Islas verdes contra el hambre

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No es negocio, pero gota a gota la agricultura urbana y periurbana (AUP) representa un ingreso y alimentos más sanos para los consumidores, si bien avanza lento en la zona metropolitana de Guadalajara, por la falta de apoyo gubernamental.

“Cuando tenemos carencias, de aquí sacamos para la comida”, asegura Marisela Rosales, mientras cultiva plantas en el Edén orgánico, ubicado en Lomas del Paraíso, colonia vulnerable, con limitaciones económicas y hacinamiento.

Hay basura y grafiti. Del huerto, situado en un terreno facilitado por el kinder Cuauhtémoc, comen cinco familias. En casa de Irma Jiménez son seis y cuando no hay para el lonche del yerno, aprovecha sus cultivos y prepara un omelette con acelgas, mole de col o tortas de betabel. Los compañeros del yerno dicen que “lleva comidas raras, pero que están bien buenas”, platica Irma entre risas.

Marisela e Irma eran campesinas. Ahora son amas de casa, atienden el huerto en jornadas de cuatro horas, tres días a la semana, venden excedentes y son capacitadoras.

El huerto, con vista a la barranca de Huentitán, tiene dos áreas: un invernadero y “la farmacia viviente”. Cultivan cerca de 50 especies de hortalizas, plantas aromáticas y medicinales. Reciclan llantas, cajas, botes, cazuelas y elaboran composta con lombrices. No emplean químicos, contrario a la agricultura actual, cuya tierra “está invadida de químicos. Es una tristeza”, dicen.

Sin estrategia
El verde y otros colores empiezan a sobresalir de forma lenta entre el asfalto, el concreto y el interior de las viviendas en la urbe. Sin embargo, Paloma Gallegos, académica de la Universidad de Guadalajara, asegura que “no estamos tan adelantados como en otras ciudades de Latinoamérica, donde la actividad está bien integrada”. En Brasil, por ejemplo, 50 grupos de AUP “se organizaron y sanearon una cuenca para declararla área natural protegida. Es otro nivel de gobierno”.

Para el integrante del grupo Mejor Santa Tere, Christian Scott, la actividad ya está en la agenda ciudadana. Falta que permee en la pública para potenciarla.

El académico de la UdeG, Juan Pedro Corona, estimó que en la ZMG están involucradas en la AUP entre 100 o 200 familias, mientras que la practican 90 mil personas en La Habana.

En 2013, en dicha isla esta actividad suministró cerca de seis mil 700 toneladas de alimentos para casi 300 mil personas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

La zona metropolitana de Guadalajara carece de un programa estatal para impulsar la actividad a escala mayor, apuntó Juan Pedro Corona, quien agregó que falta “definir las reglas del juego” para que los pequeños agricultores tengan acceso a capital de forma más simple.

Él y Marisela Rosales dicen que para recibir apoyo requieren constituirse jurídicamente, y esto resulta difícil y costoso. Además les falta capacitación. También se requiere un esquema para crear mercado.

Donaji Castellanos, productora de zarzamora orgánica, explica que “es difícil que haya consumidores, porque la gente no está acostumbrada”.

Plus verde
El jardín, el patio trasero o espacios públicos en que se generan alimentos orgánicos, productos y subproductos lácteos, carne y granjas certificadas, muestran otra cara de la mancha gris tapatía. La AUP facilita la organización ciudadana, genera autoempleos, apoya la economía local.

También rescatan espacios públicos, como ocurrió con el huerto comunitario en el parque José Clemente Orozco, en Santa Tere, y brinda más áreas verdes, puesto que Guadalajara registra un déficit, pues hay alrededor de 2.49 metros cuadrados por persona, cuando lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud es de 9 metros cuadrados.

En contextos como estos, los beneficios de la AUP resultan vitales, ya que según la FAO, el crecimiento de las manchas urbanas en América Latina y el Caribe aumentará de 78 por ciento a 88 por ciento en 35 años.

Es una herramienta de calidad de vida. Marisela Rosales expresa: “La alimentación nos ayuda mucho. Casi no nos enfermamos”. Christian Scott agrega: “Los productos no tienen insecticidas o no estuvieron congelados seis meses en un banco”.

Juan Corona asevera que en el mundo, los alimentos cultivados de forma tradicional tienen un problema de desmineralización por el abuso de fertilizantes, pero “cuando se hace buena agricultura orgánica, el producto es más rico en minerales y eso genera una mayor salud para la gente”.

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