José Hernández Claire. Toda fotografía es un autorretrato

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Foto: José María Martínez

“Se toman muchas fotos, pero se hacen pocas fotos”, dice el fotógrafo tapatío Alberto Gómez Barbosa. José Hernández-Claire es, según esta definición, uno que la fotografía la hace, y la hace desde su peculiar estilo documental, pero que, también, la hace bella.

Por tanto, retomando lo que dijo Gómez Barbosa en la presentación del libro Fe, ritos y tradiciones en Jalisco de Hernández Claire, “hay fotografías que atraen el ojo del espectador y causan placer estético; creo firmemente que desde cualquiera de la especialidades, llamando así las diferentes formas de hacer fotografía, se puede lograr —se debe lograr— la imagen bella”.

El libro, que se presentó durante la Semana de la fotografía organizada por el CUAAD, es un testimonio de la devoción y las celebraciones religiosas que se despliegan en nuestro estado, tanto las más conocidas y concurridas, como la Candelaria de San Juan de los Lagos, la romería de Nuestra Señora de Zapopan y la de Talpa; como de otros rincones de Jalisco: Jalostotitlán, Lagos de Moreno, Temastián, El Grullo, Tonalá, Tuxpan, además de la Luz del Mundo, religión pentecostal que nació en Guadalajara.

“Encontraremos al recorrerlo imágenes afortunadas del estilo que distingue a Hernández-Claire: la fotografía documental, genero que han cultivado muchos seguidores y que ha permitido definir a la cámara fotográfica como la máquina de la memoria”, dijo Gómez Barbosa acerca del libro del académico del CUAAD.

Fotografiar el instante
Hernández-Claire se hizo fotógrafo casi por casualidad, cuando, después de cursar arquitectura en la Universidad de Guadalajara, se fue a estudiar una maestría a Nueva York. Allí, después de un primer acercamiento, conoció a los que fueron sus maestros y su inspiración: Manuel Álvarez Bravo,  Henri Cartier-Bresson y André Kertész. De los últimos, en particular, tomó la pasión por la filosofía purista y el uso de la cámara Leica de visor directo. Lo que, dice, marcó toda su producción posterior y su forma de concebir y hacer fotografía.

“Tiene que ver con el rigor visual del que hablaba el maestro Cartier-Bresson. Una de sus preocupaciones en el campo surrealista, movimiento al que estaba inscrito, es la geometría, y eso fue definitivo al inicio de mi carrera. El interés para preocuparme en la forma viene de esa influencia temprana de Cartier-Bresson”.

A la pregunta de si el blanco y negro de las fotos del libro es una elección estilística o si tiene que ver con su concepción de la foto, responde que para él “el contenido y la forma son más importantes que el color”.

“Tuvo que ver mi preparación como arquitecto en la Universidad de Guadalajara, de la que yo egresé con una educación visual en donde la geometría, la proporción, el espacio, los volúmenes y la forma eran algo que manejábamos cotidianamente. Entonces, a mí me sirvió para empezar a trabajar pensando o tratando hasta inconscientemente esta herramienta de la perspectiva, el manejo del espacio, del vacío y del sólido, y se volvió un hábito”.

Así, cuando trabaja dice que sale a la calle con la mente en blanco, “sin idea preconcebidas, porque impiden ver otros aspectos que pasan frente a nuestros ojos”, y lo que busca es “responder a esa comunicación instantánea que se da con un sujeto. Yo sigo creyendo que como fotodocumentalista, dentro de mi subjetividad debo tratar de contar la historia, esta partecita que elijo, y que sea fidedigna y lo más sincera posible en respuesta al estímulo visual que recibo y a lo que pretendo comunicar con este momento con el que me encuentro”.

Sin embargo, debajo de este bagaje profesional y técnico, subyace en la fotografía de Hernández-Claire una preocupación constante por la condición humana, por la injusticia y los grupos marginales que ha retratado, como los niños de la calle, los trabajadores del campo y los migrantes, entre otros.

Documentando sus historias con compromiso social, Hernández-Claire busca poner un granito de arena desde su trinchera, mostrándola y trasmitiendo lo que el vio y sintió, de manera espontánea, en el momento de captar las imágenes: “Es mi verdad, no quiero alterar absolutamente nada, porque modificar o cortar la foto corta una parte de la historia que estoy tratando de narrar”.

