contrario a las expectativas, se están perdiendo. Y los puestos disponibles se tratan, en su mayoría, de empleos temporales.

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