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La mano humana detrás de los incendios

Prácticas sociales, agrícolas, presión de la urbanización, todo esto incide en el aumento y virulencia de los incendios, además de que provoca desvíos en sus regímenes naturales o históricos

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El problema de los incendios forestales en México se ha vuelto cada vez más complejo, no sólo por la intervención directa de los humanos y por las condiciones ambientales, significativamente alteradas por la acción de la sociedad industrial y el crecimiento urbano, sino también por los efectos del cambio climático global y la fragmentación de las áreas forestales.

Enrique Jardel Peláez, director de la División de Desarrollo Regional y profesor del Departamento de Ecología y Recursos Naturales del CUCSur, asevera que por ello los incendios son diferentes si ocurren en un área boscosa extensa, como la sierra de Manantlán, en medio de un paisaje rural o en un área de tamaño reducido rodeada por una gran ciudad, como sucede con el Bosque La Primavera.

El especialista defiende la idea de que los incendios pueden ser benéficos y son un fenómeno natural en ciertos ecosistemas.

El problema radica en que han sido alterados por la acción humana de manera directa o indirecta.

“El problema en sí no es que ocurran incendios en ecosistemas como los bosques de pino o de encino, sino la alteración del régimen de incendios al cual están adaptados. Desde el punto de vista de la ciencia de la ecología, el problema con los incendios es la alteración de su frecuencia, estacionalidad, intensidad, severidad, tamaño y sinergia con otros factores de cambio, esto es, la desviación de lo que ha sido el régimen natural o histórico”.

Agregó que otro aspecto de esta complejidad es la influencia de procesos sociales. En el caso de la sierra de Manantlán el problema en términos de la conservación es cómo integrar los usos tradicionales del fuego y el mantenimiento o restauración de los regímenes de incendios, con el manejo de los cultivos agrícolas, la ganadería, la silvicultura y la protección de las zonas núcleo.

Foto: José María Martínez

En contraparte, en La Primavera la conservación de ecosistemas propensos a incendiarse ─por su vegetación y clima─ enfrenta las presiones de la urbanización y la agricultura en su zona circundante sobrepoblada, donde se originan la mayor parte de los incendios.

Jardel Peláez consideró que no hay soluciones simples para un tema tan complejo como el de los incendios y no está relacionado sólo a la protección, la prevención o la vigilancia.

“La cuestión de los incendios no se puede reducir a la protección y vigilancia, la detección temprana de los incendios y su combate y control, aunque estas sean tareas importantes en las que este año, difícil por las condiciones climáticas de sequía, se han tenido avances notables en Jalisco en términos de organización y asignación de recursos”.

Añadió que el asunto fundamental es la gestión del territorio y el manejo sustentable de los recursos naturales en diferentes contextos ecológicos y sociales.

“No es lo mismo establecer una estrategia de manejo del fuego integrada con el manejo comunitario de los recursos naturales en un espacio rural como la sierra de Manantlán, que en un área protegida amenazada no por los incendios provocados, que no son sino el síntoma del problema, sino por la urbanización desordenada, la especulación inmobiliaria, los conflictos sociales y la degradación ambiental en su entorno, como es el caso de La Primavera”.

Recalcó que ocurren situaciones similares en otras partes del mundo, como los incendios forestales en el parque nacional de Table Mountain, rodeado por Ciudad del Cabo, en Sudáfrica o en los bosques vecinos a Atenas, en Grecia.

“En estos días en que se conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente, es importante entender que fenómenos como los incendios forestales ocurren en el contexto socioecológico del cambio ambiental global”.

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