La sombra de una intuición

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La desbordante narración del Mahabharata, sus guerras en sánscrito y las claves astronómicas que dibujan la antigí¼edad de la India, han sido una de las inspiraciones más fuertes para el artista británico Peter Brook, una de las figuras más influyentes del teatro en el siglo XX.
Luego de 70 años de trayectoria en las artes escénicas, Brook llega a México a través de su compañía Théí¢tre des Bouffes du Nord, con la que llamó Una flauta mágica. Esta particular versión de la ópera de Mozart encabeza sin duda el cartel de la edición 2011 del Festival Cervantino. Se trata de un montaje que podemos calificar como delicioso. La flauta de Brook concentra delicadamente una cantidad mínima de elementos, cuya suma arroja resultados extraordinarios.
La andadura de Brook en los escenarios del mundo es larga. En los años setenta se consolida como creador escénico, gracias a los procesos de investigación tan acuciosos como experimentales a los que somete su teatro. Junto a las culturas orientales y su mitología, para Brook, Shakespeare fue una vía para la creación de su personalidad en el teatro. Su mirada hizo volver los procesos rituales de las culturas arcaicas, para revisar la solemne rigidez inglesa con la que se le representaba a este autor, consiguiendo hallazgos fundados en la dolorosa certeza de que la mayor parte de la vida se escapa a nuestros sentidos.
¿Cómo dar forma a lo invisible? Los caminos para hacer visible el universo intangible que habita lo humano ha sido una de sus búsquedas constantes, en que los rituales iniciáticos cobran peso.

La intuición de una sombra
El primer fin de semana del Cervantino puso de pie al Teatro Juárez de Guanajuato. La gente aplaudía una fábula cuya música provenía de apenas 10 voces, incluida la del piano, instrumento que sintetizó la dotación orquestal mozartiana.
Peter Brook ha dicho que se retira de la escena con este montaje, de ahí la expectación mundial que ha generado. Desde que Brook pisó los terrenos de la ópera, la convirtió en otra cosa. Desprovistos de maquillaje y calzado, los actores-cantantes se mueven dentro y fuera del escenario, recorren el teatro, lo caminan con un trazo tan libre como los musicales procesos de concreción de lo abstracto.
Toda la carga masónica del libreto original de Emanuel Schikaneder, hermano de Mozart, sufre, luego de los arreglos y la adaptación del compositor Franck Krawczyk y de Marie Helene Etienne, una decantación que lo convierte en una lucha más primordial: la del bien y el mal, combate en el que el amor demuestra todo su poder.
Una flauta mágica, la de Brook, nos recuerda el sumario y evolución de su pensamiento creativo, aquel que caminó por los ceremoniales sagrados de la encarnación de lo invisible, que trascendió, por mucho, la imitación de los modelos externos del teatro contemporáneo, para sumergirse en la profundidad de las intuiciones sin forma, aquellas que llegan como un color apenas, como una sombra, como un perfume.
Brook saca de la clásica impostura operística a sus cantantes, sus cuerpos y sus voces. Los actores que interpretan Tamino y Pamina mezclan sus orígenes raciales y sus colores vocales en la armonía general del montaje, cuya característica es la belleza austera, la revelación de lo humano no sólo a partir de la desnudez de la ópera, sino también del humor.
En la flauta de Brook se canta en el alemán en que fue compuesta la obra, se habla en francés y juega en español. La experiencia compartida puso en comunión a ejecutantes y público con el espacio, con la belleza del edificio en que fue escenificada.
La convención de Brook no esconde trucos, no guarda a los ojos del espectador los hilos que mueven la escena, puesto que son los mismos actores quienes convierten un conjunto de varas de bambú en los túneles por los que Papageno y Tamino viajan, en la celda de Pamina, en el palacio de Sarastro, en las rutas oscuras de la Reina de la Noche, en los apasionados lazos que unen a los enamorados. Hay en todos una conciencia de nuestra presencia, de la simultaneidad del presente en la que el teatro y sus recursos arquitectónicos y decorados se convirtieron finalmente en la victoria de la luz.

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