Jarmusch sin límites

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Jim Jarmusch no tiene límites: hace lo que quiere con su cine, sus personajes y sus historias. Amigo de músicos como Tom Waits, Iggy Pop y Jack White, se ha declarado en varias ocasiones adicto a la música y eso lo deja claro en la banda sonora de sus cintas, que a veces pasa de ser un elemento más, para convertirse en otro personaje de la historia.
El director de planos largos y fijos, silencios prolongados entre conversación y conversación, y de un ácido sentido del humor, también hace lo que quiere con el espectador y en Los límites del control (2009), su último filme, no es la excepción, pues con el disfraz puesto de película de cine negro, juega un poco con éste, no sin antes advertirle desde los primeros diálogos que lo importante es hacer uso de la imaginación.
“Usted no habla español, ¿verdad?”, es la frase que se repite durante la película y que en esta ocasión el director, con look de rockstar, decidió rodar su más reciente film en tierras españolas, pasando por Madrid, Sevilla y Almería. Algo insólito en su filmografía, ya que por primera vez sale de Estados Unidos para contar una historia (completa) centrada en un hombre misterioso, con encuentros misteriosos, para resolver un caso aún más misterioso que él y que todos los personajes juntos. Película que él mismo ha definido como un thriller de acción sin acción.

One more time
La repetición de frases, acciones y trayectos, es un elemento constante en la cinta. El protagonista, interpretado por el actor Isaach De Bankolé, lleva puesto el mismo traje azul durante casi toda la película. Por las noches realiza ejercicios de relajación en su cuarto de hotel. Todas las mañanas pide al camarero “Two express in separated cups”. Sus visitas a la reina Sofía siempre son presentadas con el mismo plano exterior donde aparece el nombre del museo. Los personajes con los que se encuentra son excéntricos y aunque la conversación, o mejor dicho, el monólogo de éstos es en inglés, ya que el protagonista es un hombre de pocas palabras, todos sin excepción le preguntarán en español al inicio del encuentro: “Usted no habla español, ¿verdad?”.
La banda sonora, un rock psicodélico en su mayoría del grupo japonés Boris, también es parte de este juego de repeticiones, ya que acompaña al protagonista en todos sus trayectos, convirtiéndolos en un viaje relajado, donde la música se traga los ruidos de la ciudad y el espectador se siente agradecido por ese paseo tan placentero por los espacios abiertos y cerrados.
Al ritmo de psicodelia dulzona, seguimos al protagonista por las escaleras eléctricas de un aeropuerto. Enseguida abordo de un avión, y más tarde, arriba de un taxi que se pierde por las calles de Madrid. Y así será el resto de los trayectos, en tren de Madrid a Sevilla y de Sevilla a Almería.
Autorreferencia
Los límites del control hace referencia al cine del director finlandés Aki Kaurismí¤ki (La vie de bohéme, 1992), lo que no es una novedad, pues en distintas ocasiones Jarmusch ha expresado su admiración por el realizador de Un hombre sin pasado (2002) y por si hubiera dudas, sólo hay que ver Una noche en la tierra (1991), del director estadunidense, y fijarse en el último segmento que ocurre en Helsinki, donde los personajes llevan el nombre de Aki y Mika, como un homenaje al director finlandés y a su hermano Mika, también cineasta.
Sin embargo, las referencias más claras al cine vienen del personaje que interpreta Tilda Swinton, quien dentro de su extravagancia se da tiempo de reflexionar y recordar escenas de películas concretas, como La dama de Shangai (1948), de Orson Welles y Stalker (1979), de Andrei Tarkovsky. Quizá lo más divertido de esta secuencia, es la autorreferencia que hace Jarmusch cuando Swinton habla sobre la escasez de diálogos y los silencios largos entre los personajes de algunas películas independientes.

Imaginación para salvarse
Los límites del control no es una película fácil de digerir, como el resto de la filmografía de este director originario de Ohio, quien cada vez que puede vuelve a repetir que no hace películas para complacer a nadie. Incluso en el pasado festival de San Sebastián, donde presentó la cinta, expresó en una rueda de prensa: “Me aburre demasiado el cine que se hace sólo para satisfacer las expectativas de la gente. Es típico aquello de ‘¿Qué espera el público?, hay que dárselo’. Yo también me pregunté ¿qué es lo que la gente espera? y justo eso fue lo que quité”.
En esta historia no se trata de entender, sino de imaginar, y tal como se dice al inicio de la cinta: “La imaginación es lo único que nos puede salvar”, esa frase no sólo va para los personajes, sino también para los espectadores.
Aunque ya fue estrenada en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia, aún no se sabe cuándo llegará a las salas de Guadalajara, pero habrá que imaginar que no tardará.

La visita
Vuelve a surgir el rumor de que el director de Mystery train (1989), ahora sí asistirá al próximo Festival Internacional de Cine de Guadalajara, a la sección de DocuLab. El año pasado fue invitado, pero al parecer por su agenda de trabajo no le fue posible asistir. Y aunque no se tiene la seguridad de que vendrá, ya se le puede imaginar por los pasillos del festival, y quizás tratando (como cualquiera de sus personajes) de pasar inadvertido por algún café de esta ciudad; algo difícil de lograr cuando se lleva una cabellera tan blanca como la de Jim, aún con gafas oscuras.

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