Los dientes amarillos de la realidad

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Las pinturas de Enrique Oroz provocan diversas sensaciones a los tapatíos. La exposición A mano armada, inaugurada el 11 de mayo, a cargo de Guillermo Gómez Mata, director cultural de Zapopan y Alicia Lozano, directora del Museo de Arte de Zapopan MAZ, estará de mayo a julio en las instalaciones del museo zapopano.
“Conociendo a Oroz, ya nada me sorprende”, dijo el escritor mexicano Guillermo Fadanelli, en charla amena, como parte de la inauguración. El autor de Lodo y Hotel D. F., confiesa que “tiene una relación emotiva y poco intelectual con la pintura”. Sin embargo, Fadanelli desafía sus palabras y escribe el texto “Temporada en el infierno”, que acompaña la obra del pintor en la exposición del MAZ.
“Los escritores cuentan historias, pero los pintores hacen algo de lo que se avergí¼enzan al día siguiente. ¿Qué sucede ahí, qué cuentas a través de la pintura?”, le preguntó Fadanelli al pintor.
Oroz, quien pareciera tener una personalidad imponente, responde: “Nunca he pretendido contar historias, pero sí he tratado de fluir en este ritmo creativo de imágenes. Todo el tiempo estoy pintando con la mente. Entonces tengo que decidir cuál de todas esas imágenes se plasmarán en el lienzo. Es el poder que impone una sobre otra”.

La exposición
A mano armada está formada por 58 lienzos. En la Sala Manuel ílvarez Bravo se encuentran 11 óleos pintados desde 1998 a 2005. Una de las obras que podemos observar en esta sala es “Gula”, un caimán con los ojos desorbitados devorando a una mujer de zapatillas rojas.
En las siguientes salas, Juan Soriano y Luis Barragán, se exhiben 47 óleos, de los cuales 15 fueron pintados exprofeso para la exposición, en medidas de 330 por 250 centímetros. La imagen que recibe a los espectadores en estas salas es la “Aparición de la Santísima Banana”, que muestra un Cristo crucificado de cabeza, a un lado y del mismo tamaño de la cruz, un plátano.
Al seguir la ruta de las pinturas, se observa la del retrato del exarzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval íñiguez, con dientes amarillos y la frase “Jefe de jefes”; otro lienzo con la imagen del gobernador Emilio González Márquez, portando un traje verde, una corbata amarilla y del mismo color sus dientes, con las palabras “Pink head” en su rostro. Atrás de él lo acompañan músicos.
De una sala a otra se notan cambios en las pinturas, pero la esencia es la misma. En los óleos se ve una manía por dibujar dentaduras sobresalientes, pelucas y productos de consumo.
Fadanelli comenta que al ver los cuadros comienza “una guerra desquiciada en contra de los símbolos e impone a la pintura nuevas iconografías. Está llena de cervezas Pacífico, de objetos pop y pareciera que hay una irracionalidad y arbitrariedad a la hora de colocar elementos extra, pero eso que parece inútil, está desde siempre. No hay argumento ni una sola retórica estrictamente racional, que nos dé razón del cuadro y, sin embargo, cada elemento está en su lugar”.
También Oroz insiste en pintar “sexos femeninos” como si fuera Marcos, el pintor que recuerda el sexo de su amante María José, personajes de la obra literaria Castillos de cartón, de Almudena Grandes.

Continúa la charla de dos artistas
“Yo no me río con la pintura de Oroz. Me causa mucha desazón. Hay un sentido trágico profundo que no me permite reír. No está contando una historia para ser disfrutada. Son cuadros que tienen peso porque hay cierto humor negro. No veo crítica social, veo a un hombre que no puede salir de sí mismo”, dijo Guillermo Fadanelli.
El pintor, con un peinado hacia atrás y un traje verde, como el de la pintura de González Márquez, invita a “que se dejen llevar por esa voz interior” y espera que sus cuadros logren despertar a ese individuo que está ahí.
La vida de Oroz se refleja en sus pinturas, sus pensamientos más internos, pero “aquellos que escribimos sobre la pintura, nos sentimos un poco farsantes, sobre todo cuando nos gusta la obra. Las palabras siempre van un poco atrás. Son como los burócratas del ser”, afirmó Fadanelli.
Enrique Oroz nació el 4 de abril de 1965, en Ciudad Obregón, Sonora, pero desde los tres años radica en Guadalajara. Se inició en el mundo de la pintura de manera autodidacta y que ha expuesto sus óleos en diferentes partes de México y el mundo.

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