La sonrisa digital de Mona Lisa

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A lo largo de la historia, el ser humano ha enfrentado diversos periodos y procesos que tienen como resultado transformaciones ideológicas, culturales y tecnológicas. En la Edad Media, la civilización Occidental sufrió cambios de pensamiento que dejaron atrás la cultura clásica por la exaltación de religiones, como la cristiana o la islámica. En el Renacimiento, Europa occidental generó un movimiento donde se difundieron ideas humanistas, las cuales determinaron una nueva concepción entre el hombre y el mundo, lo que provocó una renovación en el campo de las artes. Tiempo después, la Revolución Industrial ocasionó un conjunto de profundas innovaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales. No obstante, frente a todas estas etapas, la era digital y específicamente el surgimiento de Internet, significan la transformación social más rotunda y compleja de la historia —comparada únicamente con la creación de la imprenta— que ha propiciado nuevas formas de producción y difusión de las artes.
Los números hablan por sí mismos, según datos de la consultora ComScore, existen más de mil millones de internautas, siendo la región Asia-Pacífico la que unifica más del 40 por ciento de los internautas.
El país que más usuarios tiene es China, con sus 179 millones aporta el 18 por ciento del total de cibernautas en el mundo. Le sigue Estados Unidos con 163 millones y Japón con un aproximado de 60 millones.
Esto significa que para millones de personas en el planeta todo se ha reducido a poseer una computadora, contratar el servicio de conexión con alguna compañía, y hacer un click, para de inmediato tener acceso a un sin fin de información. En la red pueden hacerse consultas de todo tipo, desde un portal gubernamental y empresas que ofrecen sus servicios, hasta páginas dedicadas al arte y blogs diseñados por los mismos usuarios. Esta dinámica de producción, distribución y consumo que brinda la red, hace que los usuarios penetren en una realidad que condiciona una serie de deseos y fantasías.
En el ensayo Tecnocultura, el espacio íntimo transformado en tiempos de paz y guerra, editado por Tusquets, y escrito por el periodista y crítico cultural mexicano Naief Yehya, se menciona: “La tecnología es también un proceso que ha logrado penetrar en todos los ámbitos de la vida y la cultura, adquiriendo enorme complejidad, volviéndose un fenómeno aparentemente autónomo y fuera de control, que se rige con una lógica de sustitución compulsiva de productos y de consumo voraz”. Y continúa: “Si la política de una nación es regida por una obsesión tecnológica, el hombre se torna un mero operario ignorante, incapaz de entender el funcionamiento y riesgos de las tecnologías que lo rodean, un ser maravillado por el culto de la alta tecnología y los prodigios que ésta promete, pero sometido a voluntades guiadas por criterios corporativos y autoritarios. En este contexto tenemos que Internet nos ha conferido un poder sin precedente sobre la información, pero a la vez nos ha convertido en sujetos permanentemente vigilados. La miniaturización de los accesorios tecnológicos de cómputo y comunicación nos convierte en seres monitoreados a perpetuidad y ningún elemento de nuestra vida privada está a salvo de los ojos y oídos electrónicos”.

Otra forma de ver el arte
Las tecnologías digitales han transformado la forma de comunicarnos, de entretenernos y de educarnos. Un claro ejemplo es el arte digital interactivo. Recientemente el buscador Google Earth fotografió 14 de los principales cuadros del museo del Prado en Madrid, España. Algunas de estas obras son: “Las Meninas” de Diego Velázquez; “El jardín de las delicias” de El Bosco; “El Descendimiento” de Roger van der Weyden; “Las tres gracias” de Rubens, “La crucifixión” de Juan de Flandes; “Artemisa” de Rembrandt, y “El caballero de la mano en el pecho” de El Greco. En el proceso se utilizaron 8 mil 200 imágenes que permiten una resolución mil 400 veces mayor que la de una foto de diez megapixeles. El resultado permite imaginar cómo Velázquez pintó pincelada a pincelada el contorno del ojo, el iris y las pestañas de la infanta Margarita en “Las Meninas”. Con esto, el usuario que ingresa a Google Earth tiene la posibilidad de realizar un viaje virtual a través de uno de los museos más importantes del mundo.
Para Mario Alberto Fernández, artista digital y miembro del colectivo tapatío Fusión, este tipo de experiencias virtuales son una posibilidad de conocer lugares remotos que difícilmente podrían visitarse en circunstancias reales. “Creo que una persona que no tiene ingresos suficientes puede disfrutar de este turismo virtual y conocer hasta el más mínimo detalle de las obras. Aún así, siento que esta experiencia no sustituye una vivencia original, es decir nunca será lo mismo visitar el museo a través de la red que hacerlo en persona”.
La Biblioteca Miguel de Cervantes es otro de los sitios que permiten tener un contacto virtual con el arte. Su catálogo general ofrece a los usuarios la posibilidad de consultar miles de textos, incluso posee enlaces con otras bibliotecas digitales que manejan idiomas como el inglés, francés, portugués, italiano y alemán.
Un aspecto importante es que el arte en la era del Internet abandona los materiales tradicionales para su producción y da paso a nuevos formatos que permiten almacenar contenido. Esto pone en riesgo su perdurabilidad y ocasiona que el medio se convierta en un fin, es decir, el contenido no tiene tanta importancia, sino como esté desplegado.

