La Horticultura como terapia

Investigadores del CUSur participan en un proyecto que lleva huertos a centros penitenciarios, lo que brinda a los usuarios un espacio de recreación, concentración y otros beneficios más subjetivos en áreas de su proceso de aprendizaje o rehabilitación

1941
Foto: Cortesía

El cultivo de hortalizas, especias, hierbas aromáticas y plantas de ornato con propósitos terapéuticos y para el consumo de la población, es parte de las actividades de la sección femenil del Centro Integral de Justicia Regional (CEINJURE) de Ciudad Guzmán, luego de la inauguración de su huerto ecológico.

En el proyecto denominado “Horticultura urbana y nutrición: una estrategia de intervención multidisciplinar para mejorar la salud física y mental en mujeres privadas de la libertad” participan profesores y profesionales de nutrición y psicología del Centro Universitario del Sur (CUSur).

Es dirigido por la investigadora Norma Helen Juárez, quien explicó que este proyecto no se reduce a producir alimentos, sembrar, regar y cosechar, ya que en realidad hay toda una serie de actividades como organización, planificación, tener cuidados, desarrollar la información, aprender a manejar problemas del huerto.

“Es un paquete que incluye el desarrollo de muchas habilidades, gestión de nuevo conocimiento, la capacidad de desarrollar nuevas formas de organización para que ese huerto funcione y esté vivo”.

La idea de estos huertos surgió hace un par de años en un trabajo con alumnos del CUSur y comenzó en el Centro de Integración Juvenil cuando descubrieron que, a diferencia de México, la horticultura terapéutica es un campo explorado y trabajado en otros países.

“Empezaron a interesarse en seguir explorando esto en nuevos escenarios e hicimos un acuerdo con un centro de atención múltiple para niños con diferentes tipos de discapacidad e iniciamos un segundo huerto. Encontramos cosas valiosas, como la detonación de diversos procesos en los niños y en la institución, donde el huerto se volvió un eje dinamizador de varias actividades”.

Otro de los ejes fue trabajar en los centros penitenciarios de Ciudad Guzmán, por invitación del profesor Marco Santana, donde en 2017 en el área varonil fue instalado un huerto en el que se produce y comercializa lechuga, col, cilantro, nopal, zanahoria, fresa, pimiento, acelga, pepino, entre otras hortalizas.

“Un área pendiente por la falta de insumos fue la femenil, que recientemente inauguramos y que fue financiada por parte de la Secretaría de Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres, del Gobierno de Jalisco, a través de la asociación Alianza Ciudadana para el Desarrollo Regional Alternativo – Sur de Jalisco (ACDRA-SURJA), con el respaldo institucional y operativo del CUSur”.

Dijo que en este centro realizaron una evaluación de las mujeres, que dio como resultado internas sedentarias, con notable sobrepeso y deterioro de su salud, que ahora serán más activas y tendrán alimentos frescos, producidos por ellas.

En los centros donde las personas están recluidas el huerto se vuelve una actividad que les brinda distracción del encierro. Permite fijar la atención en aspectos diversos como si le falta agua, si no esta creciendo bien, lo que sucede ahí es muy dinámico y de un día para otro cambia si no prestas atención y esa atención les permite despejarse del encierro, porque se gestan múltiples dinámicas que les permiten interactuar, tomar decisiones,  planificar”.

La académica señaló que realizar este tipo de proyectos con personas vulnerables refuerza  y complementa el trabajo de otros profesionistas y brinda a los usuarios un espacio de recreación, concentración y otros beneficios más subjetivos en otras áreas de su proceso de aprendizaje o rehabilitación.

Entre los planes a futuro, señaló que los alumnos son quienes marcan la pauta, pero le gustaría consolidar los espacios ya existentes, además de que se tiene considerada la instalación de un huerto en una escuela secundaria.

Mi sueño seria hacer un proyecto de horticultura social, es decir, que se hiciera un acuerdo con el ayuntamiento para alguna colonia que quiera tener un huerto comunitario, sería un modelo que fortalece los procesos que ayudan a retejer las relaciones, los vínculos y nos permite avanzar en un tema urgente: que es reducir la ingesta de residuos tóxicos presentes en todos los alimentos”.

 

 

 

 

 

Artículo anteriorRadio UdeG, pionera en las nuevas tecnologías
Artículo siguienteAnuncian programa del Congreso Internacional Avances en Medicina