Los años truncos del cine tapatía

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GANADORES DEL MAYAHUEL DE PLATA EN EL FESTIVAL DE CINE DE GUADALAJARA 2007. JOSE MARIA MARTINEZ

El hombre imaginario vive en una mansión imaginaria rodeada de árboles imaginarios a la orilla de un río imaginario, escribió el chileno Nicanor Parra, refiriéndose a los personajes y las historias que se proyectan en la pantalla grande, a esos entes de celuloide que parecieran reales pero no lo son, a esas imágenes en movimiento que desde hace más de un siglo no han dejado de cautivar a las personas.
Aquel invento de los hermanos Lumií¨re llegó a Guadalajara apenas dos años después de haber sido revelado en Francia, en 1895. El cinematógrafo llegaba a las ciudades a grabar sitios y personajes representativos de la región.
Haciendo un recuento histórico del desarrollo del cine en Guadalajara, el maestro  Pedro Matute Villaseñor, del Departamento de Estudios de la Comunicación Social (DECS), de la Universidad de Guadalajara, comenta que el primer actor del cine mexicano fue Porfirio Díaz. “Lo sacaron paseando a caballo en el Bosque de Chapultepec”. Esas mismas imágenes fueron las primeras que apreciaron los tapatíos en el cinematógrafo.
En Guadalajara, los primeros que se dedicaron a la cinematografía fueron los hermanos Stahl (Carlos y Jorge), continúa el investigador. “Ellos compraron un equipo de filmación y empezaron a hacer sus películas y su ruta de trashumancia que cubría algunos lugares del occidente del país… durante la etapa de la Revolución, los hermanos Stahl se incorporaron a ser los camarógrafos de algún caudillo para registrar sus hazañas y luego se exhibían como propaganda de la lucha de estos líderes”.
Posteriormente fueron los hermanos de apellido Bell, quienes hicieron algunas películas cortas. A pesar de que ya no existe el material, quedan las referencias documentadas en libros como El cine mudo en Guadalajara, de Guillermo Vaidovits, Coordinador de la licenciatura en Artes Audiovisuales de la UdeG.
El secreto del testamento y Madres heroicas fueron las primeras películas de ficción realizadas en la ciudad, aunque con productores del Distrito Federal. El centralismo tomaba auge y Guadalajara sólo sirvió en esa época como escenario.

Los años muertos
Después entró un periodo de pasividad y proyectos frustrados. Desde la década de los años 20 a los años 50, comenta Matute Villaseñor, entró una etapa infructuosa, tal y como lo asegura  la realizadora de cine de aquellos tiempos, Julia Quiñones, en su libro El hollywood tapatío, historia de un sueño. Â
Una de las razones fue la mala organización entre las autoridades que suministraban recursos. “Los sindicatos cinematográficos eran sumamente cerrados y no daban opción a que gente externa hiciera películas”.
Durante la década de los años 30, después de los intentos fallidos por hacer cine en la ciudad, la UdeG creó la Dirección de Cinematografía en la entonces facultad de ingeniería, y adquirió un equipo completo de grabación. La intención fue utilizar el cine como método de enseñanza, “se intentó de que con el cine hacer más accesible el aprendizaje. El modelo que siguieron para estructurarlo fue la Escuela de Altos Estudios Cinematográficos de París”.
Pero una vez más, el proyecto se vio frustrado. “Al frente de esta dirección quedó Roberto Pardiñas, pero fue incapaz de levantar un estudio y cuando termina el periodo de esa rectoría, queda abandonado todo el proyecto de cinematografía de la Universidad… el equipo quedó disperso. Se encontraron cámaras en la escuela de Artes Plásticas y lamentablemente no se hizo ninguna película y tampoco se elaboró un plan de estudios de la carrera y mucho menos se abrió el Centro de Estudios Cinematográficos”.

El despegue
Fue en la década de los años 50 cuando Guadalajara comenzó a producir cine de manera notable. En este tiempo los equipos de producción ya eran más accesibles. Un grupo de jaliscienses radicados en la capital del país regresó a su ciudad a hacer películas, como El hombre propone, de Roberto Cañedo, que trata de tres historias de ficción y Guadalajara en Verano, producida en 1964 por de Enrique Torres Ladrón de Guevara, que fue una cinta de ficción también, aunque buscaba promover el turismo.
En la misma década de los 60 surgen los cine clubes. Ahí se exhibían películas no comerciales, sin importar su época, sólo su calidad. Al terminar la película había discusiones, y comentarios, a veces se imprimían folletos con información al respecto. El primero de estos fue en la facultad de ingeniería, donde se instaló una sala de proyección.

Los festivalesÂ
A finales de esa misma década de los años 60, e iniciando los años 70, surgió el Festival Internacional Guadalajara de Cortometraje, como adherencia a las Fiestas de Octubre. El festival tuvo éxito, aunque sólo se realizó por dos años, antes de que una decisión política lo cancelara, asegura el investigador.
Pero los tapatíos amantes del cine ya estaban motivados, así que surgieron los primeros talleres de cine. “El primero en el Centro de la Amistad Internacional, y el segundo en la Casa de la Cultura Jalisciense, y también en el ITESO empezó la carrera de comunicación, donde también hacían películas”. Â
La creación de la Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara hace dos décadas, hoy convertida en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, colocó a la ciudad como la más importante de Latinoamérica ante el séptimo arte. “Fue gracias a Raúl Padilla (entonces rector de la universidad) que se hizo este festival, y ha sido benéfico para el desarrollo de toda la cuestión cinematográfica… es el festival más importante de Latinoamérica”.

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