La venta de ideales estéticos

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Uno de los negocios más importantes en el mundo es el arte, en el que los bienes que se venden no son producidos por hombres de negocios sino por realizadores de ideales estéticos.
Van Gogh, el artista holandés y pintor postimpresionista vivió en la miseria y locura a principios del siglo pasado, al no poder comercializar sus cuadros en vida.
A su muerte dejó al menos dos mil obras que lo convirtieron en un icono de la cultura global. En 1990, su “Retrato del doctor Gachet” (inspirado en un médico que lo atendió en sus últimos días) se vendió en más de 82 millones de dólares.
Otro dato particular es que hay magnates que apoyan a los artistas, se rodean de ellos y se hacen coleccionistas de sus obras.
Pero sin lugar a dudas, hay que saber para comprar, en caso contrario, uno queda expuesto a las estafas. El pintor húngaro Elmyr de Hory, tal vez uno de los más célebres falsificadores del siglo XX, a lo largo de su vida vendió decenas de imitaciones de artistas como Picasso, Matisse y Renoir.
Según el estudio Art Market Trends 2004, el mercado artístico es considerablemente más estable que la bolsa y mucho menos sensible a crisis económicas y políticas.
Históricamente, ciertas características del mercado lo vuelven difícil de entender y muchos se preguntan ¿cómo se establecen los precios, donde no hay costos de insumos que valgan? Incluso para muchos es difícil comprender cómo algunos cuadros pueden venderse en cifras millonarias.
La obra vale de acuerdo a la oferta y la demanda, el currículo del artista, los premios que ha recibido, la técnica, el tema y el tamaño del formato.
“Si tiene demanda, el precio sube; a esto se le suma si tienes premios, currículum —que quiere decir que tu obra está aceptada—, te la reciben en museos, en galerías, la aceptación de la obra es lo que hace que la obra suba”, explicó Enrique Magaña, reconocido pintor mexicano.
De acuerdo a Magaña, quien es también museógrafo de la galería jalisciense Aqua Gallery, a lo largo de la historia el arte ha sido un mercado sólo para pocos. “Es muy difícil que a alguien le interese comprar arte. Estamos hablando de 1 o 2 por ciento de las personas que les gusta el arte, pero sólo un 0.3 por ciento de la población invierte o compra una obra”.
Hace 20 años los jóvenes jaliscienses no se interesaban por comprar arte; ahora quienes se casan o viven independientes de su familia se han sensibilizado más y decoran sus hogares con obras originales, pero siguen siendo la minoría del mercado.
Quienes compran arte son personas que asisten con frecuencia a galerías, exposiciones y museos. Lo primero que compran son pósters, luego invierten en algún grabado, que es la obra más económica que se encuentra en el mercado elaborada por un artista reconocido, es decir, si la obra de un pintor se valúa en 20 mil o 30 mil pesos se puede adquirir una gráfica en mil pesos.
Los temas favoritos son el hiperrealismo, lo abstracto y el tenebrismo.
Los compradores de arte asisten con los galeros o directamente con el artista cada 4 o 5 años para hacerse de una obra y gastan de mil a 30 mil pesos, aprovechando las facilidades de pago que ofrecen algunas galerías.
La ventaja de comprar en las galerías es que existe una previa curaduría, hay un filtro para que se exhiban lo mejor de las obras de un artista; además que los galeros ayudan a quienes desconocen del mercado a adquirir una obra de calidad, de acuerdo a sus gustos y ofrecen facilidades de pago mensuales.
Pero la gran mayoría de las personas le tiene miedo a entrar a una galería, además que invierte sólo una vez en la decoración de su casa, y compran pósters para llenar los muros; adquiere cuadros pictóricos en los camellones o en las tiendas departamentales o cuando sale de vacaciones consigue una artesanía u obtiene un cuadro a través de un regalo, es decir, no existe el coleccionismo.
“La gente que tiene su casa la decora una vez y ya. Jamás vuelven a comprar una obra de arte”, no sólo eso, tienen miedo a entrar a las galerías, piensan que les van a cobrar algo”, explico Magaña.
“Los galeristas tenemos muchos problemas económicos, lo hacemos más por el amor al arte, o si eres artista, como en mi caso, te involucras en montar una galería y ahí mismo expones, porque también es difícil para los artistas colocar la obra. La galería es un negocio porque tienes que invertir en el local, en la publicidad de las exposiciones, es decir, es parte de tu vida, es como tener una extensión de tu casa donde abrigas a otros artistas y que si se vende obra, qué bueno”.
El negocio del arte en 2000 generó 48 billones de euros, un 11 por ciento más que en 2006. Hoy en día, según distintas firmas privadas, el mercado de Estados Unidos se mantiene como el más potente del mundo (con el 41 por ciento de cuota), seguido por el Reino Unido (30 por ciento) y China (8 por ciento), que ha superado a Francia y Alemania.
Es cierto, las nuevas tecnologías están brindando más y mejores herramientas para los inversores en arte, al tiempo que mejoran los controles sobre la falsificación. Sin embargo, el valor justo de una obra, lo que los especialistas llaman el fair market value, seguirá dependiendo de la combinación de múltiples factores: trayectoria del artista, autenticidad, tema, medio, estado, tamaño, historia, estilo, fecha y calidad. En esta última cuestión se encuentra encerrado el aspecto más subjetivo, la calidad, es una opinión, aunque una opinión compartida por muchos “entendidos”.
Tal vez en el futuro, el arte habrá dejado de ser un mercado sólo para pocos. Tal vez tampoco deberíamos esperar que se elimine totalmente el “misterio” del valor, de hecho por qué habríamos de hacerlo, si el mismo misterio es el que rige el valor de muchas de las acciones que cotizan en la bolsa de Nueva York.

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