La Atenas renovada

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La luz del sol se abría paso conforme el camino se hacía más corto y la mañana más madura. Busto tras fuente, tras escultura moderna, el bulevar Félix Ramírez se adentra en Lagos de Moreno, una ciudad de cerca de 85 mil habitantes que gozan de una oferta cultural cada vez más amplia y profunda.
“Cuando me fui de aquí, hace 11 años, pensé que jamás volvería”. Raúl Valencia estudió sociología en el CUCSH, y la comparación es clara para él: “Desde hace unos años las cosas han cambiado muchísimo. Yo como laguense he notado un claro florecimiento de la vida cultural. Tanto, que me animé a volver”.
La tradición, sin embargo, nunca ha dejado de señalar el desarrollo de las artes y el conocimiento en esta población, representativa de la zona de los Altos. El título de “Atenas de Jalisco” le viene de finales del siglo XIX y principios del XX, periodo que se ha dado en llamar la “Edad de oro laguense”, por varios factores. Uno de los más contundentes fue la llamada Generación de 1903, un grupo de tertuliantes, escritores y amigos, entre los que se encuentran Mariano Azuela, Antonio Moreno y Oviedo, José Becerra, Bernardo Reina y el poeta Francisco González León. “Ellos fueron el equivalente del Ateneo de la juventud”, dice la maestra Irma Estela Guerra, doctorante en letras por la UNAM e investigadora de la literatura laguense.
Otro, fue el renacimientos de los Juegos florales, hoy Premio nacional de poesía joven, es Francisco González León, en homenaje al poeta ya mencionado por gestión de Víctor Sandoval. Ha laureado a plumas como Vicente Quirarte, Raúl Aceves, Eduardo Langagne, Raúl Bañuelos y íngeles Mastretta.

Descentralizar
A 37 kilómetros de León, Guanajuato; 68 de Aguascalientes, y 167 de Guadalajara, no es de extrañar que los laguenses se consideren alejados y un tanto extraños con respecto a lo que pasa en la capital de Jalisco. Imprimen sus periódicos en León, incluido Rapsoda, órgano comunicativo de CULagos.
Para responder a las necesidades específicas de la región, el centro universitario se esfuerza en hacer investigaciones y productos culturales enfocados a problemas locales, pero con valor y aportaciones a escala más extensa.
Un claro ejemplo es la estación de radio universitaria, cuya antena emite programas locales casi por completo. La única excepción son los noticieros. “A la gente le molesta eso. Llaman mucho para decir que no les interesa lo que están diciendo. Ellos quieren conocer a su candidato, no al de Zapopan ni al de Tonalá”, afirma Leticia Hernández Vega, directora de la estación.
La presencia de las ondas sonoras en la vida cotidiana es patente desde que el aparato receptor del autobús alcanza a captar la señal. Fue lo primero que escuché al llegar a Lagos. “No tenemos una población objetivo específica. Nos escucha toda la gente. Incluso si no tienen nada que ver con la Universidad”. Reciben alrededor de 300 llamadas al mes y de los más de 30 programas que emiten, el más exitoso es Cancionero mexicano. “No somos una radio comercial. Queremos crear vínculos, dar respuesta a las demandas de la gente, a los problemas sociales”.
Aunque en los seis meses que lleva operando el proyecto piloto que ha hecho de Lagos la primera estación de la red en hacer producción local, Leticia tiene una queja: “No tenemos suficiente personal. Nos es imposible producir un noticiero que se enfoque a nuestra región. En total sólo cinco personas reciben un salario aquí en radio. El resto de los colaboradores lo hacen de manera gratuita”.

Las mentes, los libros
Sergio Pitol inauguró en febrero de 2008 la licenciatura en humanidades y la cátedra que ahora lleva su nombre. Entonces abrió su discurso citando a Borges: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su vista…”.
La labor editorial de CULagos se ha enfocado a la producción de hermosos y enriquecedores instrumentos de tinta y papel: la revista de literatura y artes Huso crítico, que dirige Fernando Solana; la revista del Seminario de historia mexicana, que reúne artículos rigurosos en torno a un tema específico y otros libros, tanto académicos como de ficción que, han visto la luz en librerías laguenses y foráneas.
En pleno auge de las carreras técnicas al vapor, el CULagos apuesta por lo contrario. Se esfuerza por formar mentes integrales. No sólo la licenciatura en humanidades, con especializaciones en letras, historia, antropología y psicología lo demuestra; también sus ingenierías, en mecatrónica, bioquímica, computación, sistemas de la información y administración industrial, cuyos estudiantes están obligados por currícula a tomar algún taller artístico.
Las actividades culturales no cesan, y son gratuitas: este fin de semana tuvieron el Festival audiovisual contemporáneo, con ocho proyectos participantes y dos días de fiesta coronados con música electrónica en el bar Los Pinos.
El mes próximo contarán con la presencia de Marcelino Cerejido para inaugurar el Seminario ciencia, arte y religión, de la Universidad Internacional de Verano, y con otros grandes divulgadores, como José Antonio de la Peña y Manuel Peimbert.

