Hecho de barro, Adán, el primer hombre según las religiones abrahámicas, fue insuflado con el aliento divino de la vida para habitar y gobernar la tierra. Al igual que muchas otras propuestas, el bailarín y coreógrafo Rafael Carlín y su compañía de danza buscan en Adán, una figura tan reproducida y tocada por la cultura occidental, una forma actual de representación desde el movimiento. Con doce bailarines en escena, Carlín explora a esta figura masculina con recreaciones de algunos de los signos más icónicos del mito en la pieza Adán, teoría sobre el deseo. El árbol de la sabiduría, que es también el del bien y el mal, el fruto y sus tentaciones siempre ambivalentes, así como la sugerente aparición de Eva son algunos de los motivos que impulsan a los bailarines en escena. Es notable el crecimiento de esta compañía, tanto en la calidad de su propuesta como en su producción. Si bien tanto en la dramaturgia como en el lugar que se coloca al primer hombre hay elementos que no terminan de tejerse con solidez, es posible decir que la danza ocurre entre cuerpos claramente entrenados que, sin mayores pretensiones, se comprometen con un montaje que pregunta con honestidad para construir su sentido.
Limbo es la otra coreografía que presenta la misma compañía. Original de Víctor Manuel Ruiz, Limbo diserta sobre el pesaroso anonimato en el que vivimos en las sociedades actuales. Los sin nombre caminan atropellándose con deseos frustrados, con la trágica certeza de que es imposible acercarse al otro. La historia de cada uno, la de todos, permanece dolorosa en la memoria de cada cuerpo, pero es incapaz de compartirse. El limbo es un “no lugar” en donde habitamos cada día.
Ambas piezas continuarán en cartelera los miércoles, desde el 4 de febrero y hasta el 28 de marzo en el Teatro Experimental. Adán y Limbo son sin duda dos apuestas profesionales que dan ejemplo de la danza que actualmente se produce en nuestra ciudad.
