La literatura como sueño

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071124 FIL fotos de conferencia del escritor mexicano Carlos Fuentes, en la feria del libro de gdl. foto giorgio viera.

En su escritorio. Con su pluma. Entre sus libros. Carlos Fuentes tendió un puente a la intimidad. Con sus lectores y también con quienes lo escuchaban por primera vez compartió el proceso de creación de una historia, que inicia con la salida del sol y finaliza apenas con los sueños.
Lejos de la tecnología, Fuentes busca la pluma, la tinta y el papel para escribir, herramientas “transportables y a la mano en avión, playa y hotel”.
“Cupo lleno” sentenciaba el letrero a los que a las seis de la tarde pretendían ocupar un lugar en el salón 4. La pantalla, que minutos antes trasmitía el homenaje a ílvaro Mutis, los hacía testigos distantes de la conferencia de Fuentes. Adentro, el autor de Aura y La región más transparente se cuestionaba ¿para quién escribir? “Yo sospecho del escritor que proclama de entrada que escribe para el pueblo y detesto al escritor que conoce la receta prefabricada del éxito de ventas.
Recordaba a “los otros Carlos Fuentes”. Su tío y su hijo, poetas ambos: los dos “protagonistas más familiares de mis sueños, al grado que al despertar y ponerme a escribir no se si lo que escribo me pertenece a mí o me lo dictan ellos”.
Cuarenta minutos después, el público seguía con atención el viaje de Fuentes por sus sueños y sus protagonistas, esos sueños en los que aparecen sus muertos. “Soñar es crear” asegura.
En un recorrido por las grandes obras y los personajes en la historia de la literatura mundial, Fuentes concluyó que la lectura “es la hora de todos. Intimo y colectivo instante. A la vez compartido y privativo”. Por ende, dijo, el escritor debe hacer una literatura que “cree lectores y no solo cuente lectores”.
En su discurso, Carlos Fuentes aludió al papel que desempeñan la literatura y la palabra en todas las sociedades y del desdén de cualquier tipo de gobierno hacia esta. “En las sociedades democráticas la imaginación y la palabra puede ser objeto de indiferencia o de perversión, a fin de restarles importancia. En los regímenes totalitarios éstas son objeto de persecución, devolviéndoles toda su importancia. (…) En el totalitarismo, el escritor es conducido a un campo de concentración. En el capitalismo, es conducido a un estudio de televisión. No sé qué es peor”.
Carlos Fuentes hizo referencia a la vocación provocadora y pluralista de la literatura, que “es un atentado contra las buenas costumbres”, pues siempre una novela “quiere crear más realidad, pero una realidad crítica, en un proceso de cuestionamiento continuo”.
Antes de finalizar, el escritor mexicano tuvo palabras para los pueblos latinoamericanos en los que dijo, la literatura mantiene viva la imaginación y el lenguaje. Esa es su contribución a una América latina, “no postrada sino de pie, en la que decir democracia signifique decir bienestar”.
La literatura –enfatizó- forma parte del capital humano y social de Latinoamérica, que es incluso más importante que cualquier capital financiero volátil y desdeñoso. “Es la reserva de un metal que al usarse jamás se agota: el oro de la inteligencia, la palabra y la cultura”.
Fuentes cerraba así el primer domingo de actividades de la FIL. Mientras, el escritor Xavier Velasco aplaudía de pie al autor de La muerte de Artemio Cruz, seguido de casi todos los asistentes. La cabeza blanca de Fuentes se perdió entre cámaras, micrófonos y libros por firmar.

Fuentes y Colombia

Ha muerto Aquiles. Le dieron en sus talones, su cabeza, su cuello, sus manos. Todo lo que él tenia para mostrarle al mundo, para que el mundo lo amara, para que el mundo lo matara.
Fuentes narra así el deceso del candidato presidencial Carlos Pizarro en 1990 y que años antes había participado en la guerrilla colombiana.
En la conferencia Las horas de Colombia, Carlos Fuentes leyó partes de su nueva obra Aquiles o el guerrillero y el asesino ante el publico que abarrotó el salón Juan Rulfo. Ahí Fuentes habló de lo que significó la guerrilla en Colombia y los orígenes de Pizano y la cultura de violencia que persisten en ese país.
En un capitulo de su nueva novela, el escritor mexicano recrea el asesinato de Pizarro a manos de un sicario en pleno vuelo Bogotá-Barranquilla en un Boeing 727 lleno de pasajeros.
“No se olviden de darle a mi mamacita los dos mil dólares que me prometieron”, decía la nota escrita a mano escondida en el zapato del asesino de 19 años.

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