Javier Castellanos Martínez

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La pregunta siempre será fácil, sin embargo la respuesta es lo difícil: ¿Cómo te ligaste a la literatura? Dicen las palabras que recibe. Quizás lo piensa. La respuesta queda pendiente por unos segundos, después comenta que todas las personas tienen una aptitud, a él le gustó la lectura, lo que lo llevó a buscar lectores en su lengua madre, el zapoteco. Él se hizo escritor.

Javier Castellanos Martínez recibe el adjetivo de maestro por su visión, por su amor y su crítica hacia la tierra que lo vio nacer. A pesar de que aprender el español le costó trabajo, lo habla a la perfección. Él no tiene “primer libro”, tiene lecturas de las que se enamoró, las que venían integradas en los libros Bajo el cielo de América y Cielo, tierra y mar.

En vísperas de la FIL Guadalajara se hizo del premio de Literaturas Indígenas de América 2013. Su obra reúne diccionarios, métodos para aprender a leer y hablar el zapoteco, novelas y poemarios. Su reflexión es sencilla, la tiene aprendida, no como discurso, sino como presea de vida; habla como lingüista, dice que la pasividad del pueblo zapoteca es parte del golpe a la lengua madre, su conclusión sale con fuerza, con velocidad, parece una definición de lo dicho anteriormente: “Así está todo México, no sólo los pueblos indígenas”.

Las escrituras
Es una obra que siempre ha estado escrita en zapoteco y, por cuestiones editoriales, hay que traducirla al español y es ahí donde tiene que volverse bilingüe, por un lado va orillada a dejar un registro lingüístico del zapoteco, también a expresar y dejar historias, cuentos, leyendas de lo que sucede en estos pueblos y, por otro lado, a criticar la pasividad del pueblo. Soy de Oaxaca, de la sierra norte de un pueblo que se llama Yojovi.

El vía crucis
Mi primera lengua es el zapoteco, yo aprendí a hablar el español a los diez u once años, fue difícil aprenderlo, porque empecé, por decirlo así, a ir a la escuela a los ocho o nueve años y hasta los once años fue cuando me di cuenta de que ya hablaba el español. Tardé dos o tres años en aprenderlo y es muy difícil, en ocasiones suele ser hasta traumático porque acaba uno casi odiando a la lengua con la que nació, porque el maestro, la gente y todos dicen, ‘eres un inútil porque no puedo hablar contigo’ porque hablas diferente, y lo mismo sientes tú y te preguntas por qué naciste con esa lengua que no te permite leer, que no te permite nada, porque para las lenguas indígenas todo eso está vedado.

El calvario
Es un hecho que las lenguas están en un proceso casi irremediable de extinción, y estoy hablando de todas. Creo que cuando estas lenguas se acaben, se acabó esa originalidad, esa cosa diferente que eran esos pueblos, porque cuando ya no se hable el zapoteco o el maya, creo que ya no se va a poder hablar de un pueblo zapoteco o de un pueblo maya, todo se habrá terminado.

Alfa y omega
Las lenguas, como cualquier ser vivo, tienen su momento para que se curen, desgraciadamente, creo yo, a estas alturas, las lenguas indígenas son un cuerpo ya casi a punto de morir, ya es muy tarde para recetar cosas. Creo. Eso es lo que yo pienso, entonces, lo que ha pasado es que a estas lenguas les negaron toda posibilidad de desarrollo, se volvieron inútiles, el pueblo mismo se creyó que sus lenguas no servían para nada y cuando una cosa deja de servir, pues irremediablemente la tiras y es lo que los pueblos han hecho con su propia lengua, la están tirando.

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