La multiplicidad en escena

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Después de una ruptura amorosa —de una relación caótica—, la creadora multidisciplinaria Alondra García se dio cuenta de que algo en su personalidad había cambiado para siempre. Asustada por esta nueva actitud que se reconocía, realizó una investigación para darse cuenta de que todos los seres humanos somos cambiantes, y creó un texto respecto a ello, en búsqueda de la mejor manera de enfrentar los cambios, que son parte natural del individuo.

Así nació Anna… en otro lugar, una puesta en escena que emplea distintas disciplinas para intentar fungir como un espejo de la conciencia, donde se relacionan las muchas personalidades que puede experimentar una persona, plasmadas en teatro, clown, títeres, danza y música.

“Fue muy divertido y a la vez complicado por ser mi ópera prima; pero muy lúdico porque los compañeros con los que trabajo son muy abiertos y atentos a la calidad de cada uno de los elementos que se incluyen; me gusta porque son capaces de encuerarse en el escenario. Es rico cuando encuentras en el público a alguien igual de encuerado que tú, que va sin prejuicios y en plan de disfrute y observación”, comenta Alondra García, la directora y actriz principal de la obra.

Todos somos capaces de crear varios personajes alrededor de nuestra vida, dice la artista, “y los interpretamos dependiendo de la situación, en ese sentido, con la obra yo no quería ser como un punto de reflexión de enseñanza o de lección, queríamos crear una especie de espejo con el público para que se sintiera identificado o transgredido por esta realidad en la que desenvolvemos varias caras y desarrollamos todas a la vez”.

Esta confrontación tiene que ver con los paradigmas de la sociedad que obligan a la persona a actuar de cierta manera y a esconder quien realmente es en la máscara que los demás quieren ver: “Hay un momento en el que sin darte cuenta estás necesitando realmente pertenecer a un grupo, a lo que sea a toda costa, si no perteneces no eres parte de un algo, no eres nada, eso hace que vayas modificando tu forma de ser para encajar”.

La expresión emocional fue el punto de partida de la obra que, según los integrantes del colectivo Epojé que le dio vida, ha obtenido una buena respuesta del público, aun cuando no es muy común ver esta clase de montajes multidisciplinarios en grandes teatros.

García concibe su proyecto como un experimento escénico que trata de fusionar las disciplinas en las que se formó: “Todas me encantan y creo que tengo algo que aportar en todas, pero a la hora de definirte como algo es difícil; si me preguntan: ¿tú qué eres?, no sé qué responder porque hago un poco de cada cosa, el experimento iba hacia allá: aportar algo de todas, no puedo dejar ni una de lado porque, como las personalidades, son parte de mí”.

Anna… en otro lugar no pertenece a un grupo específico de teatro, sino que busca siempre ser una innovación en el escenario. Todos en Epojé son primerizos en esta experiencia: Alondra dirige por primera vez, Alina produce por primera vez y aunque Luis Gygli siempre se ha dedicado a la música, es la primera vez que la adapta a un montaje.

Hacer más sólido y cada vez más contundente el discurso de Anna en el escenario es el paso que buscan dar los miembros de Epojé en las siguientes presentaciones de la obra. Un discurso en el que los símbolos ayuden al espectador a crear una historia alrededor de Anna que nadie más que el individuo pueda interpretar a su manera y utilizando como recurso sus propias experiencias en torno a las múltiples personalidades, de un lado oscuro o de uno muy luminoso.

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