Nuevo mercado del arte
Internet cambia las técnicas de venta, subastas, y especialmente las de promoción y marketing del sector del arte para llegar a un público cada vez más joven. Un informe de 2008 de la European Fine Art Fundation, revela que el mercado del arte mantiene un ritmo de crecimiento que alcanzó en 2006 el 60 por ciento en Estados Unidos y un 38 por ciento en la Unión Europea. Estas cifras animan al sector del arte para emplear Internet y así aumentar su número de clientes. En la red existen multitud de portales de compraventa de arte, auténticas comunidades virtuales donde los diferentes agentes del mercado comparten experiencias, conocimientos y opiniones a través de los foros. Artelista posee un gran directorio de obras de autores vivos. Otras galerías virtuales de gran proyección internacional son Artnet y Picassomio. Esta última ha expuesto más de 50 mil obras pertenecientes a artistas de 80 países. El usuario puede navegar y comprar obras de arte a buen precio o contactar con otras personas que comparten este gusto, así como visitar la exposición virtual de cada autor. Este panorama que pareciera alentador presenta riesgos, ya que la transformación y presentación del arte exclusivamente en formatos como el multimedia, lo convierte en una extensión del espectáculo y de la superficialidad.
El escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa expone este fenómeno de democratización de la cultura en la publicación más reciente de la revista Letras Libres: “Se trata de un fenómeno altamente positivo, sin duda, que nació de la voluntad altruista: que la cultura no podía seguir siendo el patrimonio de una élite, que una sociedad liberal y democrática tenía la obligación moral de poner la cultura al alcance de todos, mediante la educación, pero también la promoción y subvención de las artes, las letras y todas las manifestaciones culturales. Esta loable filosofía ha tenido en muchos casos el indeseado efecto de la trivialización y adocenamiento de la vida cultural, donde cierto facilismo formal y la superficialidad de los contenidos de los productos culturales se justifican en razón del propósito cívico de llegar al mayor número de usuarios. La cantidad a expensas de la calidad”. Y advierte: “Tampoco es casual que la crítica haya poco menos que desaparecido en nuestros medios de información y que se haya refugiado en esos conventos de clausura que son las Facultades de Humanidades y, en especial, los Departamentos de Filología, cuyos estudios son sólo accesibles a los especialistas. Es verdad que los diarios y revistas más serios publican todavía reseñas de libros, de exposiciones y conciertos, pero ¿alguien lee a estos paladines solitarios que tratan de poner orden jerárquico en esa selva y ese caos en que se ha convertido la oferta cultural de nuestros días?.

Gestión cultural
Las universidades se desplazan hacia otras posibilidades de educación. En la UdeG virtual se trabaja en el proyecto sobre la comunicación de la cultura en ambientes virtuales, un espacio para que los alumnos expongan sus ideas y proyectos en México y el extranjero. El objetivo es construir espacios de segunda vida o Second Life, donde se construyen avatares, dinámicas, espacios y relaciones de amigos en plataformas virtuales. Una de las interrogantes sería: si los foros tradicionales de exposición artística no funcionan ¿Por qué no irse a la web? Los especialistas indican que las nuevas generaciones podrán tener una nueva visión para gestionar la cultura. Pese a ello, el arte y la tecnología registran una posición antagónica, en donde los retos principales para la sociedad serán recuperar la capacidad de decisión y el uso de la imaginación.

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