Lentitud y trance

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El nuevo y sexto disco de la banda islandesa Sigur Rós ha cosechado malas críticas en revistas especializadas y blogs desde su salida en abril. No que fuera un álbum con ansias de por medio, a pesar de que han pasado ya cuatro años desde Meí° suí° í eyrum vií° spilum endalaust (Con un zumbido en nuestros oídos tocamos eternamente), un disco que sí recibió cinco estrellas por doquier.
Lo acusan de repetitivo, incluso paródico, y sobre esta impresión han dado los críticos en interpretar el título de esta nueva placa de ocho cortes y un lado B: Valtari, que significa “rodillo”.
Alguno ha mencionado que es una especie de retorno a sus inicios, y otros han señalado que es un dechado de lentitud, no sólo por el tiempo que tardó en gestarse, sino porque el ritmo queda sepultado bajo vibraciones, ecos y ambientaciones sonoras que apenas se ven interrumpidas.
Pero, si consideramos que la gema por la que estas misma revistas y estos mismos blogs habían elogiado tanto el disco anterior era su facilidad de entendimiento, su cercanía con el pop y la sencillez de su instrumentación, resulta evidente hallar las razones de las calificaciones medianas que le han dado ahora a Valtari: la lentitud.
En canciones que rondan los diez minutos cada una, la aguda y suave voz de Jónsi no tiene ninguna prisa en aparecer, y una vez en escena tampoco parece tener ninguna necesidad de sobresalir, unificada con un paisaje más orquestado y paisajístico que melódico.
Si ya con la invención de su “lengua” invertebrada e insignificane (vonlenska o esperancés, por “esperanza” e “islandés”), el grupo ya había hecho una fuerte declaración de que su intención no es ser comprensibles y ni siquiera inteleigibles, la acentuación de esta actitud en Valtari cae como una piedra pesada para quién se alegró con las melodías simples de su anterior trabajo.
Pero quien pueda construirse un remanso para no hacer más que prestar atención a los detalles del sonido, podrá acoplarse al lento paso de las atmósferas y disfrutar una pieza más en la larga y paciente búsqueda de una banda cuya preocupación es meramente estética, en el sentido más artísitico de la palabra.

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