La verdadera generación X

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Presión porque no consigo trabajo, dejo hasta tres currículos al día, pero siempre me dicen que ya se cubrió la vacante o que me van a hablar, pero nunca me hablan. Cada día me agarro pensando, pensando dónde puedo dejar mi currículo, me levanto como a las 10 de la mañana para salir a buscar empleo. Mis papás piensan que nada más estoy sentado en la banqueta o debajo de los árboles, pero no saben que está pésima la crisis. Yo me agarro llorando, pero me bajo la tristeza con alcohol. Tengo amigos que a veces andan tomando, pues nos agarramos taloneando, es decir, pidiendo dinero para la cerveza y la caguama. Para mí el futuro es muy incierto, si el presente está mal, yo creo que los años venideros van a estar mucho peor”.
La socióloga Mariel Romero en su investigación sobre las Manifestaciones Actuales de la Cuestión Social (Cátedra Unesco), indicó que la fuerza de voluntad de los jóvenes termina por minarse: “Si uno antes se esforzaba, lograba estudiar y trabajar, el progreso no tenía límites. En cambio ahora, los chicos observan que los padres o los abuelos trabajan o se esfuerzan mucho, pero no ven ningún progreso”.
En contra de lo que históricamente ha sido habitual, relató Roberto Ontiveros, productor del reality show en España de Generación nini, ellos saben que les espera un futuro peor que el de sus padres y eso les desanima por completo: no tienen esperanza de futuro. Es la antítesis de la palabra juventud.

Hijos de la crisis
Aunque el vocablo nini nació en España, tiene una connotación diferente a la que asume en México, debido a sus orígenes y consecuencias. En Europa se les considera a los jóvenes de una clase social acomodada y que son apáticos.
De este lado de mundo, los nini pertenecen a sectores pobres y vulnerables. En México surgen de un proceso de descomposición, de una historia de degradación de la economía y de la sociedad, el frágil mundo del trabajo y el abandono de los jóvenes y niños.
En México ser nini no es una decisión personal, no es un estilo de vida, nace por falta de oportunidades para que los jóvenes se incorporen a la educación como al sector productivo, comentó Alfredo Rico, coordinador de la licenciatura en sociología, de la Universidad de Guadalajara.
“Por un lado, no son aceptados en el sistema educativo en la preparatoria y la licenciatura por la falta de cobertura; por otra parte este país no genera oportunidades para que los jóvenes se incorporen a la vida productiva. Los que no estudiaron tampoco —por lo general— tienen la posibilidad de incorporarse a un empleo. Si lo hacen se incorporan en la maquila, como obreros y en condiciones infrahumanas”.
Alfredo Rico enfatizó que el nini no es una categoría con una condición cultural, como los fresas, los cholos o los skatos, que comparten prácticas, moda, usos, costumbres, espacios específicos y que hablan un dialecto particular. Los nini simplemente no tienen oportunidades.
Estos jóvenes son el resultado del sistema económico y su crisis. El capitalismo requiere un ejército de desempleados que estén dispuestos a ocupar el lugar de los que trabajan, por ello los trabajadores se enfrentan a condiciones laborales cada vez más desfavorables. Con las actuales debacles económicas, las posibilidades de encontrar empleo se disuelven, la demanda de empleos es mayor y las condiciones laborales raquíticas. A los primeros que se les cierran las puertas son a los jóvenes, con el argumento de que no cuentan con experiencia ni formación.
Para el Rector de la Universidad de Guadalajara, Marco Antonio Cortés Guardado, la Generación nini es el fracaso de las políticas públicas y de las acciones de gobierno. “Refleja la falta de previsión del Estado mexicano, de los cambios demográficos que se veían venir. El crecimiento más extenso está teniendo lugar entre los jóvenes de 15 a 24 años, lo que significa una mayor demanda de educación superior y media superior, y por otra parte mayor demanda de empleo. Por lo cual, urge que el Estado invierta en la educación, invierta en las universidades públicas, hoy es el tema de la cobertura. México podría fracasar como país si no hay educación”.

Mirada hostil
Las ideas en torno a lo juvenil habían estado dominadas por una mirada vertical propia de los adultos, que delimitaban a la juventud como sujetos incompletos, biológicamente inacabados, preparatorios del ser humano, que requerían un férreo control. La energía, la inmadurez y la falta de experiencia deberían de complementarse con la dirección paternal de la familia, mientras que la castidad y la pureza se mantendrían con base a las ideas católicas, comentó Igor Israel González Aguirre, investigador en temas de la juventud de la UdeG.
Esta versión positivista se encargaba de ver a los jóvenes como los reproductores de los ideales más elevados de la sociedad, para ello se hacía hincapié en una higiene física y mental de la juventud. Para los hombres era necesario un cuerpo sano, libre de enfermedades. Ser de carácter firme, emprendedor y fuerte. Para las mujeres era necesario abocarse a su instinto maternal.
Ante los nuevos contextos sociales y los escenarios más violentos, los jóvenes han descapitalizado y han acumulado desventajas. La sociedad trata a los jóvenes como si fueran los culpables de su propio detrimento, los responsabilizan de no cumplir con los estereotipos de éxito en lo económico y lo social.
Para Rossana Reguillo, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara y miembro del Centro de Investigación y Estudios en Antropología Social (CIESAS), encasillar a los jóvenes en conceptos y en estereotipos limita conocer el problema real en que están inmersos. “Los jóvenes están jodidos porque no tienen posibilidades de acceso, están cayendo a la pobreza extrema, migran a otros países o caen al crimen organizado”.
Alfredo Rico coincidió con Reguillo: los jóvenes de sectores populares se están incorporando al crimen organizado, al narcotráfico, ya que les permite tener ingresos para apoyar a sus familias o para ellos mismos sobrevivir. Les permite sentirse con el poder o la superioridad sobre los otros, al tener un arma en las manos. El resultado está en el número de muertos por el crimen organizado en nuestro país, que va de los 16 a 25 años, la generación de los que no tienen estudio ni trabajo.
Para Reguillo, la mirada hostil de la sociedad con relación a los jóvenes es ofensiva, los llaman holgazanes, creen que los jóvenes quieren estar en condiciones de pobreza extrema, en condición de exclusión, sin salarios bien remunerados, ni protección laboral y sin educación.
Según la doctora Reguillo queda en la sociedad civil exigirles a políticos y empresarios que cumplan con su responsabilidad de mejorar las condiciones sociales, si no vendrá una escalada de violencia. “Los jóvenes se han estado aguantando su enojo y su ira. Ellos tratan pero no logran sus objetivos. Siempre son estigmatizados y regañados. De continuar eso vendrán nuevos estallido de violencia social”.
Para Rico es necesario crear y creer en nuevos modelos comunitarios más equitativos donde a la gente productiva se le retribuya la riqueza. Si no, el número de ninis irá en aumento, con las consecuencias que esto implica.

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