Conflicto
Noviembre del año pasado. Noche del 27. La Congelada de Uva presentó uno más de sus performances, abundantes en piel, posturas y actos de evidente sexualidad. La presentación fue precedida por una mesa redonda sobre erotismo y pornografía, en el marco del VI Congreso de cotnracultura. Casa Serrano estaba llena. Dicen los estudiantes que todavía tienen viva la imagen y la relatoría de la polémica que siguió. Nadie se salió, nadie protestó. El performance llegó hasta el final. Pero al día siguiente las protestas por parte del ayuntamiento y algunos sectores de la sociedad pedían la cabeza del rector Roberto Castelán. Acusaron a la Universidad de promover la pornografía y circularon panfletos reaccionarios que demandaban el cierre del centro universitario.
Febrero de 2009. Inspectores del ayuntamiento allanan el mismo centro cultural durante un taller de dibujo al desnudo impartido por Rubén Díaz Barriga, como parte del ciclo de actividades Arte y erotismo. La comunidad universitaria y la Federación de Estudiantes Universitarios organizan una marcha de protesta desde el centro universitario hasta la cabecera municipal.
“Claro que hay un conflicto”, conversamos en la biblioteca. Según los estudiantes es una cuestión de doble moral: “Son las mismas señoras que ven a sus hijas en minifalda en los bailes y no les dicen nada por llegar a las tres de la mañana”.
Ubicado en la zona nuclear del movimiento armado cristero que en la segunda mitad de la década de 1920 acaudilló a los files católicos contra las políticas laicistas gubernamentales, Lagos de Moreno es un poblado de fuertes y profundas raíces cristianas.
El director de la Casa de la Cultura de Lagos, Rafael Martínez, opina que no hay tal conflicto y reconoce la labor de la Universidad en el desarrollo cultural: “Cada quien propone sus planes y proyectos. Nosotros, por ejemplo, estamos más enfocados a la enseñanza”. De hecho, una veintena de niños lo esperan, guitarra en mano.
Al caminar por las calles con ventanas del tamaño de una persona, con los vidrios cubiertos de visillos de algodón deshilado o bordados con estambre delgado, se ve a las monjas capuchinas. En la plaza central los barrenderos acarrean el polvo y las basuras por el piso de piedra con hojas de palma grande. Los boleros se reparten bajo los árboles, mientras sus clientes dan la espalda al templo de Nuestra Señora de la Luz, de hermosa cantera, tras los andamios de los restauradores. El Teatro José Rosas Moreno alberga por un día a El Colegio de Jalisco, sus libros a mitad de precio y algunos investigadores en el escenario, en conferencia. Un martes cualquiera en Lagos de Moreno.

Casa Serrano
La puerta, de madera pesada, pende de muchas bisagras. Más allá de su marco de cantera, dos números marcan la finca. El 35 y el 322 de la calle Agustín Rivera son un mismo lugar. Una casa de abolengo, perteneciente a la familia que también fue dueña del Exconvento del Carmen: los Serrano.
“La Universidad necesitaba tener más presencia en el centro de la ciudad. Por eso Roberto Castelán me encargó buscar una casa para un centro cultural”, dice Irma Estela Guerra, directora de Casa Serrano.
Todavía la usan para vacacionar algunas veces. La Universidad ha arrendado parte de la finca para albergar exposiciones de plástica, conferencias, conciertos pequeños, talleres, modestas proyecciones de cine, performances, una cafetería y una librería. Queda un fragmento de la casa para ellos, tras una puerta llena de cerrojos entre los caballetes de la exposición. “Era donde guardaban los caballos y las carrozas”, explica Irma en tanto seguimos hacia otros cuartos, sin darnos cuenta de la franja de fina arena blanca que la curadora ha colocado en el piso como ambientación.
Mientras enmendamos el daño, un pensamiento surge: ¿ocultarán esas habitaciones privadas más tapices decimonónicos, cortinas de terciopelo, cielos altos y pisos de mármol y parqué? Pregunta inusual: cualquier visitante llena el ojo con las bellezas públicas de la casa. Un patio central con una fuente y un mural es el sitio más visitado, pues constituye el primer espectáculo que se ve al cruzar la entrada, al fondo.
Más que la arquitectura, lo que embriaga es el aire de ardua actividad del espíritu y la mente, en horario de oficina, de martes a sábado y las tardes de domingo. Pero la noche se transgrede: muchos eventos son después de las 20:00 horas.
Son ya seis años de funcionar como uno de los principales núcleos culturales de los Altos de Jalisco. Al preguntar por la vida cultural en Lagos, nadie la deja de mencionar: estudiantes, gente de a pie, funcionarios, taxistas… Irma agrega: “Hemos educado a nuevos públicos. Un ejemplo son los conciertos de música clásica. El año pasado la gente aplaudía en momentos inoportunos, conversaba y los celulares sonaban. Ahora acatan mejor las reglas de cortesía y se nota que hay más atención para la música”.

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