La Tristeza de un aniversario

660
Mural de Orozco, Paraninfo de la Universidad

México es el país de la desigualdad en los derechos y las fortunas. La piel más o menos blanca decide la clase que ocupa el hombre en la sociedad. A 200 años de la Independencia y a 100 años de la Revolución, los discursos oficialistas siguen prometiendo estabilidad, paz, trabajo, respeto, igualdad, libertad y democracia, conceptos que aún no se ha cumplido.
¿Quienes festejarán la Revolución y la Independencia? “Los que tienen que festejar son los vencedores de esas gestas de cambio social, entonces seguramente los sacerdotes de la alta curia, la gran burguesía heredera de los hacendados. Los que están en el poder, los imperios disfrazados de políticas de turismo y de políticas culturales que siguen saqueando, los que están aleccionando ideológicamente con las religiones a las comunidades”, señala Rafael Sandoval, profesor investigador del Departamento de Sociología de la UdeG.
“El Bicentenario y el Centenario son un motivo para recordar que la gente de abajo, los pueblos, los barrios, gente común y corriente, sigue sabiendo que la Independencia no nos dejó resultados, sólo nuevos discursos sobre el Estado, la Nación, la Democracia y Ciudadanía que encubren la explotación, que encubren que unos manden y otros obedezcan, que unos puedan explotar y otros ser explotados, sólo encubre el discurso de la dominación”, recalca Sandoval.
México no sólo enfrenta una vieja herencia española (Iglesia, el Ejército y la oligarquía), sino al dictador, al jefe con la boca henchida de fórmulas legales y patrióticas, ahora aliado a un poder distinto al viejo imperialismo hispano: los grandes intereses del capitalismo, esas castas dueñas del capital político y económico, ya lo señalaba hace más de 50 años Octavio Paz en El laberinto de la soledad.
Lo mismo percibe Rafael Sandoval: la violencia que vivimos actualmente, los muertos, los descuartizados, las granadas, la guerra, la inseguridad, el miedo, o la lucha contra el narcotráfico, no es más que una representación del interés capitalista, donde unos buscan la acumulación del dinero. La muerte de sociedades enteras está en el capitalismo. “La guerra que nos debe de preocupar es la del capital contra la humanidad. Esas armas que matan a los niños de hambre o por falta de medicamentos, son las formas de matar cuando se despoja”.
Jaime Olveda, investigador del Colegio de Jalisco también reconoce que el capitalismo es la nimia social, pero no es el único elemento. Los mexicanos no hemos desafiado la corrupción y la mentira política, permanecemos en la ignorancia y la deshonestidad. Esa falta de autodeterminación, aunada al modelo económico, mantiene a nuestra nación en una eterna descomposición.
Esta descomposición social nos acompaña siempre. El país se percibe estático en términos sociales, económicos, políticos y religiosos. Seguimos con problemas de distribución de la riqueza y la falta de calidad de vida. Esto por la simulación de sus habitantes.
Bogart Escobar Hernández, profesor investigador de la UdeG, adscrito al Departamento de Estudios Mesoamericanos y Mexicanos, expresa: “Vivimos en una eterna simulación, se simula que se hace. En el obedézcase, pero no se cumple. Ese viejo atavismo del sistema político mexicano pervive en la estructura administrativa, nacional, estatal y local.
”Las expresiones ciudadanas colectivas siguen siendo manipuladas por sectores económicos y políticos. No somos un país que se viva a partir del derecho. No hay certeza de que cada actor está cumpliendo con su rol. Los políticos nos engañan, no nos representan. Los empresarios pagan mal y no generan empleos. Los ámbitos religiosos no satisfacen las expectativas y los medios de comunicación tergiversan la información”.
Cuando las instituciones claves no cumplen, la gente empieza a buscar sus propias alternativas de sobrevivencia. Eso convierte a cualquier comunidad en una verdadera selva, indicó Bogart Escobar.
Pero en esa tierra de nadie, hay mexicanos que de forma moderna resisten los abusos y las carencias. Ellos lo hacen a través de la conciencia. “En la reproducción de la vida cotidiana al margen del Estado y del mercado”, dijo Rafael Sandoval.
Hoy la lucha no se hace por el control del Estado, porque la experiencia nos ha dicho que quien llega a un puesto político se corrompe. La lucha está en organizarnos de manera autónoma. “¿Dónde se puede ver esto? En quienes no votamos por ningún partido político. En las 800 mil personas que viven desde hace 15 años de forma autónoma en Chiapas.
”Las personas están cayendo en la necesidad de conciencia histórica y política. Vivir a través de las formas de relación social que han sido dominantes en los últimos 200 años no satisface las necesidades. Nos vemos en la necesidad de crear un imaginario instituyente diferente”. La nueva lucha para Sandoval está en imaginar, ponerlo en palabras y llevarlo a cabo.
Octavio Paz decía que finalmente estamos solos. Si nos arrancamos las máscaras, nos afrontamos, empezamos a vivir y pensar de verdad. En la soledad abierta, nos espera la trascendencia: las manos de otros solitarios.

Artículo anteriorConvocatorias
Artículo siguienteModernidades infernales