Las lenguas en el agua

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Qué es la mar, sino una infinidad de bocas que chocan con la inmensidad de lo ilógico o con las cosas que se niegan a ser tragadas por éste. Es un compendio de lenguas que se mueven en las aguas, que ahogan a los enamorados de las letras y sumergen a los ávidos de palabras. La mar es un enigma. Lo que el universo es para los astronautas y astrónomos, las aguas son para los locos, los pensadores, los marineros. Para los surcadores del otrora ponto, para los Hemingway o los Borges.

Si la mar fuera un libro, quizás, sería como uno de Julio Cortázar: un libro y muchos libros. Un lugar que leer, muchas formas de hacerlo. Para Jorge Luis Borges, “el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”, justo como se percibe la antología publicada por el Sistema de Educación Media Superior (SEMS) titulada Mar de voces, antología literaria de docentes del SEMS (Editorial Universitaria, 2017), texto que fue presentado en la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara y que rescata las lenguas (expresadas en poesía, cuento y microrrelato) de veintisiete profesores-autores de diferentes preparatorias de la Universidad de Guadalajara, una extensión de su vida, de su ser, de su memoria e imaginación.

“Un docente que enseña literatura, pero que además crea literatura, aproxima el ejercicio creativo a sus estudiantes”, dice Lilia Mendoza Roaf, encargada de Difusión del SEMS y parte del comité organizador de la convocatoria Mar de voces, que ahora ya lanza su edición 2018. “El vínculo se solidifica, el escolar se da cuenta que su profesor también concibe y propicia la consolidación de un modelo a seguir, eso es lo que nos inspira: enseñar con el ejemplo”, añade.

Sin embargo, Mar de voces parece más que un ejercicio didáctico. Es como una botella con un pergamino flotante —escrito en muchas lenguas y una a la vez— que nada entre las alternativas de lectura; Pedro Valderrama Villanueva (Preparatoria 7) escribe, casi como si reseñara la antología, en su poema ‘Los pájaros inasibles’: “Esta mañana / la orilla / del mar / se enredó / entre tus cabellos. / Las olas / son canciones tristes / que alegran nuestras vidas solitarias / en las tardes / cuando caminamos cerca del malecón.”.

Mendoza Roaf dice que, debido a la excelente respuesta recibida en la participación 2017, se decidió lanzar la edición 2018, convocatoria que cierra el 9 de abril. En realidad, buscan encontrar las historias, el pensamiento crítico-poético y las voces de profesores de bachillerato para entrelazar ediciones que saliendo de un puerto, naveguen como barcos sin ruta.

¿Pero, para qué pensar en posibles cascadas con poesía de agua burbujeante? ¿Para qué imaginar olas fúricas de palabras que desean expresarse, cuando el hombre-ciencia ya no anhela —desde Ray Bradbury, tal vez desde Wells o probablemente desde Julio Verne— recorrer los océanos; y prefiere primero pisar Marte, antes que saber si Poseidón sigue reinando en los mares?

Alejandro Martínez Martínez (Preparatoria 18) lo responde en su poema ‘Flow del juglar bipolar’: “Déjenme algo / quiero escribirle a la vida / tejer las historias vendidas / … / comer de la fruta prohibida / … / Déjenme algo, ruego yo / quiero pintarle a la vida / … / Y la musa me dijo: / llegas tarde, mijo, / la repartición de temas / fue en los tiempos de Atenas…”.

La mar también es el céfiro. El viento del oriente que lleva y trae. Es la posibilidad arrastrada. Es la ráfaga que sacude, que acarrea las almas, como el cuento de Luis Rico Chávez (Preparatoria 2 y 7) “Sin Alma”, o las voces de autores-profesores como Mónica Belén Jiménez Núñez, Gema Leticia Méndez Estrada y más bocas que se mueven en el Mar de voces.

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