Locos por el azar

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Don Lupe jamás se da por vencido. Tiene como aliento el sueño de volverse rico y ya no trabajar. Por eso desde 1980 cada semana compra su quiniela deportiva y la llena con la esperanza de atinarle a 14 de los resultados que obtendrán en los torneos distintos partidos de futbol.
“Hay mucha gente que se ha hecho millonaria jugando pronósticos deportivos. Conozco un caso. Se trata de Alberto Martínez. En 1992 ganó el primer lugar. Ahora es millonariazo”, dice entusiasmado.
“En 1982 me tocó la suerte de ganar 58 millones de pesos (58 mil de ahora). Esa es la única vez que gané una cantidad considerable. Otras veces, 200 y 75 pesos. Lo máximo que he gastado en quinielas es quinientos pesos. Es apasionante, sobre todo cuando se piensa: ‘A lo mejor mañana no voy a ir a trabajar’.
”Si ganara el premio mayor me compraría una casa nueva, viajaría, le daría mejor vida a mis hijos… A lo mejor hasta mis nietos alcanzarían algo”.

La buena suerte, necesaria
Uno de los principales fines de los juegos de azar (como la lotería, el progol, melate u otros) es atraer la buena suerte. Por ello también ha surgido la magia o la lectura del tarot. Finalmente son intentos de corregir la mala fortuna, afirmó David Coronado, profesor investigador del Departamento de Sociología, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
Los juegos de azar también están vinculados con diferentes costumbres, tradiciones, gustos y son una forma de canalizar la ansiedad y diferentes tipos de patologías”.
Muchos mexicanos consideran que necesitan de la suerte para pagar sus deudas y tener un mejor nivel de vida. Esta forma de pensar no es sorprendente en un país con millones de pobres. “Hay quienes le apuestan a la buena suerte porque no tienen otra probabilidad de hacerse rico. Más cuando viven en medio de una crisis, la suerte generalmente la necesitan los desprotegidos, los desvalidos y los pobres. Está muy emparentada con la falta de control, el azar, la incertidumbre y el riesgo”, señaló el académico. Sin embargo, los juegos de azar existen en todos los estratos sociales y todas las culturas.
Las personas con percepciones económicamente bajas tienen la esperanza de salir de pobres, las de estrato medio, alto y medio alto quieren llenar otro tipo de vacíos como los existenciales o el no encontrar un significado a su vida, además de las ventajas que les traería contar con dinero extra. Por eso casinos como los denominados Caliente tienen tanto éxito.
Los juegos de azar van de la mano con el hombre. Existen en todas las culturas. Es común encontrar en pueblos distintos una deidad que representa la fortuna. Por ejemplo, los griegos o los hindúes que la representan como una rueda que a unos aplasta y a otros extrae del círculo de la reencarnación.

El juego patológico
Hay ocasiones que todo se sale de control y la persona aficionada a los juegos de azar puede caer en excesos, llegando incluso a caer en el juego patológico, un trastorno de control de impulsos que pueden llegar a sufrir algunas personas aficionadas a los juegos de azar”, afirmó Francisco Gutiérrez Rodríguez, profesor investigador del Departamento de Psicología Básica, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS).
El trastorno de juego patológico está circunscrito exclusivamente a los juegos de azar, de acuerdo a la Asociación Psiquiátrica Mexicana.
La persona experimenta una necesidad compulsiva, de practicar los juegos de azar a pesar de los problemas que atrae para su vida cotidiana.
Este comportamiento tiene distintas fases. Primero puede presentar un optimismo básico en torno a su suerte, idealiza lo que es el juego. En la siguiente fase el sujeto busca reducir su ansiedad con el juego. Puede ser con carrera de caballos, de galgos, juegos de azar: ruletas, cartas, apuestas o entrar a sorteos. Entre ellos la Lotería, melate o cualquier otro.
Luego empieza a perder y deprimirse. La persona piensa que tiene que recurrir a compensar la pérdida con otros bienes materiales: vende objetos, los empeña, puede llegar a robar para cubrir sus deudas.
Antes de jugar el sujeto puede llegar a experimentar una serie de síntomas que incapacitan como ansiedad, taquicardia, sudoraciones, inquietud psicomotriz, dolores de cabeza, en articulaciones, irritabilidad. Una vez que compra el billete de lotería o está en las instalaciones donde va a jugar empieza a tener sensación de bienestar e idealización de lo que es el juego.
La persona puede comprar cachitos varias veces al día. “La obsesión puede llevarlos a ver los registros de los números que han salido con premio en los últimos años y los puestos donde se han vendido”.
Para corregir este tipo de comportamiento es necesario que la persona se someta a terapias multidisciplinarias. “Debe aprender técnicas de pensamiento para poner un alto a las obsesiones, y para no pensar en el juego. Sustituir los pensamientos que lo impulsan por otros”.
Hay personas que son más propensas a caer en este tipo de comportamientos. Como aquellas con trastornos de la personalidad ansiosa, con dificultades en el control de impulsos y aquellas que provienen de modelos educativos donde enfrentaron muchas dificultades para tener límites.

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