¿Cómo te interesaste por el tema del libro?
Siempre me ha interesado todo aquello que tiene que ver con marginación, injusticia, tradiciones. Yo soy católico, siempre lo he sido y año con año retrato la Romería de Zapopan. A mi esposa, que es de Durango, le llama mucho la atención la religiosidad de aquí de Jalisco, tan arraigada, tan entrañable comparada con el Norte del país, ella me dio la idea de sacar un retrato del estado, de todo lo que se hace alrededor de Jalisco.

En el libro hay dos religiones predominantes, la católica y la de la Luz del Mundo, ¿cómo percibes estas dos formas de concebir la fe?
Bueno, finalmente es lo mismo, es sobre cómo la gente trata de encontrar la divinidad y relacionarse con ella de muchas formas. Así como el yoga y todos sus aspectos de meterse en uno mismo y entenderse y tratar de entender la relación con la divinidad, como dentro de tantas religiones que hay. Para mí no hay ningún conflicto y me gustaría retratar también otras, la musulmana o la judía, pero siendo de Jalisco, lo primero que tenía que hacer era retratar eso que a mí me afecta, en el buen sentido de la palabra, lo que ha marcado mi historia, empezar en casa, retratando lo que tengo aquí mismo. De pronto puede parecer difícil: lo que vemos a diario de repente no nos impacta, pero aquí hay un sincretismo, una magia en todas las manifestaciones espontáneas de la gente que uno no puede no ser impresionado por aquello que está viendo.

¿El sincretismo es la clave del libro?
Es una parte, pero trato más que nada de entender cómo las personas intentan de expresar eso.

Hay dos partes del libro, la parte espontánea y la parte digamos interna, en donde retratas a los cardenales, la cúpula de la iglesia…
Tuve que relacionarme con ciertas personas para lograr esas tomas, obtuve apoyo, porque no es tan fácil nada más llegar y hacer una foto, mi relación fue más allá, el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez me dio acceso a poder estar más cerca, estuve cuando hubo el cambio de cardenal y para mí mi religiosidad me ha permitido también entablar esas relaciones que me dan entrada a todos estos trabajos.

¿Estás intentando mostrar a los demás lo que tú ves o, de alguna forma, entenderlo tú mismo? ¿O las dos cosas?
La fotografía primero para mí es una respuesta espontánea a lo que yo veo, a esa información inmediata que recibo y que la cámara me permite capturar. Después viene la introspección, ya cuando estoy con las imágenes, entran muchas cosas, ahí en la selección de fotos viene todo el proceso de reflexión y análisis, pero cuando encuentro en la calle las procesiones o las fiestas patronales ando en medio de la gente, rodeado de todo eso, ni hay tiempo ni es mi intención pensar o tratar de entender nada, trato de capturar el instante.

Después de realizar este trabajo, ¿cambió tu manera de ver las manifestaciones religiosas o, incluso,  tu propia religiosidad?
Toda fotografía es un autorretrato, en este sentido las fotografías que hice me dieron información de mis propias preocupaciones, de las diferencias que hay en cómo se expresan ellos y cómo me expreso yo, o por qué yo no me expreso como ellos. Lo único que puedo hacer es a través de mi cámara: yo no voy a irme con la capa o de rodillas cargando la cruz, porque esa es la manera de otros de expresarse, de acercarse, de dar gracias, de pedir ayuda o un favor a la divinidad; yo también estoy haciendo mi misión, ésta es mi forma de decirle al Creador: ‘“Yo también quiero darte gracias”.

Dicen que lo tuyo es foto documental, pero tiene tintes de foto artística: ¿dónde está la diferencia entre la foto documental, la fotografía artística o el fotoperiodismo? 
Para mí no hay diferencias, lo que pasa es que yo no me inscribo en la fotografía artística porque mi intención no es estar pensando en la plasticidad de la imagen o en que sea una foto cuidadísima, estética, que tenga un proceso técnico excelso, que demuestre ese arte que es la fotografía; mi interés está más en el contenido de la imagen que en el proceso técnico. Y si alguien la ve y piensa que es bella, qué bueno.

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