La teología que despierta

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La llegada a la presidencia del Paraguay de un líder social influenciado por la Teología de la liberación, no es nueva en la historia de América Latina (AL), pues los gobiernos recientes de Brasil, Bolivia o Ecuador han tenido apoyo de las organizaciones sociales derivadas de esta corriente ideológica, muy a pesar de la postura del Vaticano.
Fernando Lugo, el llamado “obispo rojo” –suspendido de sus quehaceres eclesiásticos por El Vaticano, a raíz de su postulación como candidato a la presidencia de ese país–, es una prueba más de que la Teología de la liberación, surgida a inicios de los años 70, está más viva que nunca.
A decir del investigador de la UdeG, Juan Diego Ortiz Acosta, “esta corriente sigue presente en AL no obstante los intentos de El Vaticano por minimizarla y desarticularla. La teología sigue vigente, sobre todo en las regiones más pobres, donde cientos de sacerdotes y religiosas trabajan en esta línea pastoral a favor de los más necesitados, aunque la Iglesia católica no la quiera reconocer como una teología válida”.
Explica que esta ideología, que desde hace más de tres décadas apuesta por la igualdad y la justicia social y por concienciar a los más pobres de la opresión a la que son sometidos, ha dejado un importante legado ético que ha sido retomado no sólo por religiosos sino por laicos y personas sin vínculos con la Iglesia católica.
Sectores de la sociedad “han asumido las enseñanzas éticas de esta corriente teológica y han creado organizaciones no gubernamentales, han generado movimientos sociales o se han sumado a movimientos políticos. En ese sentido, la Teología de la liberación cumplió uno de sus objetivos: el que la gente tome conciencia y un papel crítico ante sus realidades de opresión”.
Esta influencia en la sociedad ha permeado a muchos líderes políticos latinoamericanos, quienes durante su carrera política o social estuvieron cerca a esta teología, tuvieron experiencias de vinculación o simplemente simpatizan con sus postulados.
“Gente que ahora está en el poder estuvo metida en trabajos sociales muy cercanos a la iglesia a través de las comunidades eclesiales, bases para la puesta en práctica de esta teología. En Brasil, Luiz Ignácio Lula da Silva, no sólo fue respaldado por dichas comunidades, sino también incorporó a su gobierno a uno de los principales promotores de la teología como responsable de “Hambre cero”, el programa social enfocado a los pobres en ese país sudamericano”.
Ortiz Acosta recordó que el mismo Jean Bertrand Aristide —ex presidente de Haití— fue sacerdote portavoz de la Teología de la liberación. Evo Morales, presidente de Bolivia o Rafael Correa, en Ecuador, también recibieron apoyo de organizaciones con base eclesial; además, otros presidentes de izquierda han expresado su simpatía a la teología de la liberación: Michelle Bachelet, en Chile, Cristina Kishner en Argentina o Hugo Chávez en Venezuela.
Uno de los factores para entender este asunto radica en el hecho de que las sociedades en AL están cansadas del modelo económico y político neoliberal, se han dado cuenta que amplía la brecha entre ricos y pobres, genera mucha desigualdad y millones de excluidos, afirma el investigador del Centro de Estudios en Religión y Sociedad de la UdeG.
Saben que “ese modelo es alimentado o sostenido por gobiernos cómplices que forman parte de esta estructura ideológica. Lo que están haciendo es darle un giro a esta dinámica apoyando a candidatos o movimientos que cuestionan este modelo y propugnan por consolidar estados sociales que atiendan las desigualdades de los países latinoamericanos”.
El giro que el continente está dando hacia la izquierda ha sido alimentado por el interés de “poner el enfoque en los pobres, las desigualdades y e injusticias y eso es lo que nos ha venido diciendo la Teología de la liberación: comprometerse a luchar contra la exclusión social”.
Pese a estas evidencias, dice Ortiz Acosta –quien ha realizado estudios sobre el tema–, El Vaticano sigue en la postura de descalificar la teología bajo el argumento de que más que una teología es política, que está inspirada en el marxismo o que promueve la lucha de clases.
“Hay una visión muy corta desde Roma acerca del significado que ha tenido la Teología de la liberación en el continente. Esta visión eurocéntrica nunca le va a permitir comprender la importancia social, ética y filosófica que ésta ha tenido en el contexto de una América Latina caracterizada por profundas desigualdades sociales”.

México: a un paso
México no está excluido de este proceso. La Teología de la liberación ha sido impulsada por los obispos Sergio Méndez Arceo, Samuel Ruiz, Raúl Vera, Arturo Lona, que han trabajado intensamente a favor de los pobres. Su trabajo ha logrado que muchos sacerdotes tomen este compromiso y que esta ideología sea asumida por las comunidades de base que se han creado en muchos lugares del país.
Con estos antecedentes en México pudo haber vivido en 2006 algo similar a lo que sucede en otros países. “Casi podría asegurar que esta base social de la iglesia comprometida con los pobres simpatizó con Andrés Manuel López Obrador (AMLO), candidato a la presidencia y su proyecto político. Ese discurso de ‘primero los pobres’ y de ‘dejar de favorecer a las minorías privilegiadas’ pegó mucho en quienes luchan contra la exclusión en el país”.
Si hubiese sido una elección sin intervención del Estado y el empresariado, si hubiese triunfado AMLO, México hubiese sido uno de los países latinoamericanos con gobiernos de izquierda en los que los que sectores religiosos que trabajan con los pobres respaldaran al presidente, dijo.

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