Juan Pablo II está de regreso

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El poder carismático y simbólico de Juan Pablo II se está haciendo sentir de nuevo en un importante sector del catolicismo mexicano. Como es sabido, la Iglesia ha organizado una peregrinación de algunas de sus reliquias (una cápsula con sangre y algunos ornamentos papales), la cual durará cuatro meses y recorrerá las 92 diócesis del país. Esta peregrinación que inició el pasado 25 de agosto, está dejando constancia de que Juan Pablo II sigue siendo un capital religioso de primer orden para los creyentes, el clero y el poder político y, por ello, los jerarcas mexicanos, junto con el Vaticano, decidieron aprovechar la religiosidad simbólica, ritualista, devocional e institucionalizada de los mexicanos y organizaron esta gira, que tiene varios propósitos.
Uno de ellos es seguir preparando el camino de la canonización de Karol Wojtyla, y qué mejor hacerlo en México, donde existe una especie de garantía cultural religiosa que asegura manifestaciones masivas de veneración popular, lo cual legitima aún más el proceso canónico ante el mundo católico. La cuestión del segundo milagro que necesita acreditar Juan Pablo II para poder ser santo, tarde que temprano aparecerá y, por tanto, se habrán cumplido los trámites. Por lo pronto era necesario movilizar su carisma y legado como señal de que la gente ya pide su santificación. Aunque para algunos críticos esas “prácticas de adoración son de la Edad Media”.
Las movilizaciones populares que están motivando las reliquias, constituyen un respiro para la decaída imagen de la Iglesia católica, la cual, en muchas partes del orbe la está pasando mal, principalmente en Europa. Ahí está la reciente gira de Benedicto XVI a España. Aunque en México no todo va bien, ya que según las cifras del INEGI, en los últimos 10 años, cinco millones de mexicanos dejaron de ser católicos, lo cual no es un dato menor. De este modo se cumple otro objetivo de la peregrinación, que es fortalecer, o como dicen hoy los políticos, blindar a la institución ante tantas críticas y descréditos recibidos. La Iglesia está en crisis. Hay muchas aristas desde las cuales se puede comprobar ese hecho. Por eso el regreso de Juan Pablo II es una bendición para el clero. Aun fallecido tiene el poder de hacer sobrevivir una iglesia que está en pleno proceso de desgaste.
En otro sentido, no podemos dejar de señalar que la peregrinación fue respaldada e incluso promovida por el panismo en el poder. No hay que olvidar que el propio Calderón asistió recientemente al Vaticano para ser testigo de la beatificación de Juan Pablo II, y ha sido el primero, junto con su familia, en visitar las reliquias en la Nunciatura Apostólica. Es decir, Juan Pablo II también tiene capacidad de legitimar instituciones presidenciales, que en nuestro caso, se encuentra igualmente desgastada. Por eso Calderón ha estado en primera fila.
Con respecto a los propósitos de la peregrinación, los obispos anunciaron que un objetivo de la gira es: “abonar a fortalecer la fe del pueblo mexicano en estos momentos en que nuestra nación vive una profunda transformación social y hoy, más que nunca, necesita consolidar procesos de paz y convivencia para que construyamos un México más justo y fraterno”.
Es decir, la peregrinación también tendría el propósito de apaciguar las aguas turbulentas del país, como si nuestros problemas se resolvieran con devociones y ritos, cuando en realidad el país requiere de una ciudadanía católica crítica y movilizada ante los desafíos sociales, donde creyentes y clero puedan ser congruentes con su religión. El país necesita de una ciudadanía católica y de unos dirigentes religiosos con solvencia ética, capaz de solidarizarse y luchar contra la desigualdad, la pobreza, la ilegalidad, contra los abusos de poder. El tejido católico tendría que pasar a la adultez por el bien del país, tendría que ser capaz de comprender el verdadero sentido de su religión, comprometiéndose cotidianamente por la justicia, el amor, la paz, y no sólo estar comprometida con las representaciones simbólicas y las ritualidades de su fe.
Juan Pablo II está de regreso y está haciendo sobrevivir instituciones decaídas.

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