Investigan efectos de la leche de fórmula

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Los bebés que se alimentan con leche materna más fórmula, o exclusivamente con esta última, registran en sus heces fecales una mayor cantidad de enterobacterias, que incluyen Salmonella y Escherichia coli (bacterias que viven en el intestino), lo que implica un desequilibrio asociado a un mayor riesgo de padecer enfermedades como obesidad, diabetes mellitus y patologías relacionadas con el aparato gastrointestinal, conforme envejece y las personas adquieren malos hábitos alimenticios.

Entre las patologías del aparato intestinal que podría desarrollar el pequeño paciente en un futuro, se encuentran gastritis y colitis, afirmó Karla Nuño Anguiano, del Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá) y participante en la investigación “Microbiota intestinal en los lactantes según su tipo de alimentación”.

En el caso de los bebés alimentados sólo con leche materna, hubo un aumento de lactobacilos, es decir, de bacterias que fortalecen el sistema inmune del aparato intestinal, manteniendo un adecuado equilibrio en la microbiota (flora intestinal), detalló Nuño Anguiano.

Para la investigación fueron considerados bebés sanos, recién nacidos, que tuvieron una lactancia materna exclusiva desde el nacimiento. Posteriormente les dieron seguimiento por seis meses, por lo que hubo lactantes que continuaron con una alimentación de sólo leche materna, otros con alimentación mixta (leche humana y fórmula) y otros sólo con fórmula láctea.

Los bebés sujetos de estudio son hijos de madres que dieron a luz de manera natural a través del canal de parto, ya que el bebé se puebla así de lactobacterias y enterobacterias; en cambio, cuando nace por cesárea, el contacto inicial con las mismas es casi nulo.

La alimentación de las madres
La investigación incluyó también la alimentación de las madres durante los seis meses, y evidenció que éstas no recibían una adecuada calidad dietética.

Las mujeres del grupo de lactancia materna exclusiva adquirieron el hábito de consumir más frutas, verduras y cereales mientras alimentaban al bebé, y las de los otros dos grupos, más lácteos y leguminosas, afirmó Clío Chávez Palencia, también académica del CUTonalá.

“La gente cree que las mujeres, mientras amamantan, no deben tomar leche o lácteos, porque esos alimentos le pueden caer mal al bebé; tampoco frijoles o lentejas, porque le pueden provocar cólicos”.

Las mujeres de los tres grupos no consumían las calorías recomendadas por los expertos en salud. Las que lactan deben consumir una dieta apropiada, completa y equilibrada en hidratos de carbono, proteínas, lípidos y conforme a los gustos y cultura de la mamá.

Si las madres consumen una dieta rica en pescados y semillas suelen producir una leche de mayor calidad, rica en omega 3 y 6, asociados con un mejor desarrollo del bebé y un mayor coeficiente intelectual, advirtieron las investigadoras.

Explicaron que la leche materna es pobre en hierro, de ahí la importancia de que el bebé al nacer permanezca conectado a la madre por medio del cordón umbilical por lo menos un minuto para que la sangre de ella le proporcione reservas de hierro, y a partir de los seis meses de vida dar al bebé otros alimentos, como los cárnicos y cereales fortificados con hierro.

Utilidad de las investigaciones
Las investigaciones servirán para aportar evidencias sobre los efectos positivos de la alimentación de las mujeres que lactan a sus hijos, de manera que las instituciones educativas y gubernamentales instalen lactarios para las madres trabajadoras, agregó Lucía Flores Contreras.

Todavía falta por determinar la cantidad de bacterias en las heces de los bebés. Por lo tanto, las investigaciones continúan y habrá resultados entre los meses de agosto y septiembre.

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