Los éxitos del neoliberalismo

1983

En la última década del siglo XX y primeros años transcurridos de la presente centuria, la mayoría de los movimientos sociales cuando manifiestan su descontento, tienden a señalar constantemente las consecuencias derivadas del neoliberalismo. No es extraño escuchar recriminaciones hacia esta corriente de pensamiento. Pero, ¿qué es el neoliberalismo? Y ¿en dónde radica su fortaleza?
Precisamente una de las características del término neoliberalismo es lo difuso en cuanto a la delimitación de su significado. Al intentar acotarlo lo único seguro es la generación de controversias derivadas de sus múltiples acepciones y transformaciones que ha sufrido a través de la historia. Sin embargo, como heredero de las corrientes liberales desarrolladas de manera principal en la Europa de los siglos XVIII y XIX, este concepto, en la mayoría de sus significados implica una triple dimensión: filosófica (anclada en las nociones de libertad individual), política (derivada del liberalismo) y económica (en que sus principales fuentes de inspiración son la economía neoclásica y una vertiente de la economía evolucionaria).
Esta composición le da una fuerte tradición intelectual difícil de combatir en cuanto a sus principios fundacionales. A pesar de ello, el neoliberalismo llevado al extremo es factible que desemboque en una postura filosófica dogmática, una visión política impregnada de ideología y una práctica económica anárquica, bajo el argumento de sobreponer el interés individual a cualquier interés social, respaldado en el mecanismo de los precios, situación que lo diferenciará del liberalismo, al considerar que es indispensable construir una serie de instituciones para el funcionamiento de la sociedad.
El neoliberalismo se entrega a la noción del orden espontáneo y a la sociedad como organismo.
El neoliberalismo surgió después de la segunda guerra mundial, como una reacción en contra del intervencionismo gubernamental, del mismo Estado de bienestar y el igualitarismo promovido por este último. Uno de sus máximos exponentes en Europa es Friedrich von Hayek, quien junto con personalidades como Karl Popper, Milton Friedman, Micheal Polanyi, entre otros grandes pensadores, fundaron la Sociedad Monte Pí¨lerin, núcleo intelectual de los conceptos neoliberales.
Al inicio las ideas que proponían parecían tanto desproporcionadas como irreales. Sin embargo, el contexto de crisis en 1973 del sistema capitalista y las amenazas inflacionarias le dieron la oportunidad para pasar de un conjunto de ideas bien articuladas a un proyecto de acción pública.
Una de las mejores enseñanzas que podemos obtener de los fundadores del neoliberalismo es la audacia para proponer y defender nociones que en su momento parecían descabelladas.
Desde su nacimiento el neoliberalismo se manifestó como un férreo e intransigente rival de cualquier forma de socialismo. No es extraño que sus máximos exponentes de los años noventa surgieran en Europa central.
La agenda neoliberal incluía elementos como el mantenimiento de un Estado fuerte para combatir y someter el movimiento sindical o cualquier iniciativa que cuestionara sus objetivos, impulsar políticas de control monetario, reducir los gastos sociales y promover al mercado como el mecanismo idóneo de distribución. La disciplina presupuestaria a toda costa ha sido uno de sus máximos objetivos, con al finalidad de controlar los precios. Otra área importante de acción han sido los vastos programas de privatización de las actividades estatales, así como la promoción de la desigualdad social como motor del incentivo individual para alcanzar las metas trazadas.
Al insistir en el componente económico, un elemento crucial es el papel que juega el mercado como principal y quasi única forma de intercambio en la sociedad. La función económica del Estado sería única y exclusivamente garantizar el avance de las iniciativas individuales por encima de cualquier actividad colectiva a través del derecho público y civil, con la finalidad de garantizar la autoorganización o el orden espontáneo, según lo concebía Friedrich von Hayek.
Difícilmente se puede argumentar que el neoliberalismo no ha obtenido éxitos desde aquel lejano 1947, cuando se propuso alcanzar ciertas metas.
El terreno donde ha tenido la victoria más contundente es en la árena política e ideológica, a tal grado de hacernos creer que no existe alternativa que pueda hacer frente a su potente discurso. Todos sus adversarios son ingenuos y poco a poco es necesario que se adapten a su sistema de valores para construir una sociedad más “progresista”. Quien se oponga a ello simplemente promueve intereses oscuros. Su fortaleza se ha demostrado en los éxitos electorales, que no necesariamente han sido democráticos. La democracia no es uno de sus valores fundamentales.
Otro campo en que ha tenido un triunfo innegable es la promoción de las desigualdades sociales. En los últimos años en la mayoría de las sociedades donde se han practicado sus ideas filosóficas, políticas y económicas, las desigualdades han crecido.
Donde el neoliberalismo ha fracasado de manera rotunda es en el ámbito económico. No logró terminar con el Estado del bienestar, el mercado no siempre es el mejor asignador de recursos, las crisis son recurrentes, dada la anarquía económica que promueve y no ha impulsado el crecimiento constante en economías que se han adherido a sus principios. El crecimiento económico precisamente se encuentra en otras sociedades cuyas estrategias, si bien es cierto que no son contrarias a las propuestas por el neoliberalismo, sí diferentes a su núcleo fundacional. Ejemplos: China, India y Finlandia.
Probablemente uno de los mayores fracasos del neoliberalismo se encuentre en las mismas ideas que siglos atrás lo engendraron, es decir, en la visión de santo Tomas de Aquino, al considerar que una buena teoría no es simplemente aquella que posee una fuerte construcción intelectual, sino la que es capaz de describir con cierta grado de aceptación y coherencia lo que sucede en la realidad, realidad que muchos practicantes del neoliberalismo se han negado a observar.
Por lo tanto, el neoliberalismo como poderosa ideología y práctica social tiene una debilidad nada despreciable: la económica, a partir de la cual es posible construir una verdadera alternativa ante el desolador panorama que nos ha acompañado durante los últimos 25 años en México y muchos otros países de América latina.

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