La estela de Alemania

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El invitado de honor de la FIL se queda en Guadalajara mucho más que nueve días. Una de sus moradas extendidas es desde hace años Luvina, que dedica siempre su edición de invierno especialmente a la literatura del país en turno. Pero esta vez ha sido monumental: el número 65 “Literatur” alcanza las 340 páginas de un contenido tan vasto y vario que sus tres meses de vigencia antes de que llegue la primavera apenas dan espacio para leer otra cosa.
Herta Mí¼ller, Gí¼nter Grass y Hans Magnus Enzesberger son los grandes nombres que encabezan un índice de 54 autores, entre los que también destacan Peter Stamm, Monika Maron, Ilija Trojanow, Uljana Wolf, Doris Dí¶rrie y Peter Zelik, quienes estuvieron presentes en la feria; además de Uwe Timm e Ingo Schulze, quienes se habían anunciado pero finalmente no asistieron.
Al igual que en las actividades literarias alemanas durante la feria, el contenido de Luvina apuesta fuerte por la poesía: casi la mitad de los textos son poemas en versión bilingí¼e ágilmente puesta en página, lo cual resulta una oportunidad escasísima y rara para quien estudia el idioma, y para quién no, es al menos una curiosidad tipográfica encontrarse con un relieve de escritura tan distinto, lleno de kas, diéresis y ese signo raro que es la íŸ.
Por su parte, la prosa no se cohíbe ni restringe a los límites de la narrativa en forma de cuento como “Estaciones” de Tilman Rammstedt o “El comienzo de algo” de Siegfried Lenz; o de fragmento de novela, como el de Hijo de mamá, de Martin Walser o el de Un país blanco, de Sherko Fatah.
El corpus de este vistazo general al trabajo literario contemporáneo en una lengua “herida, amurallada, intervenida por el sinsentido y Auschwitz. Por la confusión y la ambigí¼edad. Pero reconstruida y liberada” –según reza la carta editorial–, incluye ensayos de formas y fondos inusuales, como Con la rabia de este mundo y las ternezas de otro, de Herta Mí¼ller (y todo lo de ella), como el Cómo es en realidad el ser humano de Schulze sobre un viejo amigo muerto que ahora es un recuerdo imposible de narrar… o como el fragmento de Palabras de Grimm. Una declaración de amor, de Gí¼nter Grass, un libro tan inexplicable fuera de su lengua y mundo de referencias que no se va a traducir en absoluto.
Sobre todo, llama la atención el título del ensayo de Navid Kermani, que también fue la pregunta constante e incómoda que rodeó a la delegación teutona y los representantes de sus instituciones: ¿Qué es lo alemán en la literatura alemana? Sin la incomodidad de la incorrección política al plantearla desde dentro, la premisa de Kermani es que la “crítica, incluso el rechazo hacia Alemania, es un leitmotiv de la historia literaria alemana”, al tiempo que antepone a Kafka como el escritor alemán ejemplar por sobre Goethe, Schiller, Mann o Brecht no a pesar sino precisamente por tener una marcada identidad múltiple, características manifiestas durante las actividades alemanas de la FIL tanto como en las páginas de esta Luvina.
Y si todo lo anterior no pareciera suficiente ganancia en el trueque por 80 pesos, todavía viene adjunto el suplemento “Paisajes Coreanos”, otras 100 páginas que por derecho propio constituirían una revista en sí, o inclusive también una antología. Park Min-gyu, Hwang Sok-yong, Ko Un, Kim Su-young y Yi Sang son algunas de las firmas que forman parte de este panorama de poesía y narrativa que no nos resulta del todo desconocido ­–a pesar de la distancia geográfica, cultural e idiomática– gracias al Programa de Literatura Coreana que desde hace varios años forma parte de las actividades de la FIL, y a algunas traducciones disponibles en nuestro país en editoriales como Aldus, Emecé y Ediciones del Ermitaño.

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