La ciencia en la época prehispánica

13166

Se dice que la civilización azteca, cuando la conquista la arrancó de sus raíces, había llegado a un alto grado de desenvolvimiento, a juzgar por la creencia de que los aztecas computaban el tiempo mejor que sus conquistadores, que trazaban algo parecido a las cartas geográficas; extraían la plata de sus minas, el plomo, el estaño y el cobre mediante verdaderos procedimientos metalúrgicos, que además conocían las ligas metálicas –lo que supone incipientes conocimientos químicos–; que sus conocimientos en el arte de curar eran meros rudimentos: conocían plantas y animales integrantes de la flora y la fauna, de lo que se deriva una serie de conocimientos botánicos y zoológicos; que en uno de los palacios de Moctezuma había un jardín botánico y una denominada Casa de Fieras, lo que sí era un adelanto, ya que en Europa transcurrieron muchos años antes de se fundara “El jardín de plantas del rey”.
Existe por cierto un libro con el título de Botánica de los nahoas, en el que se resumen los conocimientos aztecas en el tema, escrito por Francisco del Paso y Troncoso (Veracruz, 1842-Florencia, 1916). Los hechos relatados están lejos de ser un conjunto de doctrinas bien comprobadas y expuestas con claridad y precisión, en buena parte por su escritura casi ideográfica, lejana del alfabeto conocido entonces.
“El lenguaje nahua no hubiera podido consignar las ideas abstractas de espacio, de tiempo, de divisibilidad, fundamentos necesarios de las matemáticas, que son base de toda ciencia”, considera don Porfirio Parra, maestro de la Escuela Nacional Preparatoria, en su Gabinete de física, quien escribió el texto que nos ocupa.
Este maestro agrega que otro obstáculo para el cultivo de las ciencias que ahora consideramos “duras”, residía en su imperfecto sistema de numeración (¿?), que en realidad no era un sistema, “porque no todo modo de contar y de representar números puede ser un sistema de numeración”.
El nahua era un pueblo que no conocía el vidrio, ni el fuelle, tan necesario para activar la combustión y que ignoraba el arte de la destilación. En resumen, los conocimientos que de los aztecas han llegado a nosotros eran empíricos. Y no llegaron a ser coordinados ni sistematizados.
Pero es justo decir que sus conocimientos eran numerosos, extensos y variados. Aunque sus actividades en metalurgia y minería eran incipientes, superaron a los peruanos, ya que los aztecas extraían la plata del mineral de Taxco; el oro lo aislaban, lavando arenas auríferas. Usaban el cobre, el oro y el estaño. El barón Alejandro de Humboldt se admiraba de que los nativos utilizaran tanto los colores ocres en el territorio del Anáhuac sin que hubieran descubierto el hierro.
El pueblo azteca era laborioso, paciente, tenaz, dedicado a la agricultura, la pesca, a la caza y habitaba un territorio fértil, por lo que “adquirió muchos conocimientos prácticos acerca de los animales y plantas y el arte de curar”, admite finalmente el estudioso de la física de la época de Porfirio Díaz.
En efecto, el profesor Parra consigna que Francisco Javier Clavijero aportó el testimonio del conocimiento de los nativos y numerosas especies de pescados, reptiles e insectos: más de mil 200 plantas, más de 200 especies de pájaros, muchas especies de reptiles e insectos.
En sus crónicas los conquistadores hablan de la habilidad de los cirujanos aztecas, aunque a su juicio utilizaban las sangrías en exceso y usaban los baños que todavía perduran, llamados temascalli, que eran de vapor, asociados con sustancias volátiles que procedían de diversas plantas, como medios curativos. Esas prácticas subsisten todavía.
Por estos antecedentes, el autor del texto mencionado, concluye que el origen de la ciencia mexicana fue la ciencia que trajeron consigo los conquistadores.
Esta afirmación todavía tendría numerosos matices a la luz de la antropología moderna y no a la luz de la época en que este interesante libro fue compilado: 1900-1901, por Justo Sierra, y del cual hay un volumen en la Biblioteca Mathes, de El Colegio de Jalisco (XXX aniversario), albergada en el Fondo antiguo reservado.

*Divulgadora de la ciencia / Unidad de Vinculación y Difusión. Coordinación de Vinculación y Servicio Social.

Artículo anteriorEl tacto como principio
Artículo siguienteDelincuencia organizada