La hora del honor

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Consigna el jurado del premio en su acta que la de Fernando Vallejo “es una de las voces más personales, controvertidas y exuberantes de la literatura actual en español. Su obra, en palabras de Ana María Moix, ‘provoca entusiasmos o fobias, pero nunca deja indiferentes’. Su escritura gira en torno a un único tema: Colombia, pero en realidad es una excursión abigarrada y comprometida por los conflictos del ser humano, desde la denuncia al desencanto, pasando por una difícil ternura que a veces es entendida también como agresión o disconformidad”.
Nacido en Medellín, en 1942, radica en la Ciudad de México desde 1971 y en 2007 adoptó la nacionalidad mexicana, renunciando a la que le vino de cuna. De modo que no ha dudado en equiparar en sus filosas críticas la corrupción, la inmoralidad y las desgracias de ambos países y sociedades. Lo anterior es un tema central y frecuente de su discurso, sumado al retrato cotidiano de la violencia fruto del narcotráfico, su amor y activismo por los animales de sistema nervioso complejo, así como su desprecio también activo por la Iglesia católica, todo lo cual le ha valido a una fama de controversia y escándalo en sus declaraciones públicas.
Sin embargo, sus polémicas declaraciones no han podido opacar la lucidez de su prosa. Autor de novelas incisivas como La virgen de los sicarios (1994), El desbarrancadero (2001) y El don de la vida (2010), también echó correr la tinta en acres y agudos ensayos históricos como La puta de Babilionia (2007) y Almas en pena, chapolas negras (biografía de José Asunción Silva, 1995).
Y aunque este reconocimientos se ciñe a las fronteras de la creación artística, Fernando Vallejo ha hecho también grandes contribuciones a la literatura desde la teoría: Logoi, una gramática del lenguaje literario es un meticuloso estudio de los componentes de una forma específica del idioma que usa la misma materia prima que el merolico, el jurista y cualquiera que habla, pero que ha construido sus propias partículas y reglas de relación entre éstas. Un tratado de retórica que observa el fenómeno de la prosa literaria desde una perspectiva radicalmente opuesta a la de la originalidad como valor estético.
Con todo, lo más probable es que en las actividades que a lo largo de los primeros días de la FIL, el centro de atención recaiga no en su trabajo escrito, sino en sus radicales consideraciones morales, en las que suelen salir más compadecidos los pobres cerdos acuchillados en el obrador que los niños de Maciel; en su deprecio generalizado hacia los políticos, a los que llama “granujas”, “bellacos” y “aprovechadores públicos”, o en el mejor de los casos, sobre el innegable tono provocador de su literatura, cuya fuerte carga autobiográfica deja expuesta su propia persona, obsesionada por la inminencia de la muerte y el amor entre prójimos sin importar especie, sexo, edad ni nada.
En todo caso, y volviendo a las consideraciones del jurado, que cita a Juan Villoro: “Sus personajes tienen suerte cuando reciben cuatro tiros y sólo uno es de muerte. Maestro de la injuria como una de las bellas artes, el narrador suele apartarse de la trama para levantar la voz como un libelista indómito y a veces disparatado”. Si bien Colombia es su asunto, su ambición es retratar al mundo que lo conmueve, y expresa su emoción con la voz de un artista en el que coinciden la realidad de un mundo raro con la imaginación de esta figura verdaderamente original de la literatura en castellano”.

Entrega del Premio FIL 2011
Sábado 26 de noviembre, 11:00 horas
Auditorio Juan Rulfo, Expo Guadalajara

Fernando Vallejo y sus lectores
Domingo 27 de noviembre, 19:00 horas
Salón 3, en el Centro Universitario del Sur (Ciudad Guzmán)

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