Jugar en el escenario

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Al igual que los actores, los niños construyen personajes. Los más pequeños son capaces de recrear personalidades ajenas a la propia, se valen del lenguaje de las emociones, de su cuerpo, cambian el tono de su voz y acento para recrear espacios imaginarios en los que permiten entrar a otros que, como ellos, están dispuestos a jugar. Pocas actividades humanas son tan complejas y fundamentales como el juego.

Teatro al Vacío es una compañía mexicana que se concentra en la investigación de procesos como éstos en la primera infancia, etapa que suele quedar fuera de la oferta cultural y artística. Jugar es el nombre de la obra que Adrián Hernández y José Agüero, directores y actores de esta compañía originaria del DF, presentaron en LARVA y en la cual disertan sobre el juego y sus maravillas.

Jugar es un montaje efectivo. Dedicada a pequeños de tres a seis años, Jugar se encuentra muy lejos de los prejuiciosos diseños estéticos de la mayoría de las obras dedicadas a los niños, en las que abunda la saturación de color, la música cursi, el engolosinamiento por los efectos, y de algo lo peor: actores que intentan —con cierto patetismo— parecer niños. En un escenario sobrio y misterioso, con un diseño casi monocromático, Hernández y Agüero realizan un teatro físico logrado, que puede ser calificado incluso como elegante. Desde el principio atrapan la atención de su audiencia. Los más pequeños se comunican de inmediato con el universo de los actores, quienes sin recurrir a la palabra, consiguen dibujar con su cuerpo en movimiento finos trazos de un paisaje habitado por un carnero y un lobo. La forma en la que nace el juego, las estrategias en las que se establece el contacto entre los participantes, la energía y la importancia del cuerpo, son algunas de las premisas de Jugar, una obra inteligente que propone nuevas rutas escénicas.

Teatro al Vacío permanece en nuestra ciudad impartiendo un taller a artistas locales, sobre procesos de creación teatral para la primera infancia.

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